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El ejemplo de Alemania

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Nuestra agenda ha estado ocupada en los últimos años por múltiples seminarios, talleres y mesas redondas para abordar un tema que las políticas públicas en la región y especialmente en Uruguay, poco y nada han sabido articular: "la educación y el trabajo".

El tiempo pasa y las brechas existentes ya no sólo deprimen, sino que su peso resulta crecientemente insoportable y comprometen la sustentabilidad de nuestro propio desarrollo.

Inmersos en esta confusión vale levantar la cabeza y mirar la experiencia de Alemania: cuarta mayor economía mundial, primera de la Unión Europea; sexto lugar a nivel mundial en el Índice de Desarrollo Humano, líder en los sectores científico tecnológico y tercer destino internacional que prefieren los emigrantes. La madre patria de Volkswagen, Audi, BASF y Siemens, acuña tradición en la formación profesional de su fuerza de trabajo a través del Sistema Dual, en la búsqueda de articular una mayor interacción entre teoría y práctica, involucrar a las empresas como agente de formación, orientar respuestas hacia la demanda y apostar a la formación continua.

Responsabilidades compartidas y desempeños rigurosos (entre empleadores, sindicatos y Estado) sustentan una dualidad que acumula calidad y pertinencia en el desarrollo de calificaciones. Mediante un proceso que implica de 2 a 3,5 años, el aprendizaje termina resultando de la coordinación entre la escuela profesional (30%) y la empresa (70%). Este se enmarca jurídicamente en un "contrato de formación" a partir del cual se regula la relación entre el aprendiz y la empresa; ésta última ofrece capacitación estructurada bajo condiciones laborales reales, apoya con tutorías y facilita la utilización del equipamiento empresarial. Complementariamente, la escuela profesional ofrece enseñanza gratuita en áreas técnicas (2/3) y formación general (1/3) gracias al financiamiento de los Gobiernos Federados (en infraestructura acorde, formación docente, materiales didácticos, etc.).

Con pragmática visión de ganar-ganar e ideologías guardadas en los museos, gremiales empresariales y sindicatos participan en el desarrollo de estándares que orientan la formación, negocian la retribución del aprendiz según realidad de cada sector, controlan la calidad de la formación y participan en mecanismos independientes que certifican las competencias adquiridas.

Este añejo juego de equipo permite que el 60% de los jóvenes alemanes reciba formación dual; en parte, también es responsable de un desempleo juvenil del 7,1% y se sustenta hoy en tangibles beneficios. Respecto de los trabajadores: el 44.2% concluye su formación; 1,4 millones se están capacitando según una oferta que contempla 327 profesiones; 500.000 se incorporan por año, el 43,8% termina trabajando en su campo profesional y recibe una retribución durante la formación por un valor promedio de 795 Euros al mes. Los empleadores, concluido el ciclo formativo, incorporan al 66% de los egresados ahorrando costos de reclutamiento, amortizan el 76% de su inversión en formación y salarios a través de los aportes productivos de los aprendices y sistemáticamente mejoran la productividad de sus empresas. El Estado dispone de un sistema que le permite amortiguar los traumas del cambio tecnológico y le asegura calificaciones de alta calidad.

Desde hace décadas la cooperación alemana viene intentando anclar su experiencia formativa en la región; Brasil, Perú, Costa Rica son ejemplos de excelencia. En ese marco, Uruguay ha encarado más de un intento y usufructuado generosas misiones de intercambio.

Actualmente, la Cámara de Comercio e Industria Uruguayo Alemana (AHK) está apoyando en la planificación de dos Bachilleratos Profesionales en la UTU: Fotovoltaico y Mecatrónica, y en el ámbito privado se ha estado trabajando en Ánima (una organización de gestión privada con fuerte enfoque en lo social) también dos opciones de Bachillerato Técnico: Administración y Tecnologías de la Información. Desde donde se mire, ambos proyectos abordan, en lo social y productivo, núcleos críticos para nuestro desarrollo y su éxito dependerá solamente del rigor charrúa para adaptar una propuesta que, dentro y fuera de fronteras, Alemania viene aprobando con felicitaciones de la mesa examinadora.

En aras de aportar a último, interrumpir la consolidación del fracaso y arriesgar un debate inteligente, vale retomar manifestaciones de un docente chileno: "Si el profesor no se mueve, el sistema dual no funciona, porque no es algo sistemático de la educación chilena, sino que de colegios específicos. En Alemania, son los centros productivos los que demandan profesionales a los colegios; en Chile, son los centros educativos los que demandan cupos en las empresas".

GUILLERMO DUTRA

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