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Cuando el problema es el látex

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Gabriela tuvo que dejar la práctica clínica por este problema.

Aunque el personal que trabaja en la salud suele ser el más afectado, la alergia a este material muy presente en la vida cotidiana puede manifestarse de varias formas.

Graduada de odontóloga Gabriela Chromoy se vio forzada a abandonar la práctica clínica. No fue porque sintiera que su vocación se esfumaba o porque hubiera decidido buscar nuevos horizontes: un buen día descubrió que es alérgica al látex.

"Ya había empezado con problemas en la piel por el uso de guantes, pero súbitamente tuve una reacción grave por el contacto de ese material con una mucosa. El doctor Francisco Cultraro me diagnosticó en 1999, fui una de las primeras de mi hospital", recuerda.

Chupetes, tetinas de biberón, globos, bombitas de agua, elásticos de la ropa, preservativos... El látex es un material ubicuo con el que se elaboran numerosos productos, tanto de la vida cotidiana como de uso médico, con los que todos estamos en contacto desde la primera infancia. Cualquiera puede volverse alérgico, pero las posibilidades aumentan cuanto mayor es el contacto con el material, por la piel, por mucosas, por inhalación o por vía sanguínea.

Para la odontóloga, debido al incremento en el uso indebido e indiscriminado de adminículos hechos de látex en distintas áreas ajenas a la salud (como el empleo de guantes en gastronomía), estaría aumentando el número de personas que se está sensibilizando sin saberlo.

El doctor Gustavo Marino, jefe de Alergia e Inmunología del Hospital Austral de Buenos Aires, coincide: "Es una epidemia que comenzó hará 14 o 15 años y cada vez hay más pacientes —afirma—. Entre el 3 y el 4% de los internados en el hospital tienen alergia al látex. Es todo un problema, porque los émbolos de las jeringas lo contienen, las vías, las máscaras... Además muchos también son alérgicos a determinados alimentos. Por eso en el Austral tenemos quirófanos y un programa libre de látex. En Inglaterra, incluso hay hospitales latex free".

Látex es un término general que puede aplicarse a cualquier suspensión coloidal de micropartículas de polímero en un medio acuoso, pero el que resulta problemático es el obtenido del líquido lechoso que se extrae del árbol del caucho (Hevea brasiliensis, originario del Amazonas, pero que ahora se cultiva extensamente en el sudeste asiático).

"El látex alergénico no es el sintético, sino el natural —explica Chromoy—. Son las proteínas vegetales las que gatillan una cadena de respuestas nocivas para el organismo que pueden comprometer seriamente la vida. Provocan una reacción sistémica como la que puede sufrirse por la picadura de una avispa".

La alergia al látex puede manifestarse de diversas formas. Algunas son aparentemente inocentes, como enrojecimiento, urticaria o dermatitis de contacto. Pero también puede desencadenar asma, problemas gastrointestinales o circulatorios, y hasta anafilaxia con edema de glotis, paro cardiorrespiratorio y muerte. Es un problema médico importante, explica Chromoy, pero debido a que tiene un período de latencia entre la sensibilización y la aparición de síntomas, no es tan conocido o puede ser minimizado.

La proteína del caucho que produce la alergia es altamente soluble en los líquidos corporales y puede desatar una catarata de sucesos biológicos. Cuando entra en contacto con la piel (por ejemplo, por el uso de guantes), se solubiliza e ingresa en el organismo. En ese momento es reconocida por un tipo de glóbulos blancos llamados macrófagos. Éstos le transmiten la información a otra población de glóbulos blancos, los linfocitos B, que se transforman en células fabricantes de grandes cantidades de anticuerpos específicos para ese alérgeno, las inmunoglobulinas E (IgE). Estos anticuerpos pasan rápidamente a la sangre y se fijan en los mastocitos, células que sintetizan y almacenan la histamina, una sustancia clave en los procesos alérgicos.

"Cuando el sujeto se sensibiliza, no presenta ningún síntoma en particular —subraya Chromoy—. Pero otro tipo de células inmunológicas, los linfocitos T, son capaces de recordar ese primer contacto durante años. Al tomar contacto por segunda o tercera vez con el material, entran en acción las inmunoglobulinas E, que producen la liberación de la histamina, que es la que gatilla los síntomas". Debido al tiempo de exposición y a la gran cantidad de productos y dispositivos que lo contienen en el ámbito de la salud, el personal sanitario integra los principales grupos en riesgo. 

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Gabriela tuvo que dejar la práctica clínica por este problema.

SALUD La Nación/GDA

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