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Baja del empleo no es insumo para discusión sobre salarios

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Para el economista especializado en relaciones laborales Juan Manuel Rodríguez, la caída del empleo es más significativa de lo debería reflejarse con una economía que, aunque enlentecida, cerraría el año con crecimiento.

A su juicio, pesan las expectativas de empresarios y consumidores acerca del corto plazo, que les lleva a tener una actitud mucho más prudente en su comportamiento. Sostiene que las pautas del gobierno en las negociaciones no asegura incremento del salario real, y eso determina una postura de rechazo en el movimiento sindical. De todos modos, espera que dos terceras partes de los subgrupos que debían negociar desde junio lleguen a un acuerdo antes de fin de año. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Cómo observa el comportamiento del mercado laboral?

—Como todo el mundo preveía que iba a ocurrir, tenemos un enlentecimiento de la actividad económica, y aunque es menor, la estimación oficial sigue siendo de crecimiento para este año. De todos modos, la ocupación se reduce generalmente cuando cae la actividad, salvo que haya algún cambio técnico pero nunca es un fenómeno a corto plazo. Por eso, pienso que no deberíamos tener un deterioro importante en el mercado de trabajo y sin embargo, la información del INE nos muestra que se han alineado todas las variables en el mismo sentido: la gente tiene más dificultad para encontrar trabajo y destina menos tiempo a ello, con lo que cae el nivel de actividad. En paralelo, hay una pérdida de puestos de trabajo y la consecuencia combinada es que se incrementa claramente el porcentaje de desempleados.

Por otra parte, si se miran otras variables de coyuntura como puede ser la evolución del seguro de paro o subsidio por desempleo, hay un crecimiento tendencial desde fines de 2014. En donde la cantidad de beneficiarios en el subsidio se incrementa sistemáticamente, y además las personas que solicitan el beneficio también aumentan, según las últimas cifras conocidas. Por tanto ese sería otro indicador de corto plazo que está mostrando que hay problemas en el mercado de trabajo.

También podemos ver el aumento —de 8 a 12 semanas— del tiempo que se demora en conseguir trabajo, otra de las variables que confirma la tendencia.

Lo que llama la atención —insisto en ello— es porqué el mercado de trabajo se deteriora tanto en las actuales circunstancias. Probablemente esto esté mostrando expectativas de los empresarios, acerca de que no va a haber mejoras sustanciales en el correr del año.

—Una mayor prudencia a la hora de contratar…

—Claro, debido a que consideran no es muy auspicioso el panorama. Por tanto no solo no contratan, sino que envían al seguro de desempleo o despiden. A eso debe sumársele una actitud más conservadora de los consumidores. Cuando se crea un clima que refleja cierto enlentecimiento o caída del ritmo de crecimiento, mucha gente opta por la prudencia y baja el gasto, o ahorra estimando un futuro incierto. Esto puede explicar, a mi juicio, la caída de las ventas en el mercado interno, y es precisamente el comercio y los servicios el sector que aglutina las dos terceras partes de los puestos de trabajo en el país.

—Se produce también en este contexto un estancamiento en las relaciones laborales…

—En la negociación colectiva tenemos hasta ahora muy pocos convenios firmados en el Ministerio de Trabajo. Se informa de que hay una cantidad de acuerdos que están prácticamente concluidos pero aún no están formalizados, por lo cual puede que esto tenga un cambio en las próximas semanas, pero hoy estamos con unos quince acuerdos firmados.

—¿Y qué conclusión se puede sacar de ellos?

—Básicamente, estos acuerdos lo que muestran es que hay una aceptación de las pautas que indicó el Poder Ejecutivo, pautas que no van a reflejar un crecimiento del salario real. Hay matices, porque en algunos convenios se establecen beneficios superiores a dichos lineamientos, en algunos casos partidas fijas, en otros aumentos diferentes, pero todavía son muy pocos los convenios a analizar.

—¿Se puede decir que se está tomando conciencia de priorizar el empleo en la negociación?

—Se está tomando conciencia, o los hechos muestran que no hubo flexibilidad del Poder Ejecutivo, o una flexibilidad muy baja, y la alternativa era tener un convenio que no es a lo que aspiraba el movimiento sindical, o no tener nada, y ante esa disyuntiva hay quienes optan por firmarlo.

—El movimiento sindical parece ubicarse más lejos del Poder Ejecutivo que en otras instancias. ¿Es así?

—Probablemente porque el movimiento sindical parte de una visión diferente de la coyuntura. Se basa en lo que dice el gobierno, que no habrá crisis, por tanto, consideran que no hay razón para no seguir aumentando el salario real, y van en busca de convenios que permitan consolidar esa realidad.

