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Los varones también quieren "conciliar"

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¿Por qué a la mayoría de los hombres les es difícil estar más con sus hijos, aunque quieran un mejor equilibrio entre su vida laboral y familiar? Un académico estadounidense da respuestas.

La niña no quería lavarse los dientes, por más que su papá se lo pidiera. Su padre, Mohamed El-Erian, había ocupado hace poco tiempo el puesto número 63 en la lista de los cien hombres más importantes del mundo en el área de las finanzas, trabajaba como asesor de Obama y firmaba influyentes columnas en Bloomberg, pero ante su hija no tenía el más mínimo poder. Ante los ojos de la pequeña, él no tenía autoridad alguna como para exigirle que hiciera algo. Para demostrárselo, le trajo un papel en el que había anotado todas las ocasiones en las que había necesitado a su papá y él no había estado. Eran 22. Desde actividades deportivas en el colegio hasta el desfile de Halloween.

Poco después, en setiembre de 2014, El-Erian renunció a su trabajo. En la revista Worth, la que lo incluyó en la lista de hombres poderosos, escribió: "Me sentí pésimo, y por eso me puse a la defensiva. Tenía la excusa perfecta para cada evento al que no había asistido: viajes, reuniones importantes, llamadas vitales, cosas repentinas que había que hacer... Pero me di cuenta de que estaba perdiéndome lo más importante. El balance entre mi vida personal y el trabajo estaba fuera de control. No podía seguir así".

Desde su blog Padres, Trabajo y Familia, Scott Behson —42 años, PhD, profesor en una escuela de negocios en Nueva Jersey y columnista de The Wall Street Journal, Time, Harvard Business Review y The Huffington Post— se ha dedicado a recolectar y difundir historias como estas, con una meta clara: demostrar que la necesidad de lograr un equilibrio entre la vida familiar y el trabajo ("conciliar", como se dice) no es un asunto que atañe solo a las mujeres. Cada vez más, asegura, los hombres que son padres están preguntándose cómo pueden ser exitosos y sentir satisfacción personal tanto en su trabajo como en su proyecto de familia.

"Esta discusión está recién comenzando, y se ve con más claridad en las parejas jóvenes —cuenta—. Hoy, muchos papás quieren tener una relación emocionalmente cercana con sus hijos, mejor que la que ellos tuvieron con sus padres. Los hombres están más involucrados con sus familias de lo que jamás lo habían estado y sienten que al estar lejos de sus hijos pierden mucho. Además, las nuevas generaciones han sido criadas con la idea de que hombres y mujeres son iguales. En la mayoría de los hogares ambos padres trabajan, por lo que las propias mujeres están demandando más ayuda en lo doméstico, lo que ha instalado en la sociedad la idea de que ambos padres debieran formar un equipo, y ha obligado a las parejas a conversar más y mejor sobre cómo se divide el trabajo doméstico".

Pero la sola existencia de estas intenciones no basta para generar un escenario de mayor equilibrio. Así como las mujeres suelen encontrar barreras en su ascenso laboral, los hombres que quieren estar más con sus hijos se enfrentan a una serie de trabas, las que a veces están incluso dentro de su propia cabeza. Quieren ser padres más presentes, pero no saben muy bien cómo hacerlo y las estructuras de trabajo en las empresas no ayudan. "Muchas compañías han tomado medidas para proteger a sus mujeres, porque no quieren perder a esa fuerza laboral, pero muy pocas se han preocupado de cómo los hombres pueden ser exitosos en su vida personal también", acota. Y agrega: "Las empresas que sí están haciendo cambios no lo están haciendo por caridad, sino porque entienden que las medidas que apoyan la parentalidad atraen y retienen talentos y a la vez evitan la caída en el rendimiento que provoca el sobretrabajo crónico".

Este escenario motivó a Behson a escribir el libro Guía de sobrevivencia para padres que trabajan: cómo ser exitoso en el trabajo y en la casa, que llegará a las librerías —en inglés y en Estados Unidos— a comienzos de junio, junto con la celebración del Día del Padre. Ahí, dice, no quiere hablar como el académico experto en administración de recursos humanos que es, sino como un padre más (tiene un hijo de 9 años, Nick), casado con una mujer que trabaja y que ha investigado bastante sobre el tema.

"El-Erian logró reunir suficiente dinero como para poder retirarse con toda tranquilidad. No es la situación de la mayoría, ni renunciar al trabajo es lo que todos quisieran hacer. Pero su caso y el de otros hombres que han tomado el mismo camino han servido para que se hable sobre la necesidad de generar cambios que permitan que las nuevas generaciones no lleguen a enfrentar una decisión tan drástica como la que él tomó", acota Scott.

Atrapados en su rol.

