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Dar espacio al Parlamento para definir estrategia de inserción

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Marcel Vaillant. Foto: El País
Nota a Marcel Vaillant, profesor de Comercio Internacional de la Udelar, ND 20150915, foto Francisco Flores
Archivo El Pais

Marginalizarse de los actuales procesos de integración destruye el camino hacia la confección de una canasta de acuerdos comerciales ajustada a nuestros intereses, entiende el Doctor en Economía y Experto en Comercio Internacional, Marcel Vaillant. A continuación, un resumen de la entrevista.

LUIS CUSTODIO - [email protected]

—Usted marca una deficiencia institucional en las relaciones comerciales de Uruguay con el mundo. ¿A qué lo adjudica?

—Se han sucedido un conjunto de hechos en los últimos 15 años que muestran que hay problemas institucionales en las relaciones comerciales con terceros, que impiden que se logre cerrar una agenda de negociación de acuerdos. En otros planos el país ha madurado una cierta política de Estado, de inserción global, pero en materia de acuerdos comerciales esto no ha ocurrido y se pueden identificar tres hechos históricos que lo demuestran.

—¿Cuáles son?

—El primero es cuando Uruguay asume el compromiso de negociación común del Mercosur con terceros, a través de una decisión del Consejo Mercado Común, la decisión número 32/00, durante el gobierno de Jorge Batlle. El Mercosur se planteó ser una Unión Aduanera en 1994, hace más de 20 años, y en el 2000 se produjo la antedicha decisión. En ese momento se entendía que había un proceso de acercamiento a una construcción común que nos llevaría a una unión aduanera. Sin embargo eso no ocurrió. Allí hubo una intervención del Ejecutivo que tomó una decisión que condiciona de forma fundamental la soberanía de un país en materia de acuerdos comerciales. Y el parlamento no se enteró. El segundo hecho es el proceso de negociación de un eventual acuerdo comercial con Estados Unidos, con un derrotero parecido al que tuvimos ahora con el TISA. Un poco de ruido y discusión pública, sin un procedimiento que diera ciertas garantías, un proceso que tuvo lugar hacia el interior del Frente Amplio. Y el tercero es el del TISA que resulta más exagerado aún, porque el país tomó un rumbo en el gobierno anterior que el actual pretendía continuar, y se vuelve a generar un proceso de disputa en el interior de la fuerza política, para terminar descartándolo.

Nuestra agenda es peligrosamente pobre. Sobre todo en un momento donde lo novedoso por delante era este tipo de acuerdos plurilaterales de armonización de políticas como el TISA, que es totalmente afín y amigable al patrón de especialización comercial del país, con un Uruguay que ha ido cambiando y transformando su estructura económica en función de su inserción internacional.

—Pero en las últimas décadas, Uruguay ha avanzado en políticas de inserción internacional….

—De algún modo ha complementado bastante bien su política unilateral de inserción, pero en lo que refiere a acuerdos, por estas circunstancias que hemos hablado, está en condiciones muy malas en términos comparados, en un momento en el cual esa estrategia de que vamos al estribo de Brasil y que la negociación común con terceros se hace con el Mercosur, está totalmente disuelta.

No es que Uruguay no haya hecho cosas. Porque estableció muchas políticas unilaterales que tienen que ver con procesos de especialización productiva del país, por ejemplo la ley forestal, la ley de puertos, la ley de software, la ley de zonas francas, lo que se mantuvo y no se revirtió en servicios financieros, la ley de inversiones, todo lo que ha hecho el país en materia de esfuerzos naturales de inserción como economía pequeña, es amigable con este tipo de acuerdos, los que realmente no le costaría tanto firmar.

—¿Cuál es el camino para resolver institucionalmente estos asuntos?

—Hasta el momento, lo que ocurría clásicamente en la participación del parlamento en temas comerciales, era su participación ex post. El gobierno negociaba acuerdos como el Tratado de Asunción en 1991 o el tratado de Marrakesh de 1994, que creó la OMC, por citar dos hitos relevantes, y después el parlamento los aprueba prácticamente con leyes de dos o tres artículos a tapa cerrada. No participa del proceso de negociación. Sin embargo, Uruguay podría buscar soporte en la negociación comercial con terceros a nivel parlamentario al inicio del proceso, procurando algún tipo de autorización para negociar y obligándose a tener un programa en materia de acuerdos nacionales.