Las pautas dan poco margen para lograr esto, básicamente porque desaparecieron los indicadores para fijar los aumentos, ahora se establecen números concretos. Y debemos tener en cuenta que el salario real depende de la evolución de los precios, medida por el Índice de Precios al Consumo; por tanto, si el convenio establece un aumento en un valor del que se ubica muy cerca la suba del índice de precios al consumo, la inflación se llevará parte del aumento de salarios.

El hecho es que estos acuerdos se discuten con anterioridad a que el IPC sea calculado, con lo cual hay cierta incertidumbre, sobre cuál va a ser su impacto en el salario real.

—¿Pesa en la negociación colectiva el último dato de empleo?

—Prácticamente no, porque las partes van a la negociación colectiva con su propia visión de lo que está pasando en el país. El movimiento sindical dice que no hay grandes problemas, minimiza los datos del mercado de trabajo, con lo cual reivindica crecimientos salariales mayores. Y los empresarios están en la postura contraria: hay muchos datos que generan incertidumbre y previsiones no auspiciosas. Con estas opiniones tan encontradas es bastante difícil pensar en que se acerquen esas posiciones, mientras el gobierno mantiene la postura que expresó en la pauta, lo que no asegura crecimiento del salario real.

En la práctica qué ha pasado: en las rondas anteriores se negoció y en la mayoría de los sectores se firmó por las tres partes. Pasó en el 75% de los casos. Veremos si en esta ocasión se repite.

—En junio vencieron los convenios en 56 subgrupos. ¿A dónde podemos llegar antes de Fin de Año?

—En este momento, además de los subgrupos que ya acordaron, probablemente hay una veintena que están cerca de cerrarse, y como contracara, doce o trece que están muy trancados. Más allá que los plazos de conclusión de las rondas ya se cumplieron, si todo evoluciona como espero que pase, probablemente las dos terceras partes de los convenios vencidos, por lo menos, estarán concluidos para este año.

Hay algunos grupos en los que las negociaciones están muy retrasadas, básicamente porque el movimiento sindical no está de acuerdo en discutir sobre esas bases. No sabemos si en esos casos las negociaciones se postergarán para el año que viene o eventualmente el gobierno podría decretar, con lo que no sé si se arregla el problema. El Ministerio de Trabajo siempre pretende la aprobación de una propuesta consensuada y generalmente es paciente en la búsqueda de ese acuerdo.

Aquellos que se posterguen para seguir negociando el año que viene, acarrean una presión muy grande. Porque se estarán discutiendo salarios que debían, en teoría, estar vigentes desde julio 2015. Por tanto, acumulan una retroactividad muy grande.

—Y esa presión aumenta la conflictividad...

—De hecho, hace dos semanas hubo una propuesta en el Pit-Cnt de hacer un nuevo paro contra las pautas del gobierno, que finalmente no resultó aprobado.

Pero ya tuvimos en noviembre un paro parcial con la misma convocatoria. Esto lo que muestra es que hay un grupo de sindicatos que no acepta las pautas oficiales, y está decidido a confrontarlas.

La productividad quedó como algo enunciativo en las negociaciones.

—Transcurre una nueva ronda de negociaciones sin hablar de productividad…

—De lo que está negociando, hay unos pocos convenios que toman en cuenta la productividad. Y han transformado productividad en capacitación.

Porque como las pautas establecen la posibilidad de que existan aumentos por esa razón, lo presentan así, o como presentismo, que son formas de no discutir realmente sobre productividad. Esto es lo que hay en algunos convenios hasta ahora, según ha ido surgiendo en la mesa de negociación de esta quinta ronda.

—De todos modos, aparece en el texto de los lineamientos...

—Debemos tener en cuenta que el gobierno intentó introducir el concepto de productividad en las negociaciones en 2010, pero no fue acogido por los sectores sociales, ni trabajadores ni empresarios; en 2012 hizo un nuevo intento modificando todos los indicadores, los cuales en su gran mayoría ya no eran realmente productividad —eran producción, empleo, volumen de exportaciones— sin embargo tampoco tuvo éxito.

Hablar de productividad en serio significa elaborar indicadores específicos, bajarlo por empresa y no por sector, entre otras cosas; no ha habido espacio para un trabajo de esa naturaleza.

Yo creo que ahora quedó en las pautas del Poder Ejecutivo como algo enunciativo, que las partes —trabajadores y empresarios— deberían resolver. Y obviamente, las partes solas no lo resuelven.

PERFIL.

Juan Manuel Rodríguez.

Economista, Director del Instituto de Relaciones Laborales de la Universidad Católica del Uruguay. Fue director del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) y Coordinador del Área de Políticas Productivas y Comerciales de OPP.

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Juan Manuel Rodríguez. Foto: Archivo El País

Algunos sectores no acordarán este año, su negociación pasará para el próximoLUIS CUSTODIO - [email protected]

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