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Al ciudadano común no le llega la mejora a sus bolsillos

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"Existe una sobreestimación en las metas sobre el Presupuesto", afirmó.

España muestra sus primeros números favorables después de la dura crisis, pero parecen no serlo tanto. Para el Doctor en Economía Luis Puch, existe mucha incertidumbre sobre la sostenibilidad de esos números y la solidez de los pasos que se están dando. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Cómo se puede calificar la situación actual de la economía española?

—Es difícil. Es cierto que el año pasado fue el primero desde 2008 que dejamos de caer. Y en este también se incrementará el tamaño la economía, pero venimos desde muy abajo y no es sencillo que la gente lo note.

Los malos indicadores que tiene España relativizan el dato de crecimiento económico o de leve mejoría en el empleo. Es posible que dejemos de caer, está bien, pero se vive una situación de indefinición, donde hay dudas de que el crecimiento realmente se consolide y la gente lo perciba, y eso puede prolongarse varios años.

—El gobierno espera un crecimiento para este año de entre 3% y 3,5%...

—Todo el mundo maneja una estimación en torno al 3%. Quizás el gobierno es un poco más optimista, pero las diferencias no son grandes. Sí que hay más diferencias con el presupuesto, pequeñas desviaciones en las previsiones en la norma presupuestal llevan al gobierno a tener proyecciones de ingresos fiscales quizás demasiado optimistas, que hacen que valore la evolución del déficit de una forma que puede que no se refleje luego en los datos.

—El gobierno saliente dejó elaborado un presupuesto para 2016 con varios supuestos que la oposición dice que son muy difíciles de cumplir…

—Los analistas dicen que los ingresos fiscales no mejorarán tanto y por tanto el déficit no se reducirá todo lo que debería. En 2014 el déficit cerró en el entorno del 5% y el esperado es un poco por debajo de esa cifra. El gobierno espera para este año un 4,2%, pero creo que va a andar en el orden de 4,7%. Y para el año próximo, estará en el orden del 4%, cuando debería estar bastante por debajo. Allí seguimos teniendo un problema, y con el tamaño de deuda que tenemos no es una tontería. Una deuda que se ubica en el orden del 100% del PIB, donde la deflación no ayuda, porque esto se mide en términos nominales, y como el PIB nominal no crece porque los precios tampoco lo hacen, es muy difícil bajar la deuda de ese rango del 100%.

No hay mucho margen a corto plazo con el presupuesto. Hay que gastar mejor, hasta ahora ha sido utilizar la tijera, veremos si alguien viene con el bisturí y corta más fino. Hay que reducir el gasto, pero hay que hacerlo bien y no cortar todo lo que puede ser productivo a mediano plazo.

—¿La abultada deuda está entre los principales problemas del país?

—Sí, sin dudas, porque en general es un momento en el que deberíamos seguramente poder tener margen para pedir prestado para crecer, y no podemos hacerlo porque ya pedimos demasiado. Entonces los compromisos fiscales a futuro —que son grandes—, en términos de gasto en general, pensiones, etc., complican las condiciones en las que nos endeudamos hoy.

—¿La gente percibe este problema?

—Claro que sí, y genera mucha incertidumbre. Los que pueden, que no son tantos, intentan ahorrar, lo que hace que por el lado de la demanda las cosas no se muevan. Pero la gente que está en la parte baja de los ingresos, no tiene margen y está muy mal. Más que incertidumbre tiene desesperanza.

La caída de salarios en los percentiles más bajos es de un 20%. Y hasta el decil séptimo, se registran caídas de salarios entre 2008 y 2013. Hay mucha gente que ha empeorado notoriamente su situación económica y no tienen margen. Gente que tiene un trabajo que hasta ahora consideraba estable piensa que puede caer en una reestructuración de empleo y que serán despedidos con indemnizaciones que además han caído gracias a la reforma laboral. Mucha gente no sabe qué pasara con la pensión porque se han ajustado a la baja las pensiones públicas, mucha gente envejece y no sabe qué pasará con su salud, porque la situación del sistema sanitario no es buena. Los gastos en pensión y en salud generan presiones fiscales enormes y nadie sabe si se podrán cumplir.

