Ya está en librerías Cuerpo y alma, una biografía de Eduardo Mateo a 25 años de su fallecimiento escrita por Carlos Tapia.

Hoy todo músico uruguayo que se precie le rinde culto a Eduardo Mateo. Es el genio. Es el que creó el sonido de guitarra en el candombe. El que introdujo el rock en Uruguay. El que sentó las bases de la música popular uruguaya. El creador de canciones inmortales. El señor del tiempo. El que pavimentó la senda que otros transitaron. Al menos así ha sido desde mayo de 1990 hasta hoy. "Qué sponsor la muerte", dijo una vez su amigo Horacio Buscaglia en referencia a él. Y tenía toda la razón.

Porque durante mucho tiempo a Mateo, nacido en Montevideo en 1940, lo veían en la calle y cruzaban para la otra vereda. Era el raro. El manguero. El mujeriego. El marginal que no tenía donde caerse muerto. El tipo absolutamente pesadillesco con el cual había que dosificar el contacto. El que hacía una música que casi nadie escuchaba y de la que hoy medio mundo asegura ser fan.

A 25 años de su fallecimiento, Cuerpo y Alma, las dos vidas de Eduardo Mateo (Ediciones B, 312 páginas, $ 490), una biografía narrada para la que se hizo casi un centenar de entrevistas, no solo se dedica a repasar la trayectoria artística y vital del músico más influyente de Uruguay en la segunda mitad del siglo XX. También, y precisamente por eso, se bucea en su legado artístico, ese que descubrieron, tardía y póstumamente, varias generaciones arriba y abajo de los escenarios.

Carlos Tapia, el autor, es, además de periodista, músico y actor. De todas estas ramas humanas se nutrió a la hora de escribir este, su primer libro, que incluye varias gemas: testimonios de primera mano, fotos aportadas por familiares y un prólogo de Atilio Pérez da Cunha, "Macunaíma". Especialmente atractiva es la disposición del texto, alternando con acierto capítulos netamente biográficos con otros más analíticos, sin que en ningún momento se pierda el hilo del relato.

"El legado que dejó a la música uruguaya es enorme. No solamente por su concepción de la música, sino también por su actitud con respecto a ella. (...) Cuando un extranjero te pregunta sobre la música uruguaya, uno dice: Escuchá a Mateo", dice Jaime Roos en el libro. Todo dicho.

Con esta historia ambientada en el Montevideo de 1964, preámbulo de épocas peores, Hugo Burel se consolida en la novela negra.

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