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La otra primavera

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Las alergias de la primavera

SALUD

Las alergias que llegan con el cambio de estación se explican por factores ambientales y genéticos. Expertos aconsejan consultar al médico y no tener temor a la medicación.

A Maite le encanta la primavera, salvo por un pequeño detalle: los plátanos y sus pelusas que se adueñan de Montevideo. Cuando sale a la calle, los lentes de sol se convierten en su escudo. Si los olvida, el riesgo es picazón en los ojos que, ya le pasó algunas veces, se puede convertir en párpados hinchados y una visita a la emergencia.

Flores y viento para las cometas, bien podrían estos ser los únicos síntomas de ese equinoccio primaveral de cada setiembre. Pero no. En ciertos períodos del año, explica el especialista en alergias y exjefe del Servicio de Alergia y Asma Infantil del Hospital Pereira Rossell, Juan Carlos Baluga, los alérgenos extradomiciliarios (pólenes y hongos anemófilos) aumentan su presencia en el ambiente, generando así lo que en lo cotidiano se denomina "alergia a la primavera" (o al otoño).

"Cuando estoy en la parada y veo a gente que está sufriendo como yo, pienso: Te re banco", dice Maite y agrega: "Me doy cuenta de que no soy la única". Como detalla Baluga, en Uruguay, un 25 por ciento de la población padece alguna enfermedad alérgica, y las más comunes son las respiratorias.

Defensas.

"La alergia es en realidad una exageración del organismo. Un mecanismo de defensa frente a algo que le hace mal", define la médica alergista Estela Puig. Por su parte, Baluga sostiene que se trata de "un proceso inflamatorio que puede ser agudo, una reacción grave por la picadura de un abeja, por ejemplo, o de una afección crónica, como es el caso de las alergias respiratorias".

Si usted es alérgico, probablemente experimente en estos días picazón en los ojos, puede que también le venga una tos cansativa, le sorprendan unos cuantos estornudos y le salga agua "despiadadamente por la nariz", como le sucede a Maite. Le pasó en otoño y ahora, con la llegada de la primavera se repite. "No significa que con la primavera el individuo cambie", precisa Baluga. Cuando una persona es alérgica, la predisposición a manifestarlo la tiene todo el año. "¿Qué cambia? Lo ambiental, al haber más aeroalérgenos, los síntomas se generan más".

Maite no es la única de su familia que pasa por eso. También su padre y su hermana gemela sufren de alergias. Y es que, como explican Puig y Baluga, además de las circunstancias del ambiente al que se está expuesto, hay condiciones genéticas que predisponen a las personas a este tipo de enfermedades.

"El individuo predispuesto (por antecedentes de familiares alérgicos) genera en su organismo inmunoglobulina E, va sensibilizando distintas mucosas de los ojos, del aparato respiratorio alto (nariz y garganta), llegando incluso a los bronquios", según explica Baluga. Este proceso se exterioriza a través síntomas como la conjuntivitis alérgica, los estornudos, la secreción nasal, picazón en nariz, garganta y oídos, conformándose muchas veces manifestaciones asmáticas.

Los alérgenos.

"Cuando ves un rayo de luz en una habitación oscura, ves partículas que están en suspensión. Eso lo estás inhalando, ahí hay pólenes, hay hongos, ácaros del polvo doméstico", ilustra Baluga. En esta época del año esas sustancias aumentan, pero no solo eso. Sino que "cada especie de plantas libera el polen en los mismos meses del año: los árboles en la primavera temprana, las hierbas durante primavera y verano y las malezas en verano tardío y otoño. Esto justifica que el paciente repita los síntomas todos los años en la misma época", señala.

En referencia a este tema, Puig añade que desde que se realizaron los primeros mapas polínicos en Uruguay, la situación ha cambiado mucho: "No teníamos todo lo que tenemos ahora que se planta trigo, sorgo, soja, robles y cada vez más olivos". La especialista cuenta que junto a un equipo de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República están tratando de analizar cuáles son los pólenes y los hongos que aparecieron con las distintas plantaciones.

¿Automedicación?

