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Theresa May, ¿la nueva Thatcher?

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Theresa May asume como primera ministra británica ante los ojos de la reina Isabel. Foto: Reuters.
POOL

Desde el miércoles pasado es la primer ministra británica. Tiene reputación de ser trabajadora y de siempre luchar para salir adelante.

Theresa May, que desde el miércoles es la nueva primer ministro británica, ha estado en la mira del público durante años. Así que cuando perdió mucho peso en 2013, hubo muchas especulaciones sobre que se había sometido a tratamiento para mejorar su imagen. Luego se supo que May había sido diagnosticada con diabetes tipo I, una enfermedad que requiere inyecciones diarias de insulina. Cuando le preguntaron cómo se sentía, le dijo a la BBC que su acercamiento al asunto era el mismo que ante cualquier otra cosa en la vida: "Seguir adelante y enfrentarlo sin rodeos".

May era, hasta ahora, la secretaria del Interior del Reino Unido que ha ocupado ese cargo durante más tiempo en medio siglo. Ella y la secretaria de Estado de Energía, Andrea Leadsom, debían disputarse los votos de los cerca de 150.000 miembros del Partido Conservador y el resultado sería anunciado el 9 de setiembre. Pero la inesperada renuncia de Leadsom le permitió a May asumir la dirección de los conservadores y el cargo de primer ministra mucho antes.

La flamante inquilina del número 10 en Downing Street tiene la reputación de ser seria y trabajadora, y trata de mantenerse al margen de las intrigas del Partido Conservador. "Sé que no soy una luminaria de la política", dijo recientemente. "No hago giras por los estudios de televisión. No chismeo sobre la gente en los almuerzos. No bebo en los bares del Parlamento".

Tim Yeo, un antiguo colega, recordó que May asistía a sus fiestas pero no solía "atraer un círculo de personas a su alrededor ni provocar risas". Puede ser apropiado en estos momentos, observó, porque "su prudencia le será útil cuando solo haya caos a su alrededor".

Por su tenacidad se le ha comparado con Margaret Thatcher —incluso hay quienes la llaman la segunda Dama de hierro— y también con la canciller de Alemania, Angela Merkel, hija de un clérigo al igual que May.

Nacida en 1956, creció en Oxfordshire, es hija única y tuvo su primer contacto con el Partido Conservador a los 12 años. Fue una estudiante dedicada, nunca se rebeló contra la educación religiosa que recibió y sigue asistiendo a la iglesia.

Al igual que Cameron y Boris Johnson, el antiguo alcalde de Londres que hace poco se retiró de la carrera por el liderazgo del Partido Conservador, estudió en Oxford (aunque algunos años antes que ellos). Sin embargo, mientras que ellos llegaron a través de Eton College y se hicieron miembros del Bullingdon Club, la sociedad hedonista de Oxford, ella asistió a una escuela secundaria estatal y tuvo una vida universitaria más calmada.

Le importaba la política, por lo que participó en la famosa sociedad de debate de Oxford Union y se hizo miembro de la Asociación Conservadora de la universidad. En una de las reuniones de la asociación, una amiga llamada Benazir Bhutto (que luego se convirtió en primera ministra de Pakistán), le presentó a su esposo, Philip May, a quien ella describe como su roca.

La pareja no tiene hijos. "Sencillamente no ocurrió", le dijo al periódico The Daily Telegraph. "Vemos familias todo el tiempo y sabemos que tienen algo que nosotros no tenemos".

May trabajó en la industria financiera, incluso en el Banco de Inglaterra, mientras perseguía sus aspiraciones políticas. Obtuvo un escaño en el Parlamento en 1997 para representar a Maidenhead, un próspero pueblo ubicado al Oeste de Londres, exactamente en la época en que su partido comenzaba un largo período como oposición. Avanzó con rapidez en las filas conservadoras y ganó notoriedad a nivel nacional gracias a un impactante discurso que dio en una convención anual del partido, una ocasión que por lo regular se aprovecha para elogiar a los activistas del sector. "Nuestra base es demasiado estrecha y, algunas veces, también lo son nuestros seguidores", advirtió a sus colegas. "Ya saben cómo nos dicen algunos: The nasty party, (el partido despreciable)".

Cuando los conservadores regresaron al poder después de las elecciones de 2010 en una coalición con los liberales, recibió un ascenso al ser designada secretaria del Interior, uno de los cargos más prestigiosos en el gobierno, y un nombramiento que quizá no habría recibido si Nick Clegg, el líder del Partido Liberal Demócrata, hubiera exigido ese puesto. En su lugar, se convirtió en primer ministro adjunto sin responsabilidades departamentales, y así le abrió el camino a May.

Su talón de Aquiles es la inmigración, que es parte de sus responsabilidades como secretaria del Interior. Cameron prometió reducir la inmigración neta a menos de 100.000 personas por año, pero en repetidas ocasiones no se ha alcanzado el objetivo.

Se considera a May un poco más de derecha que Cameron, aunque apoyó su proyecto de legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo. Cuando se convocó el referendo de la Unión Europea, se dudaba que fuera a hacer campaña a favor o en contra de la pertenencia. Al final apoyó los esfuerzos de Cameron para permanecer en el bloque, pero no habló mucho. Por eso pudo presentarse como una candidata de unidad para su partido, que sufrió divisiones profundas con ese tema.

May intentó tranquilizar a los partidarios de las políticas más estrictas con la promesa de que no intentará permanecer dentro de la Unión Europea, ni tampoco regresar por la puerta trasera. "Brexit es brexit", dijo con firmeza, lo que confirmó que negociará la salida del Reino Unido del bloque de frente y sin rodeos. *The New York Times

Va a misa y su hobby es la cocina

Casados desde hace 35 años, su marido se ha convertido en su principal apoyo. Juntos comparten la afición por el criquet, una de las cuestiones que hacen que el público la vea un poco más humana. Otro de sus hobbies es la cocina, que practica a la manera intuitiva y libre de Jaime Oliver. Hija de un clérigo protestante, sigue asistiendo a misa cada semana.

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Theresa May asume como primera ministra británica ante los ojos de la reina Isabel. Foto: Reuters.

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