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Déficit público más alto, pero sin sorpresas

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MEF: prevé que el déficit fiscal suba y termina 2016 en 4,3% del PBI. Foto: Darwin Borrelli
Edificio del Ministerio de Economía y Finanzas, MEF, foto Darwin Borrelli, Archivo El País, nd 20100505, fachada
Archivo El País

Para el Gobierno Central/BPS, el resultado financiero negativo es 13% de los ingresos.

El déficit del sector público alcanzó en diciembre, el 4,0% del PIB, nivel que no sorprendió al gobierno que había proyectado un 4,3% del PIB en junio al presentar la Rendición de cuentas. Es un nivel alto y genera un llamado de atención para la calificación del riesgo país. No modifica nada en el corto plazo pero la evolución del 2017 estará bajo la lupa y se tratará de un período en el que se debatirán dos fuerzas contrarias. Por un lado, el ajuste fiscal que promete reducir la brecha en un punto porcentual del PIB. Por el otro, la inercia hacia arriba de algunos rubros de gasto en un contexto de recaudación estancada tienden a hacerlo más abultado.

Mientras tanto, desde el punto de vista político, se discutirá la Rendición de cuentas que impactará en las finanzas del 2018. El gobierno pretende que la nueva Rendición de cuentas sea "prudente" pero puede ser que necesite palabras más duras para que se comprenda el límite que existe en este año para responder a los pedidos de aumento del gasto.

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El déficit del año fue de US$ 2.158 millones para la totalidad del sector público, pero dentro del mismo hay un componente principal que es Gobierno Central consolidado con el BPS. Este consolidado aportó al déficit de 2016 unos US$ 1.977 millones, el resto se corresponde a las finanzas de las empresas públicas, el Banco Central, el Banco de Seguros y los Gobiernos departamentales. A los efectos del análisis en esta nota pondremos énfasis en el consolidado del Gobierno Central y el BPS que por su parte, son las instituciones que habitualmente se incluyen al diseñar la política fiscal.

La foto al final del año es habitualmente la más recordada pero la situación financiera actual del gobierno es un proceso que arranca a finales del 2013, donde se produce un quiebre luego de un breve proceso de mejora. Esta evolución se ilustra en el gráfico de la parte superior del cuadro adjunto expresada como porcentaje del PIB. El déficit estaba en -1,5% del PIB en el último trimestre del 2013 y desde ese entonces baja en forma persistente hasta el -3,7% actual.

Otra forma interesante de ver el déficit es compararlo con los ingresos que tiene el Gobierno en el mismo período de tiempo. Hace un año, la brecha entre ingresos y egresos representaba el 10,3% de los ingresos y sobre el final del año 2016 sube al 13,5%. Incluso si se mira más hacia atrás en el tiempo se tiene que en mejores momentos como al cierre del 2013 era de apenas el 5,2%.

Otra medida relevante de la gestión financiera es el denominado Resultado Primario. Esto es la diferencia entre los ingresos y los egresos sin computar los pagos de intereses. Acá también el deterioro desde 2013 es marcado, hace tan solo un año había un déficit primario de US$ 265 millones que se profundizó hasta alcanzar US$ 560 millones en 2016. Esta cifra es importante al momento de considerar la dinámica que puede tener a futuro la deuda pública. En definitiva lo que dice el déficit primario es que antes de pagar los intereses, el dinero de los ingresos no alcanza para pagar los gastos.

El gobierno estima que el ajuste fiscal aprobado hasta el momento puede tener un impacto del orden de 1% del PIB o US$ 460 millones. Esto incluye los aumentos de impuestos a la renta (IRPF e IRAE) y la postergación de algunos gastos presupuestales. Considerando que esto efectivamente ocurre, se debería observar un retorno del déficit del Gobierno Central al 2,7% del PIB y el total del sector público al proyectado 3,3%. Si se lograra esto se podría mantener el estatus que proponen todas las calificadoras de riesgo. Para ello los ingresos y los gastos deberían seguir acompañando un mismo ritmo de crecimiento. Lamentablemente, la dinámica macroeconómica que se ve para adelante no es clara en este sentido. Se ven frenos potenciales en la recaudación y una inercia de aumento en el gasto por encima del aumento del nivel de actividad.

Comenzando por los egresos, en los dos gráficos de la zona media del cuadro se presenta información relevante para comprender la evolución de las remuneraciones. En primer lugar, se ilustra la cantidad de empleados públicos cada cinco años de acuerdo a la información de la ONSC. Hay aproximadamente 60.000 nuevos puestos creados en los diez últimos años. Esto tiene un correlato en los pagos por sueldos y salarios. El total de remuneraciones de este consolidado también se encuentra en franco crecimiento. En términos del PIB pasa del 4,85% al 5,10% entre 2010 y 2016.

Es cierto que en materia de remuneraciones el gobierno utiliza una herramienta que es al ajuste por inflación. El año pasado otorgó exactamente el 9,4% de variación del IPC y para este año está otorgando el 8,1%. Por lo tanto, se encuentra en una política de un ajuste anual con cero crecimiento real lo que le quita presión como la que está teniendo el sector privado con aumentos nominales superiores y semestrales. Respecto de las cantidades de personas que ingresan hay un compromiso de que cada tres personas que se retiran solo se tomen dos, lo cual tendrá impacto gradual desde el 2017.

Pero aunque se controlen los salarios, hay una dificultad muy grande en el gasto en lo que respecta a las pasividades y las transferencias para el sistema de salud. Son renglones que no se pueden controlar en el mismo momento en que muestran un deterioro del déficit y toda acción de control tiene impacto social, político y resultados financieros a mediano plazo.

En el Gráfico inferior del cuadro se ilustra la evolución en años móviles del rubro pasividades y transferencias. El primero tiene una tendencia marcada por la indexación con el índice medio de salarios y por definiciones de política que facilitaron el acceso a pasividades en los últimos años. En el segundo, hay una meseta entre 2014 y 2015 que es el punto de partida para una nueva suba a través de la incorporación de nuevos beneficiarios en el sistema.

Esto lleva a que si la recaudación pierde ritmo de crecimiento o cae en términos reales, poco se puede hacer para nivelar la ecuación financiera. Entre los pocos rubros del primario que permiten cierta discreción se encuentran las inversiones. En el año pasado dicho gasto llegó a US$ 722 millones con un incremento del 9,6% en comparación con el año anterior. Desde el punto de vista financiero se puede limitar pero ya se trata se cifras exiguas en relación a las necesidades de infraestructura que tiene el país. Se puede ajustar en este rubro pero no se debe.

Con el gasto corriente atrapado arriba y con potencial tendencia al aumento por el lado de pasividades y transferencias, la ecuación financiera depende de la evolución de los ingresos. Este tema será motivo de análisis más detallado más adelante pero claramente hay un vínculo muy directo con la masa salarial y el gasto en consumo y no hay se ñales de que el 2017 resulte muy dinámico para el sector privado que ya tendrá que soportar más impuestos.

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MEF: prevé que el déficit fiscal suba y termina 2016 en 4,3% del PBI. Foto: Darwin Borrelli

HORACIO BAFICO Y GUSTAVO MICHELIN

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