—El consumo mientras tanto, está detenido

—Se siguen sin comprar casas ni coches y otros gastos de consumo duradero importantes; todo el mundo pospone esos gastos.

—Ese crecimiento de 3%, que no se apoya en el consumo, ¿en que está basado?

—Básicamente en el sector externo, y las empresas que quedan —que son las más grandes—, han vuelto a invertir un poco. La mayor parte es mejora del entorno exterior, con mucho que proviene del turismo.

Los precios del petróleo están ayudando, y la inestabilidad en el Mediterráneo en otros destinos turísticos también ayuda a que la opción de España sea la preferida por muchos.

—Mencionó antes el proyectado aumento de los ingresos fiscales; tampoco es muy optimista en ese rubro…

—En el gobierno son optimistas porque creen que han hecho reformas y que esas reformas se están reflejando en los datos. Piensan que la mejoría va a ser sostenida, pero eso no está claro. Desde el punto de vista del equilibrio presupuestario, si se sobrestima el crecimiento, el empleo que se va a crear y las cotizaciones a la seguridad social, es lógico que se llegue a una conclusión equivocada. La gran discrepancia está en el empleo que se va a crear. El gobierno considera que la reforma laboral que hizo está creando puestos de trabajo, pero todavía hay menos empleo absoluto que cuando asumieron en 2012.

—¿Faltan reformas?

—Todos los analistas están de acuerdo en que es así. Hay una reforma de la administración del Estado y regeneración de la clase política —después de muchos problemas de corrupción—, que no se han puesto en marcha. Esto no ha cambiado después de la crisis, y está ligado también con cambios en la justicia, porque buena parte de los casos de corrupción no han podido ser investigados de la forma que debería haberse hecho por falta de recursos.

—¿Qué puede pasar con la reforma laboral?

—Debería estar vinculada con la reforma de las pensiones, y sigue incompleta; no se sabe muy bien en qué dirección vamos. Los agentes no reciben la información correcta y por lo tanto no se trasmiten los incentivos adecuados. Los que tienen trabajo estable tienen que saber que su empleo puede no ser tan seguro como solía ser, y los que están en la otra punta, deberían aprender a que para lograr estabilidad deberán esforzarse y formarse mucho.

—El gobierno resalta los buenos datos de empleo recientes….

—Es cierto que se ha generado empleo últimamente, que en muchos casos es precario y a término. Por razones políticas, en los últimos trimestres parece que hay cierto empuje de empleo público para maquillar las cifras y el resto sí es empleo de mala calidad, porque la reforma del modelo productivo no se ha producido todavía. Con trabajadores poco cualificados y con muchos sectores empresariales que antes eran importantes y demandaban a toda esa mano de obra y hoy han entrado en crisis, además de otros sectores que no son dinámicos, que no están contratando ni formando mano de obra.

La contención social está en crisis, se siente como que quitaron la red.

—La protección social se ha debilitado bastante...

—Todo ha cambiado mucho. Las cifras de prestaciones por desempleo se han reducido, también su extensión. Las pensiones también son menores. La asistencia sanitaria está en sus horas más difíciles. Si siguiéramos unos años más en la misma situación, está claro que todas estas coberturas van a estar en problemas. La conjunción de un entorno productivo de baja calidad y escasa protección de los nuevos trabajadores, junto con la facilidad de despedir, es un coctel explosivo.

Buena parte de la población notará que su futuro no tiene nada que ver con la situación anterior a la crisis. Le han quitado la red.

PERFIL.

Luis Puch.

Profesor de Análisis Económico de la Universidad Complutense - Doctor en Economía por la Universidad Carlos III de Madrid.

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El crecimiento de la economía española se da en medio de muchas incertidumbres

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