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El porno para mujeres gana terreno

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Erika Lust es una de las directoras preferidas por las mujeres. Aquí en pleno rodaje.

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El género suma cada vez más adeptas que se animan a mirarlo y a contarlo; valoran las escenas realistas y que las protagonistas ya no sean tan solo objetos de deseo.

La primera aproximación fue a partir de la serie de Netflix Turned On de la que había escuchado hablar entre amigas. Una tarde sin nada que hacer, decidió ver de qué se trataba. "La miré por curiosidad, porque me llamó la atención. Ahí había un capítulo donde hablaban de Erika Lust, la realizadora de películas de porno femenino y dije, ¿de qué se trata esto? Me dio por ver sus películas. Me gustan, tienen una estética femenina", dice Anna, de 32 años. Ella jura que nunca antes había tenido aproximación al mundo de la pornografía. Ni había sentido curiosidad.

Pero esto era distinto: acá había cuerpos sin siliconas, historias un poco más interesantes, porque muchas de ellas surgían a partir de fantasías que les hacían llegar a la realizadora sueca mujeres reales. Hoy Anna confiesa que mira pornografía y lo dice con naturalidad, sin que le genere nada especial. "No es algo que ando contando por ahí. Pero soy abierta con el tema, me gusta ir corriendo límites. Considero que el porno es uno más que corrí".

El gran cambio en la industria del porno se dio con Internet: la mirada individual, privada, en un dispositivo personal, hizo que muchas mujeres accedieran a contenido hot de manera mucho más discreta. Según el observatorio de Internet en la Argentina, el 64% de las personas que miran pornografía a través de un smartphone son mujeres. Y ellas permanecen más tiempo en sitios hot (poco más de 10 minutos) que los hombres (unos nueve). Todo un símbolo de cómo han cambiado las cosas.

El otro gran cimbronazo fue el surgimiento de una mirada femenina en una industria siempre manejada por hombres, con realizadoras que cambiaron el enfoque y el rol de la mujer: de ser una mera partenaire cuyo objetivo era darle placer al hombre, se empezó a contar historias donde el hombre también busca darle placer a su compañera. Además de Erika Lust, Lucie Blush y otras tantas directoras se pusieron detrás de cámara para filmar escenas de alto voltaje con estéticas cuidadas y con protagonistas "reales" que recrean una relación sexual bastante más cercana a lo que pasa dentro de las habitaciones de "la gente común", que lo que el género hecho por hombres venía mostrando.

"En el porno tradicional la mujer es vista como un objeto, existe una sumisión por el hombre a comparación del porno feminista donde las mujeres toman las riendas del asunto. A las mujeres generalmente les gusta el cine erótico, que es un cine bastante más cercano a lo conocido como el porno feminista. En las películas hay una trama, está presente la famosa previa, y el relato te lleva de a poco al clímax como sucede en las relaciones sexuales reales. Esto es importante porque el porno tradicional va directo a la escena hot y la mujer en general no quiere ver directamente a un pareja teniendo sexo", dice Francesca Gnecchi, que se especializó en sexualidad humana en la Universidad Autónoma de Barcelona y cursa un máster en la Universidad de Chile.

Otra cuestión que genera empatía son las protagonistas: gordas, flacas, normales, madres, amas de casa, profesionales... El abanico es grande, aunque todas tienen algo en común: la búsqueda del placer. Los hombres también entran dentro de lo que puede llamarse un parámetro de normalidad: tamaños de pene promedio, con pelos en el cuerpo, pelados y con panza. "Son compañeros sexuales a los que les gusta obtener placer pero también darlo y dejan que la mujer pueda llevar las riendas de la relación".

Gnecchi sostiene que a pesar del empoderamiento femenino que se refleja en varios ámbitos de la vida, en el plano sexual falta un poco más. "Buscamos a través de la comercialización de las películas de Lust colaborar con el empoderamiento sexual de la mujer. Muchas mujeres encuentran en el porno femenino un nuevo mundo para compartir con sus parejas o ver solas y atreverse a ir un poco más allá".

Viviana Wapñarsky, psicóloga y sexóloga clínica, también habla del empoderamiento femenino, como motor para animarse a más: "La mujer se da más permisos que antes y habilita la posibilidad de ver porno sola o en pareja. Salió del lugar de cosa: decide y busca lo que le gusta y entonces empezaron a surgir realizadoras que le hablan de sus gustos, necesidades. El porno femenino es una novedad y como toda novedad explota hasta que encuentra su punto de equilibrio. También están las nuevas vías de acceso: ellas, como los hombres, también se pasan escenas por WhatsApp, se recomiendan películas. Circula y llega a todos lados, no es que hay que ir a buscarlo".

Para la sex coach Mariela Tesler, el porno femenino no solo es una buena noticia para la mujer, que deja de estar en un lugar de objeto y pasa a ser sujeto u2014y muy activou2014 de esa relación, sino también para el hombre, que puede aprender cómo satisfacer a su pareja. "Muchas vienen y me preguntan: ¿cómo le digo que quiero que me haga tal cosa? Además de decirlo claramente, yo les sugiero que miren porno femenino. Es un recurso no solo para disparar el deseo, sino también para aprender". 

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