El miedo es un asunto serio. Vivimos con miedo y no es una sensación como alguna vez dijo alguien creyendo que estábamos jugando en el tren fantasma. Es una convicción que se tiene.

WASHINGTON ABDALA

Y somos lo que creemos, y si creemos que tenemos miedo, lo tenemos. Basta ver la realidad. Somos la sociedad del miedo. Y le pasa al pobre, al rico y al clase media. El miedo es democráticamente policlasista.

Básicamente la sociedad (mundial) aumentó su nivel de violencia cualitativa como nunca antes en la historia de la humanidad. No en lo cuantitativo, ya no tenemos exterminios masivos, pero ahora se observa otro nivel de violencia desconocido. Es una violencia loca, psicopática, sociopática, que no se fundamenta específicamente en algo concreto, y no nace exclusivamente para robar, emerge para dañar, por tensión social y para marcar territorio (no estoy incluyendo al terrorismo en este análisis).

La violencia actual se ha ido adueñando de espacios urbanos que antes no eran de su incumbencia. Ese es el drama del presente. La violencia avanza paso a paso (¿poder?) y no se la puede detener en la vida cotidiana. Todos saben que pasan "cosas" pero no hay como frenarlas. Solo la vemos por las cámaras. Orwell tenía razón. El Gran Hermano es absoluto. Desde un shopping a una esquina, cualquiera puede tener su momento "violento" y su minuto mediático.

La violencia en el tránsito nada tiene que ver con la del pasado. ¿La tensión social aflora por allí? ¿Descargamos la locura apretando un acelerador y ladrándole a otro que circula a nuestro lado? (Relatos Salvajes) ¿Las normas están diseñadas para ese enjambre o son algo estúpidas al final del camino? ¿Los inspectores son caza bobos (multadores) o pretenden educar? Algunas respuestas son obvias, otras no tanto. No se educa un pepino y solo se reprime mal. El ciclo perverso se retroalimenta.

Las calles y algunos barrios, siempre, en todos los tiempos, fueron (y serán) territorios donde hay violencia. Hoy, se puede tener un altercado violento en cualquier lado. No hay zonas encriptadas ¿Qué pasó? La respuesta política es afirmar que no hay liderazgo en el poder. Vale, pero no alcanza con semejante afirmación. Es más profundo el tema. La sociedad actual tiene un nivel de violencia ínsito que hace detonar conflictos que antes parecían impensados. ¿O acaso era imaginable que a docentes o maestros los tomarán a trompadas las madres de los alumnos? ¿Es normal el grado de ira que leemos en las redes sociales? Ese grado de alienación no existía. O sea, que falla el sistema, falla la educación en su conjunto que no logra introducir valores, pautas de conducta, nociones de convivencia y sentido colectivo donde un límite está en no levantarle la mano al educador. Claro, si en el hogar el menor observa como el padre le parte le cara a la madre, perdimos todos. Y en esas estamos, nosotros, los más alfabetizados del Sur, los que no teníamos ni-ni, los que tenemos desertores de a miles en los liceos y los que tenemos más de 1.200 procesamientos por año relacionados con la droga. ¡Sabelo!

Lo del fútbol (por mirar otra ventana) ya causa repugnancia. No se puede ir a ver un partido en paz. Y lo más absurdo del asunto es que los clubes le pasan la pelota al Ministerio del Interior, éste se la devuelve a los clubes y nadie resuelve nada. Bien uruguayo eso. Y todos salen en la tele relajándose entre sí. El resto miramos. Resultado: vamos a terminar con partidos con las hinchadas de un solo cuadro. Estamos a poco tiempo de que esa sea la "ultima ratio" (y tampoco lo será porque habrá violencia a dos cuadras del Estadio con los imbéciles de turno).

O sea, "miedo" hay y mucho. Me dice un amigo que a su hijo se lo quisieron secuestrar. Así como lo escribo. El intento fracasó, por suerte. ¿Recuerdan lo de Milvana? Pues parece que arranca eso de forma más industrial. A poner atención entonces porque está jodida la cosa. Muy jodida. Entonces, tener miedo es algo normal, casi lógico. No tenerlo sería absurdo.

CABEZA DE TURCO i washington abdala