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Cómo hacer a Ancap competitiva en la refinación

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La principal empresa pública sigue dando que hablar por su crítico estado financiero. Foto: Archivo
Vista aerea de refinería de Ancap en el barrio La Teja, 20120829, foto Ricardo Figueredo - Archivo El País
Archivo El País

En la industria se denomina un "refinador independiente" a aquel sin integración vertical ascendente, es decir sin crudo propio. Es un negocio que funciona en todo el mundo con márgenes operativos muy delgados, como el resto de la industria química de procesamiento.

La industria petrolera en cambio, que se concentra en la exploración y producción, se caracteriza por márgenes operativos altos, porque debe reinvertir fuertemente para desarrollar nuevas reservas que le permitan seguir existiendo.

Este refinador independiente que es Ancap está a su vez inmerso en un conglomerado empresarial diversificado. Pero sucede que, por su margen delgado, la refinación no puede soportar ninguna carga extra, ni de su entorno empresario ni de sus proveedores, ni de otros estamentos del gobierno. Es de absoluta necesidad que todos los bienes y servicios transables que consuma Ancap lo haga a precios de paridad de importación, cuando mucho.

Se debe analizar también el propio complejo refinador y su productividad. La herramienta más útil para esto es el benchmarking con otras refinerías, que debe hacerse comparando complejidades semejantes. Se entiende por complejidad de una refinería, la combinación de su capacidad de destilación primaria con las capacidades de destilación al vacío, de conversión, de transformación y de tratamientos finales. Se mide por el índice de complejidad de Nelson o por el índice mejorado llamado "capacidad equivalente de destilación". Los ratios clásicos a comparar son los costos de capital, energía, mantenimiento, personal y productos químicos, entre otros, por cada unidad de petróleo refinado.

Es un hecho conocido que los costos de capital en los países emergentes son mayores que en los países centrales; que los costos de mantenimiento en industrias aisladas de parques industriales también son mayores; y que los costos de personal en refinerías alrededor del mundo deben mantener una relación constante entre nivel de salario y productividad. Un apartamiento significativo de estos ratios de los que posee la refinería media del entorno de competencia, le impone un gran desafío a su competitividad.

A medida que el índice de complejidad de una refinería crece, también debe aumentar la escala para que se pueda mantener competitiva. Se hace económicamente inviable dotar de alto poder de conversión a refinerías de bajo porte y menos aún, lograr conversiones con fuel residual cero.

Como todos los mercados de combustibles, el de Ancap tiene dos tipos de clientes: el transporte, y la generación eléctrica con las grandes industrias. El primero es cliente cautivo de las gasolinas y gasoil, los segundos, potenciales consumidores del fuel oil residual, tienen otras opciones: carbón, gas natural, hidráulica, eólica, etc. En el caso uruguayo, UTE ha reducido la generación térmica y además ha abandonado el consumo de fuel oil optando por el gas natural o eventualmente gasoil. La industria cementera también optó por otros combustibles. Ambas decisiones recortaron drásticamente la demanda de fuel oil.

Las nuevas regulaciones ambientales, por otra parte, imponen un tope a las emisiones de compuestos de azufre. Si bien es técnica y económicamente posible eliminar el azufre de gasolinas y gasoil y Ancap lo puede hacer, no es económico hacerlo con el fuel oil residual.

Como la industria del portland es la única que puede hundir los compuestos azufrados de la combustión en el proceso de clinkerización, debería adoptarse una política de precios agresiva con el fuel de alto azufre para recuperar este mercado. Los precios de exportación que tendría el fuel los estimamos muy bajos por la desfavorable posición geográfica, por lo que descartamos esta alternativa.

En las condiciones actuales, el paquete de productos demandados es demasiado liviano para poder satisfacerlo con la capacidad de conversión de la refinería de Ancap a partir de crudos relativamente pesados. Se debe recurrir a crudos más livianos y más caros. Como en la naturaleza se da que los crudos más livianos tienen bajos tenores de azufre, cuando la refinería los procesa quedan sobredimensionadas sus nuevas unidades de recuperación de azufre.

Esto nos lleva a reflexionar sobre los fuertes impactos que tuvieron en la refinación local la introducción de energías renovables para la generación eléctrica y las nuevas normas ambientales sobre emisiones de la combustión, que dejaron descolocadas algunas inversiones contemporáneas en refinación. En este sentido faltó, a nuestro criterio, una coordinación adecuada. Con esa experiencia y a vía de ejemplo, cuando se habla de introducir el gas natural, es imprescindible una política coordinada que evite inversiones contradictorias con resultados económicos negativos.

El tema de la fijación de precios al público es también un aspecto central, debiendo buscarse mecanismos que impulsen la eficiencia y la transparencia, pero eso sería tema de otro artículo, junto con la posibilidad de competir con la importación de derivados o no.

Concluyendo, entendemos que es necesario separar la actividad refinadora de las rémoras que le aplican sus empresas satélites. También se deben mejorar sensiblemente sus ratios de competitividad relativa al universo refinador. Con ambas reformas, la refinación local estaría en condiciones de ser más competitiva. De no lograrse esto, la refinación de petróleo en Uruguay quedará atrapada en su laberinto: la economía y los consumidores continuarán pagando los sobreprecios resultantes.

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La principal empresa pública sigue dando que hablar por su crítico estado financiero. Foto: Archivo

UNIVERSIDAD CATÓLICA - OBSERVATORIO DE ENERGÍA Y DESARROLLO SUSTENTABLE

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