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Un análisis de la educación y el empleo

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Espero no confundir al lector con el título de esta nota. No pretendo referirme a los problemas del sistema educativo. Tampoco referirme a la pérdida de empleos del 2015, ni a las perspectivas del 2016. Quisiera comentar dos hechos relativamente conocidos del mercado laboral, cruzar ambos y analizar su implicancia.

Lo haré basándome en simples cálculos hechos sobre los microdatos de la Encuesta Continua de Hogares que elabora el INE.

Formación.

La literatura económica ha tenido un largo interés en la relación entre el nivel educativo de los trabajadores y sus ingresos salariales. El trabajo de referencia obligada es Schooling, Experience and Earnings de Jacob Mincer de 1974. En este trabajo el profesor Mincer propone una metodología de simple aplicación que permite estimar los retornos a la educación. El mero concepto de retornos a la educación nos lleva a pensar que la educación además de un bien de consumo es un bien de inversión. Una persona invierte en educarse y de esta manera mejorar sus oportunidades laborales. Al pensar en la educación como inversión surge naturalmente la pregunta de sus costos; hay costos directos (matrículas, libros, materiales de estudio, vestimenta adecuada) y costos de oportunidad asociado a las cosas que se deben dejar de lado por asignar el tiempo al estudio.

Los retornos son los mayores ingresos laborales que obtiene una persona por estar educada. En trabajos empíricos, los economistas con especialidad en mercados laborales han tomado cuidado de controlar distintos aspectos que pueden afectar la relación entre educación y salarios. Ejemplo de esto último son los estudios de discriminación de género, étnica o racial.

Permítanme en esta nota presentar simples promedios. En el 2015 el salario por hora promedio de los trabajadores cuyo máximo nivel educativo es primaria fue de $ 471. El salario por hora promedio de quienes tenían secundaria incompleta fue de $ 530. Trabajadores con secundaria completa cobraron en promedio $ 724, quienes tienen algo de estudios universitarios cobraron $ 763 por hora y para quienes tiene estudios universitarios completos el ingreso promedio por hora fue $ 1.210. Esto implica un premio salarial del 13% por iniciar secundaria, del 54% por completar secundaria, del 62% por iniciar estudiar terciarios y de 157% por terminarlos. Los premios son aún mayores mirando los últimos 20 años.

Sector público.

Para importantes sectores de la población trabajar en el sector público es preferible a trabajar en el sector privado. Confieso que me cuesta aceptar esta idea pero entiendo algunas de las razones que se esgrimen. Mal que nos pese, en tiempos de recesión, el sector privado ha llevado a cuestas el peso del ajuste en mucho mayor medida que el sector público. No solo los empresarios han cargado con los costos de la desaceleración económica sino también los trabajadores del sector privado. Esto se traduce tanto en temas salariales, de intensidad laboral o simplemente mayor probabilidad de estar desempleado.

Existe otra razón por la cual el sector público es visto como una salida laboral interesante, el salario promedio por hora en el sector público es mayor que en el privado. En el 2015, el salario por hora promedio del sector privado fue $ 603 mientras que promedio en el sector público fue $ 837, un 40% superior. En los últimos 20 años el sector público ofreció remuneraciones promedio por hora entre un 35% y un 60% superiores al sector privado.

Y llegamos al nudo de esta nota. El premio por trabajar en el sector público y el premio a la educación no van de la mano. El mayor nivel salarial que ofrece el sector público se concentra especialmente en los individuos de menores niveles educativos. Dentro de quienes tiene como máximo nivel educativo primaria, trabajar en el sector público les implicó en el 2015 un salario por hora 40% superior a trabajadores de formación equivalente en el sector privado. Para quienes tienen secundaria incompleta o secundaria completa, el sector público les ofreció 37% y 24% mayor remuneración que el sector privado. La imagen cambia al entrar en los estudios universitarios. Quienes tienen algo de universidad encontraron una remuneración apenas 7% mayor en el sector público mientras que quienes completaron sus estudios universitarios encuentran que el sector público los remunera 26% menos que el sector privado.

Los distintos niveles de remuneraciones según nivel educativo son esperados, razonables y deseables como incentivo para que los jóvenes se formen. Por otro lado, la diferencia salarial promedio entre quienes trabajan en el sector público y privado es un hecho de la realidad de dudosa conveniencia.

Conjuntamente, la heterogeneidad en los diferenciales público-privado por nivel educativo plantean interrogantes sobre la captación y manejo de recursos humanos del sector público.

En los niveles de mayor formación, en los niveles más exigentes y entre quienes pueden realizar tareas de mayor complejidad es donde el sector público es menos competitivo. No debería de extrañarnos que los profesionales más capacitados estén en el sector privado.

Finalmente, el mensaje sobre el sueño del empleo público también es claro. Existe y los datos salariales lo confirman para los menores niveles educativos. Para quienes quieren (y pueden) aspirar a niveles educativos superiores el sector privado es más atractivo.

NÉSTOR GANDELMAN

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