Baluga observa que las enfermedades alérgicas, como la rinitis (una de las más molestas), aparecen el 80 por ciento de las veces antes de los 20 años, y gran parte de los casos surgen, incluso, antes de la adolescencia. "Eso es muy importante", destaca, "porque cuanto más precoz es el diagnóstico, antes se comienza el tratamiento y se mejora la calidad de vida del paciente".

Para tratar las alergias, lo primero que tiene que haber, según el especialista, es un correcto diagnóstico, para evitar confundirlas, por ejemplo, con un resfrío. En esta instancia entran en juego tanto el entorno familiar con antecedentes de alergias como el hecho de que se trate de una persona con sintomatología crónica recurrente sobre todo en otoño y primavera.

Una vez hecha la evaluación, el paciente puede pasar a tratarse con medicamentos preventivos, que funcionan para el alivio de los síntomas. Es en ese suministro que entra en juego la automedicación con las indicaciones adecuadas.

Consultada sobre las consecuencias de la automedicación, la doctora Puig enfatiza en que para ella en Uruguay sucede todo lo contrario: "La gente tiene miedo a medicarse"; y destaca la relevancia del medicamento como un "aliado" tanto para el médico como para el paciente, siempre y cuando se suministre de forma debida. Para el doctor Baluga, la automedicación es necesaria, pero claro, con control e instrucción de un especialista.

Tras el diagnóstico, se realizan estudios de sangre y cutáneos para investigar a qué ese paciente es alérgico, y una vez determinado el alérgeno, se puede hacer un tratamiento de desensibilización o inmunoterapia. Y, aclara Baluga, "si hay alérgenos que se pueden evitar, evitarlos".

El alergista destaca que, si bien en el caso de las alergias respiratorias la importancia no radica en la gravedad, porque en general no ponen en riesgo la vida del paciente, lo que si se altera en alto grado es la calidad de vida tanto a nivel personal como familiar. "Su forma moderado-severa altera la calidad de vida de los pacientes, su relacionamiento social, el sueño nocturno, rendimiento escolar, laboral y productividad".

La automedicación se convierte en un paso necesario para poder mejorar, ante todo, la calidad de vida. Para Maite tomar lo que le recomendó su alergista no es cosa de siempre. Pero cuando está "muy atacada", lo consume por unos días y se siente "como nueva".

Combatirlas desde lo más natural.

Muchas veces, además de los fármacos recomendados por los especialistas, hay quienes buscan un complemento en las consideradas alternativas más naturales y menos invasivas. Desde las homeopatías hasta la rinofototerapia, aquí algunas opciones:

Aguas de mar. Se puede comprar en farmacias y, al usarlas, lo que se logra es llevar una adecuada higiene nasal generando una barrera para los famosos alérgenos.

Infusiones. Si lo que se busca es aliviar los síntomas de una alergia, el té verde puede ser una buena opción, al igual que el de Rooibos o una infusión de menta. Los dos primeros actúan como antihistamínicos y el tercero trabaja la nariz obstruida y mucosas irritadas.

Homeopatías. Producidas a partir de los mismos alérgenos, permiten desensibilizar el organismo frente a estos, funcionando así como mecanismos preventivos.

También dan problemas en la piel.

A nivel cutáneo lo más frecuente son la urticaria y la eccema, explica el dermatólogo Pablo Pera. En primavera, el microclima especial que surge con la humedad y el aumento de la temperatura, conlleva el desarrollo de alérgenos como son los ácaros y mohos, dando así un "empuje de alergias" que se manifiestan en la piel. Lo recomendable, señala, es evitar todo aquello que reseque o irrite la piel. Para Pera, la vitamina A merece una mención especial en las soluciones: "Se emplea desde hace muchos años con éxito para mejorar la sequedad y la descamación".

Estudian pólenes en plantaciones.

El estudio que realizan expertos y la Facultad de Ciencias sobre los nuevos tipos de pólenes en las plantaciones será de importancia a la hora de estudiar su influencia en las alergias. Además, "en el mundo cada vez crece más (tanto alergias como el asma) porque estamos más sometidos a respirar e ingerir cosas que no deberíamos. Desde la polución de gases, hasta los colorantes y conservantes, incluso la cera que se le pone a las frutas y los alimentos a los que están expuestos los animales", precisa la médica alergista Estela Puig.

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