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WhatsApp y una nueva angustia

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WhatsApp y las nuevas tecnologías generan nuevas lógicas en las relaciones

“¿Por qué no contesta?” “¡Me clavó el visto!” “¿No era que se iba a dormir?”. La aplicación cambió la lógica en amistades y parejas.

El pasado 3 de mayo Sofía (24) borró todas las fotos y videos de su celular. Estaba en el medio de una discusión con su novio cuando WhatsApp dejó de funcionar. "A esta altura no me podés preguntar y dudar de eso todo el tiempo, Andrés. Yo no puedo seguir así. Salgo de trabajar y hablamos". Eran las 17:38 cuando Sofía envió el mensaje y vio dos ticks. Andrés lo había recibido. Pasaban los minutos y la respuesta no llegaba. Eran alrededor de las 18.00 cuando se empezó a desesperar: si estaba en línea cuando ella le había contestado, ¿por qué no le había respondido en 20 minutos?

Intentó concentrarse en su trabajo. No pudo. Necesitaba mirar el celular a cada instante para ver si Andrés le respondía, si estaba en línea, si los ticks se ponían azules, si estaba escribiendo. Nada, ni en línea, ni una respuesta.

Le escribió a su hermana: "Hola". El mensaje no llegaba. Recién entonces se dio cuenta de que algo estaba pasando con su celular, de que quizás se le había trancado WhatsApp. Desconectó el WiFi de su trabajo, lo volvió a conectar. Conectó los datos móviles, los desconectó. Y casi en un intento desesperado para que su celular volviera a "funcionar", borró todo lo que tenía en él, pensando en que quizás, como le pasó alguna vez, era un tema de "espacio insuficiente", que le trancaba la aplicación.

Entonces, una compañera de trabajo hizo una pregunta que alivió bastante la desesperación de Sofía ante la ausencia de respuesta de Andrés: "¿Qué pasa con WhatsApp? ¿A alguien más no le funciona? ¿O se cayó Internet?".

Ese día, como Sofía, fueron muchas las personas que reiniciaron sus celulares para intentar que la aplicación volviera a funcionar. Pronto, varios posteos en las redes sociales que consultaban sobre la "caída de WhatsApp" empezaron a confirmar que había un problema con la aplicación de mensajería instantánea en varias partes del mundo. Y, aunque la confirmación de la falla tranquilizaba a más de uno, por varias horas se vivió una suerte de psicosis colectiva, aunque no faltaron los chistes y las bromas. Es que, WhatsApp falló en partes de Argentina, Brasil, Chile, Canadá, Estados Unidos, India, México y Uruguay y afectó a personas que utilizan el servicio en el sistema operativo iOS de Apple Inc, Android de Alphabet Inc y Windows mobile de Microsoft Corp.

La dependencia de las redes sociales y las aplicaciones actualmente es indiscutible. Cada vez más, las relaciones se configuran en torno a la lógica de nuevos códigos que imponen nuevas modalidades. "La tecnología va moldeando las expectativas y las formas de relacionarnos y los tiempos de las relaciones", explica el psicólogo e investigador de la cultura digital, Roberto Balaguer. Y agrega: "La necesidad de conexión constate es parte de una nueva forma de estar en el mundo. Cada vez la distinción entre estar y no estar conectados se va disolviendo más, es muy difícil la separación del mundo virtual y el mundo real permanente".

De esta forma, especialmente, como asegura el psicólogo, en los adultos jóvenes, el constante uso de nuevas tecnologías de la comunicación, como aplicaciones y redes sociales, moldean la forma de relacionarse con los demás y con el mundo.

La angustia del visto.

Sofía y Andrés siempre discutían por lo mismo. Los dos trabajan ocho horas y durante la semana les resultaba complicado pasar tiempo juntos. Por eso, hablaban todo el día por WhatsApp: desde que se levantaban hasta que se iban a dormir. La jornada de Sofía empezaba temprano, a las 9 de la mañana se iba a su trabajo, en donde estaba hasta las 18 y de ahí partía a facultad, donde generalmente permanecía hasta las 22. Andrés, en tanto, trabajaba cuatro horas y ya había terminado sus estudios, así que contaba con un poco más de tiempo libre. Mientras Sofía fuese rápida en su respuesta, estaba todo bien, pero si leía un mensaje de WhatsApp y Andrés veía los ticks azules y que su novia estaba en línea, empezaban las peleas. Y, aunque ella le explicaba que muchas veces no podía contestarle porque estaba trabajando o en clase, él no entendía que no tuviera "un minuto" en todo el día para escribirle.

