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Economía de la felicidad

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¿Debería ser la felicidad un objetivo de las políticas económicas? Gallup encuentra que los trabajadores más felices tienen mayor probabilidad de superar enfermedades, faltan menos al trabajo, y se adaptan mejor al cambio.

El Índice Global de Bienestar, elaborado por Gallup, registra más de 133.000 entrevistas sobre las percepciones individuales de bienestar en 135 países. Se construye a partir de cinco facetas de la felicidad: a) Propósito: estar motivado y a gusto con lo que se hace a diario; b) Finanzas: manejar la economía personal para evitar stress e inseguridad; c) Comunidad: gustar del lugar donde se vive, sentirse seguro y orgulloso de su comunidad; d) Salud física: buena salud y energías para las tareas diarias; e) Social: tener soporte afectivo en la vida personal.

Afecto y bienestar.

En la literatura económica, se suele medir el bienestar de los individuos preguntándoles sobre la felicidad o satisfacción con la vida como un todo, o a través de lo que se conoce como la escalera de Cantril, donde se le pide al encuestado que piense en su vida como una escalera de diez peldaños y que se sitúe en el escalón donde mejor se ve reflejado. Dos economistas canadienses, Shawn Grover y John Helliwell, acaban de publicar en los documentos del National Bureau of Economic Research el artículo científico Hows Life at home?, donde se refieren al rol de la dimensión afectiva en la felicidad de los individuos, la faceta "Social" del índice Gallup.

Los autores emplean tres bases de datos: la encuesta de población anual del Reino Unido (contiene 328.665 entrevistas recolectadas en dos años), la base de datos de panel de los hogares británicos (siguen a 30.000 individuos a lo largo de los años) y la encuesta mundial de Gallup (base de datos que representa a individuos de diferentes países para 2005 a 2013).

Efecto de la familia.

La mayoría de los estudios han encontrado una relación positiva entre el hecho de estar casado y la satisfacción con la vida. Pero la dirección de causalidad no está clara. ¿Ser personas felices aumenta la chance de casarse? ¿O es que casarse aumenta la felicidad? Para explorar la primera pregunta, Grover y Helliwell cuentan con datos de cada británico, hoy y diez años atrás. Observando a los que hace una década eran solteros, hallan que quienes se declaraban más felices en ese entonces, hoy están casados.

Y para analizar si casarse aumenta la felicidad, diseñan un modelo que "controla" por la felicidad anterior. En otras palabras, los investigadores toman individuos que declaraban en 2003 tener el mismo nivel de satisfacción con la vida, luego en 2005 uno se casó y otro no, y en 2013 comparan la felicidad que dicen tener quienes están casados respecto a los que no están casados. Esto lo hacen para todos los individuos de la muestra y encuentran que el matrimonio tiene un efecto positivo sobre la felicidad.

En forma de U.

¿Cómo se relaciona la edad con la felicidad que declaran tener las personas? Los autores encuentran que, en promedio, las personas experimentan los niveles más bajos de felicidad entorno a los 55 años. Así, la evolución de la felicidad tendría forma de U: los individuos que cumplieron 25 años declaran tener altos niveles de satisfacción con la vida; luego, ese nivel va disminuyendo hasta los 55 años, para después emprender la suba hasta alcanzar niveles similares a los de los jóvenes.

La teoría de la adaptación sugiere que los beneficios del matrimonio se diluirían en el tiempo y, por tanto, la diferencia entre casados y no casados en términos de felicidad se observaría sólo en el entorno de las edades a las que las personas se suelen casar. Sin embargo, los investigadores encuentran que la forma de U se observa tanto para casados como para no casados y la diferencia de felicidad entre ambos persiste en el tiempo: el fondo de la U —a los 55 años — es más pronunciado para el caso de los no casados. Una de las hipótesis que aventuran los autores es que los casados, por tener un cónyuge, contarían con un mayor soporte para enfrentar la disminución de la felicidad propia de los 50-60 años.

Entre esposos.

El estudio señala que la amistad entre los esposos podría explicar por qué los beneficios del matrimonio no desaparecen en el tiempo. Si la amistad explica parte de los beneficios de estar casado, entonces la satisfacción con la vida debería ser mayor para aquellos esposos que son realmente muy amigos entre sí. Los citados investigadores aprovechan un módulo de la encuesta de panel de hogares británicos para intentar testear esta hipótesis de la amistad. A los encuestados se les pregunta acerca de sus mejores amigos y se le da la opción de que el mejor amigo sea el cónyuge. Encuentran que aquellos que responden que su mejor amigo es el cónyuge muestran el doble de satisfacción con la vida.

Buena inversión.

En Uruguay, en la dimensión "Social" del índice Gallup, el 54% declaran sentirse muy satisfechos con su vida afectiva. ¿Se puede hacer algo por el otro 46% o esta dimensión de la felicidad es un shock exógeno ingobernable, donde te puede tocar cara o cruz? Grover y Helliwell encuentran un interesante detalle respecto a género y amistad en el matrimonio: menos mujeres que hombres responden que su mejor amigo es el cónyuge. ¿Son sólo diferencias por género, o es que el esposo invierte poco en aumentar la amistad con su esposa?

Días atrás, la BBC emitió un documental sobre el evento anual japonés Love your Wife Day. El productor del evento, Chie Kobayashi, señalaba que los hombres japoneses son muy tímidos para expresar sus sentimientos y, allí tienen que expresar el amor por sus esposas no sólo en público sino también en la televisión. Uno de estos maridos japoneses es Yamana, que declara haberse equivocado durante años trabajando hasta tarde, llegando a casa cuando los niños dormían y olvidándose de dedicar tiempo a la familia. "¡Seré un mejor esposo de aquí en más!", gritaba a las cámaras. Y el comentarista del evento terminaba su artículo así: "Clara, te quiero. Mamá viene a cuidar a los niños a las 8p.m. ¡Vamos a cenar!"

A la economía le interesa estudiar los determinantes de la felicidad. Ayudar a conciliar trabajo y familia es beneficioso para el país: la felicidad del hogar repercute en la productividad en la empresa. Es un hecho vivencial, experimentado por todos. Y la investigación citada es muy esperanzadora. La felicidad no es un dato externo, sobre el que no se tiene influencia: rinde grandes dividendos invertir en que el cónyuge sea el mejor amigo.

ALEJANDRO CID | COLUMNISTA INVITADO

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