Entre las medidas que Behson considera más importantes está la flexibilidad. Uno de los capítulos de su libro se dedica a la idea de cómo crearla, negociarla y utilizarla. Pero, opina, esta debe darse de manera informal, sin estructuras muy rígidas. "No tiene mucho sentido estandarizar este tipo de políticas, poniendo, por ejemplo, una cantidad específica de tiempo libre, porque las familias no son todas iguales. Si el temor es que la gente abuse de su libertad, me pregunto: si tienen tanta confianza en una persona como para contratarla, ¿por qué no confían en que pueda manejar sus propios horarios? Al contratar la gente correcta, estos temores desaparecen".

Pero todavía son muchos los hombres que incluso teniendo este tipo de libertades en su trabajo, no las aprovechan. Un estudio reciente, de la University of Hastings School of Law, encontró que muchos hombres simplemente no se atrevían a quitarles tiempo a sus trabajos para estar más presentes en sus casas.

"Si un hombre le dice a su jefe que se va temprano porque va a ir al recital de piano de su hija, seguramente tendrá miedo de que su superior o sus compañeros piensen que él no está completamente comprometido con el trabajo, o que no es tan confiable, y que esto podría afectar posibles ascensos. Incluso podría sentir que es menos hombre. Así como las mujeres se ven exigidas en su rol de madres, los hombres todavía nos vemos exigidos en nuestro rol de proveedores; nos quedamos atrapados fácilmente en las expectativas tradicionales con respecto al género. Lo importante es que cada vez hay más hombres que están cuestionando esto, que se dicen a sí mismos: tal vez esto no es lo que un hombre típico haría, pero es lo que me hace mejor a mi familia y a mí mismo".

Tiempo vs dinero.

Es necesario evaluar si el éxito profesional y económico es lo que realmente resulta ser más beneficioso para cada familia. En una de sus columnas más aplaudidas publicada por The Huffington Post, Behson propone una simple ecuación: si uno anota una lista de sus deberes como papá, probablemente pondría en los dos primeros lugares la provisión de los bienes básicos (comida, una casa decente, colegio, algo de ocio) y luego, tiempo disponible para sus hijos. En tercer lugar pondría "cosas mejores" (ropa más cara, nueva bicicleta) y al final, los bienes más exclusivos: vacaciones, casa grande, auto nuevo. Pero lo que ocurre con frecuencia es que gran parte de la energía se gasta tratando de alcanzar los últimos dos ítems, en desmedro de lo que se considera realmente valioso.

"El dinero extra llega por trabajar más horas, o por tener que viajar mucho, todo lo cual no ayuda a la familia. Si alguien gana más, es probablemente porque está menos tiempo en la casa, pero las tareas domésticas igual necesitan hacerse, y esto es causa de estrés para el grupo familiar. Por eso, una vez que se ha cubierto lo básico, necesitamos preguntarnos: ¿realmente necesitamos ese auto nuevo que pudimos comprar gracias a trabajar horas extras? ¿O habría sido mejor usar ese tiempo paseando con la familia en un auto con seis años de antigüedad? Debemos dejar de pensar tanto en lo que los demás esperan, y más en lo que uno, como padre, necesita realmente".

"¿Para qué me meto, si ella hace todo?"

Las mujeres sienten mucha presión por ser madres perfectas; por ser una suerte de "supermamás". Muchas veces, esa presión deriva en lo que en psicología se conoce como maternal gatekeeping (algo así como "mamá portera"); ella es quien define qué debe hacerse a la hora de criar o administrar el hogar común. A mediano plazo, esta actitud termina por cohibir la iniciativa masculina, dice el investigador Scott Behson. "Estas mujeres suelen sobreexigirse. Se estresan mucho, pero no sueltan el control de la casa porque sienten que es su área. La mamá se convierte así en una experta que vigila y corrige todo lo que se hace en la casa, y el hombre pasa a ser solo un ayudador. A la larga, el ayudador piensa: ¿para qué me meto, si ella lo hace todo bien? Por esto se ve tanto que parejas que entran al matrimonio con una división de tareas tipo 50-50 se ven a sí mismas muy pronto en otra situación, donde ellos trabajan más fuera de la casa y se acomodan al rol clásico de proveedor".

A esto se suma una realidad ineludible, dice. "Es importante que los hombres jóvenes aprendan a apreciar una gran verdad que las mujeres identifican tempranamente: una vez que te entregas a una carrera profesional muy demandante, es muy difícil volver atrás sin poner en jaque todo eso por lo cual se han sacrificado tanto. Las escaleras corporativas no son conocidas precisamente por acomodarse a quienes quieren revisar el trato. Además, los grandes sueldos suelen involucrar gastos. Es fácil seguir así, con piloto automático, aunque no sea lo mejor".

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ComportamientoSofía Beuchat - El Mercurio

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