"El clavar el visto y hacer esperar al otro genera angustia en las personas porque pone en discusión uno de los patrones estereotípicos del amor romántico, tan importante en los jóvenes, que es esa idea de que yo soy todo para el otro y el otro es todo para mí. Entonces el ver que la otra persona está en línea y no me responde se puede leer como que no soy lo más importante en su vida", explica a Domingo Mariana Palumbo, socióloga de la Universidad de Buenos Aires y autora de la investigación Me clavó el visto: Los jóvenes y las esperas en el amor a partir de las nuevas tecnologías.

Sobre esto, Balaguer sostiene que los tiempos de espera han cambiado: "Lo esperable actualmente es que las personas respondan en breve tiempo. Es un cambio con respeto a la modalidad pre-redes, donde había un tiempo de espera más largo entre la comunicación y la posible respuesta. Ahora lo esperado es lo inmediato".

Maximiliano Marentes, autor de la misma investigación, becario doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina y docente de la Universidad de Buenos Aires, agrega que "las tecnologías cambian la gramática de las parejas, en la cual el único tiempo que se admite es el presente instantáneo". De esta forma, la no inmediatez en la respuesta genera un impacto en la otra persona. "Clavarle el visto a alguien es ignorarlo. Algo que ha existido a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, debido a que el amor se convierte cada vez más en un valor en sí mismo, que tu pareja te clave el visto es una herida profunda. ¿Por qué? Básicamente porque en los tiempos actuales, el amor parece ser cada vez más la fuente de valor social que reciben las personas. Una especie de somos valiosos porque alguien nos ama. Y si ese que nos ama nos ignora, no estamos valiendo socialmente", sostiene Marentes.

Las nuevas tecnologías, que brindan la posibilidad de un contacto constante con los demás, permiten un intercambio y un caudal de información muy grande sobre la otra persona. Así, por Facebook podemos saber dónde está, por WhatsApp ver cuándo estuvo con su teléfono por última vez y si está o no conectado. Por este motivo, como explica Marentes, pueden generar "mayor control sobre el otro y descontrol sobre uno mismo".

Pía (23) decidió desactivar la última hora de conexión y la opción del visto de su WhatsApp. "Por un lado, ver los ticks azules me generaba ansiedad, estaba pendiente todo el tiempo de que la otra persona viera o no el mensaje, y si lo ve y no me contesta, me angustiaba porque es como una desvalorización, es como también controlar a la otra persona, no?", reflexiona. "Con respecto a desactivar la hora de conexión, lo mismo. Ponele que te dice: Chau mi amor, me voy a dormir y al otro día mirás su WhatsApp y se había conectado una hora después de hablar con vos, te empezás a hacer la cabeza. Y lo mismo desde el otro lado, para él también era un embole", agrega sobre la relación con su novio.

Sin embargo, como explica el psicólogo Balaguer, la angustia o el nerviosismo que puede generarse en torno a la lógica de las nuevas tecnologías, depende también de la personalidad de cada uno. "En el caso de la pareja el clavar vistos fomenta los celos. Una persona con un alto grado de dependencia de la otra, esas cosas las vive con mucha angustia. Clavar el visto hace que le ratifican los temores de no ser tenido en cuenta".

Nuevas reglas, nuevas formas.

Si bien es cada vez más corriente que las personas se comuniquen constantemente utilizando las nuevas tecnologías, la socióloga de la Universidad de Buenos Aires, Mariana Palumbo, sostiene que los encuentros virtuales no sustituyen al encuentro físico, sino que lo complementan y amplían. "Es una nueva forma de generar el encuentro y fomentar los lazos sociales", asegura. Y agrega: Lo que sí genera la conexión constante es "la posibilidad de saber más sobre el otro".

De esta forma, la hiperconexión es un modo cada vez más corriente de vivir. "La tecnología siempre ha pautado los tiempos", sostiene el psicólogo Roberto Balaguer. "Uno antes enviaba una carta y sabía que demoraba en llegar un mes igual, eso era lo esperable. Si alguien te contestaba en cuatro meses era una ofensa. Los tiempos, por las tecnologías, cada vez se van acortando más, hasta llegar al tiempo real: si viste un mensaje y no me contestás es como que te hablara cara a cara y vos no me respondieras, es lo mismo. Lo esperable es que me respondas inmediatamente, solamente que ahora hay una pantalla en el medio ".

Sobre el tema, Maximiliano Marentes, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina, plantea, además: "Cabe preguntarse hasta qué punto (con las nuevas tecnologías) no se reactualizan las reglas del erotismo". En este sentido, antes era un concepto que estaba ligado al encuentro físico en un momento determinado. Ahora, agrega Palumbo, las nuevas tecnologías "generan nuevas formas de erotismo".

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