Creo que la interpelación que se le realizará en breve al canciller Rodolfo Nin Novoa es una buena oportunidad para tratar esos temas institucionales en general e imaginar algún mecanismo de informe del poder ejecutivo al parlamento y de autorización donde se generen las mayorías que correspondan. Ese paso podría dar condiciones para una garantía mayor y si hay una institución que está dotada de las condiciones para una consulta pública, escuchando a todos los actores, es el parlamento. Sería mucho más saludable. Si ya agotamos quince años en una situación totalmente ambigua, quizá se podía haber avanzado de forma diferente si por ejemplo, el parlamento hubiera tenido la oportunidad de opinar sobre la resolución 32/00, asunto en el que se ató de manos el Poder Ejecutivo.

—A partir de esa resolución 32/00, dependemos de los demás países del bloque para hacer acuerdos con terceros…

—Hemos quedado en medio de esta trampa. Debemos sacar estos temas de esa ideologización equívoca en la cual se encuentra.

Hay muchos países que tienen posturas económicas de izquierda o centro izquierda y cuentan con una orientación de apertura comercial totalmente distinta. Si Uruguay hiciera en esa materia lo que hace Vietnam, por ejemplo, participando de la TPP, teniendo acuerdos con los países del Pacífico, de la zona europea de libre comercio, con Estados Unidos, todo sería distinto. Necesitamos ese tipo de acuerdos y un programa en esa dirección. Y el TISA era una posibilidad para seguir ese proceso de negociación y aprendizaje, para al final del día evaluar si era algo útil o no para el país, y también porque esa es la manera de encontrar otras relaciones bilaterales en el contexto de sus foros multilaterales. Esos foros son lo característico de la época, allí se discute la agenda de las nuevas reglas, y el país al marginalizarse de ese proceso, está destruyendo esa posibilidad. Destruye el camino hacia la confección de una canasta de acuerdos comerciales ajustada a sus intereses , y eso entiendo que estaría mejor representando en el parlamento que en cualquier otro foro. La forma en que se dio la discusión en torno al TISA fue totalmente improvisada, se desinformó más que informar, y deberíamos tratar de evitar eso.

—Hoy la decisión está tomada y no hay forma de dar marcha atrás…

—Pienso que Uruguay debería pedir una autorización para un apartamiento temporal del TISA. Sería una manera diplomática más prolija de salir, porque todas estas acciones desde el punto de vista internacional no son gratis. El país debe darse cuenta de su tamaño relativo y de lo que significa comprar reputación en estos foros internacionales

Y perder los miedos, porque la principal defensa que tiene Uruguay ante estos mecanismos de integración profunda que implican la liberalización del mercado y la internacionalización de los servicios, es que somos un país de 3 millones de habitantes, que no es deseado como mercado para nadie, esa es nuestra principal protección, eso nos sirve para convertirnos en plataformas de exportación para nuestras propias empresas y complementariedad con extranjeras, eso es lo que tenemos que construir. Tenemos que darle mejores condiciones a los servicios globales y dejar de pagar aranceles en la carne y en los lácteos en todos esos mercados donde cumplimos con las condiciones sanitarias pero no logramos acceder por cuotas o por aranceles, donde nuestros competidores directos sí pueden.

El TISA reunía aspectos que ya fueron recogidos en el TIFA.

—¿Entiende que el TISA está emparentado con otros acuerdos ya firmados por Uruguay?

— Uruguay hizo un acuerdo importante con Estados Unidos sobre comercio, parte de esas disciplinas que estaban en el TIFA están en el TISA, algo que Uruguay ya negoció con Estados Unidos, con condiciones similares a lo que se plantea hoy, con un sistema de listas negativas, con excepciones a sectores en particular. Ese es el procedimiento, forma parte de la técnica de procedimiento de estos acuerdos. Todos los países lo hacen. Cada uno con su particularidad. Es claro que Uruguay estaba en condiciones de pasar todas las listas de excepciones que mejor le resultaran a sus intereses.

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Marcel Vaillant. Foto: El País

Se necesitan cambios institucionales para hacer una agenda de prioridades

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