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No se olviden del guionista

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Oscar Estévez (Foto: Ariel Colmegna)

Cómo desarrollan su tarea en Uruguay los profesionales de cuya pluma y creatividad surgen la risa, la emoción o el entretenimiento.

LUIS PRATS

La carcajada desatada por el chiste del humorista, la emoción que despierta un cuplé, la situación dramática reflejada en la pantalla grande o el comentario oportuno de un presentador de televisión: todos tienen un mismo origen de tinta y papel que a veces pasa inadvertido para el público.

Que el letrista no se olvide, decía el Canario Luna, pero antes de que su garganta la convirtiera en canción inolvidable, las apelaciones a la hinchada del Basáñez, a los mil pegatineros o a los locos de Millán salieron de la pluma de Raúl Castro. Por algo el primer homenaje es para "los versos de Gamero", un gran letrista de Carnaval.

Entonces, que el público no se olvide de los guionistas, los que colocan los primeros tornillos en el proceso industrial de la risa, la lágrima o el entretenimiento. En Uruguay hay un puñado de ellos que puede vivir de la profesión, casi siempre destilando creatividad en horario de oficina y también soñando con el gran proyecto que les permita dar rienda suelta a toda su expresión.

La televisión, el cine, el Carnaval, el stand up son sus ámbitos, aunque la especialización absoluta no existe y todos han hecho de todo.

Experiencia.

Uno de los guionistas de más extensa trayectoria es Andrés Tulipano, quien desde la década de 1980 creó formatos y escribió guiones de todos los géneros en TV. Además, como autor teatral estrenó más de 40 espectáculos en 15 países. Durante más de 30 años trabajó para Canal 12; desde hace tres se desempeña para productoras nacionales y cadenas internacionales. "Esta actividad me lleva a viajar mucho e impide que le dedique más tiempo a escribir, pero igual me las estoy ingeniando para terminar dos comedias que debo entregar antes de fin de año, una para España y otra para México", cuenta.

Tulipano considera "fundamental" el papel del guionista, pues es "el que desarrolla la idea inicial, el que la baja a tierra y la pasa a papel". El guionista "siempre sabe hacia dónde va, cuál es el final, y eso es básico en cualquier emprendimiento", dice.

¿Y cómo se llega a un buen guión? "Así sea para escribir el guión de un comercial de 20 segundos o una película de dos horas, hay que tener claro lo que se quiere contar, bajar la idea general en cinco renglones y conocer las técnicas adecuadas para desarrollarla —explica—. Después, disciplina, tener un método de trabajo".

Considera que siempre hay trabajo para este oficio". "El guionista es un creador de contenidos, y un buen contenido mejora toda propuesta, por ejemplo en televisión. Aunque el primer paso para que haya más guionistas es que los responsables de las propuestas televisivas tengan claro que el contenido mejora cualquier programa, sea del género que sea", afirma.

Risa.

Sebastián Seba González siempre quiso hacer reír a la gente. Ahora está enfocado en el stand up. Ofreció un espectáculo (Estos) con otros colegas en la sala chica del teatro Metro. Y les fue tan bien que se despiden en la sala grande del Metro, este jueves 19. Pero en algún momento pensó que la vía para esa diversión era la publicidad. Estuvo cuatro años en una agencia y siempre quiso hacer avisos como los de la cerveza argentina Quilmes, pero la realidad del trabajo resultó más aburrida.

Un día se quedó sin el empleo, pero con una oportunidad: ya había descubierto su vocación por escribir guiones y sobre todo, por el stand up. Estuvo algunos años en Bendita TV y el 1° de junio pasó a Canal 12 con Desayunos informales. Había hecho un casting para estar delante de cámaras. No quedó pero a Marcel Keroglian le gustó y ahora interpreta sus guiones.

"Ahora tengo dos laburos. De lunes a viernes de ocho a cinco para el canal. Y de noche algún evento, cumpleaños, boliche o teatro. Solo descanso los domingos. Vivo bien, como no tengo hijos no tengo tanto gasto. Estamos en el Uruguay, hay que tener varios quiosquitos", asegura González.

"A veces la gente me dice: Contate un chiste. Pero no cuento chistes, hago monólogos. No te voy a contar el chiste del gallego que tiene una botella vacía en la heladera por si cae alguno que no quiere tomar nada…", ironiza. Para eso hizo cursos acá y en Buenos Aires, que le dieron las herramientas para escribir su material. Tienen que ser temas atemporales, porque las referencias a la actualidad se las deja a su labor con Keroglian. "Mi unipersonal dura unos 50 minutos y llegar a eso no es fácil. Hay que probarlo, hacerlo varias veces para que pase por el cuerpo y lo tenga asimilado. Si uno hace algo de actualidad, a las dos semanas es viejo. Puedo hacer un chiste buenísimo con la cola por los Stones, pero en dos semanas ya no sirve!, indica.

"Arriba del escenario digo cualquier cosa, jodo con que soy gay, que mi madre es mala persona o soy soltero. Lo único importante es que la gente se ría. Cada uno va hasta donde quiere, cruza la línea hasta donde quiere", cuenta. Asegura no tener problemas de timidez sobre el escenario, aunque abajo es todo lo contrario: no festeja sus cumpleaños porque no le gusta ser el centro de atención. Su sueño es poder interpretar sus guiones frente a cámara. Y en el largo plazo, conducir un late night show al estilo estadounidense.

Carnaval.

Eduardo Rigaud subió por primera vez a un tablado con su padre, murguista, a los cinco años. Hoy define al Carnaval como "un maravilloso legado de pasión que me dejó mi papá". Por eso, aunque escribe jingles, piezas publicitarias, canciones (y llegó a hacer los guiones de programas como Los viajes del 12 o Rio en Carnaval, así como ficciones en Canal 10), se siente, sobre todo, letrista. Su primer texto lo escribió en 1984 para Momolandia. Después sacó conjuntos propios y trabajó para otros. En 2015 obtuvo el primer premio con la murga Los Patos Cabreros y el segundo con los parodistas Los Muchachos; en 2016 estará de nuevo con ambos.

La tarea le lleva todo el año. "En Carnaval no hay descanso. El nivel de sus espectáculos requiere que estés siempre alerta a lo que sucede y lo que dice la gente. El Carnaval y preferentemente la murga son la voz de la gente. Sin importar los gobiernos, la murga tiene que ser contestataria, aunque a la vez tiene que ser alegre", enfatiza.

¿Cómo elige los temas? "Normalmente cada conjunto tiene un equipo de trabajo que decide todos los aspectos del espectáculo. A veces el director da la idea y hay que trabajar sobre ella. Pero he sido afortunado y en muchos casos tuve la libertad de crear el espectáculo que yo quería", señala. Sin embargo, los textos siempre se ajustan: "Los actores, los cupleteros, están para maximizar con su capacidad lo escrito. Es un ida y vuelta que tenemos siempre con los compañeros. No hay que truncar la espontaneidad. Todo es mejorable".

Rigaud considera que el trabajo del letrista está bien reconocido. "El Carnaval nos ha abierto muchas puertas. Además, en el concurso oficial hay dos rubros que tienen más puntaje, textos por un lado y cantos y arreglos por otro. Y tuve la suerte de obtener muchos premios".

Informes.

Gonzalo Lechu Gómez también comenzó en la publicidad: fue creativo de una agencia durante siete años. "Luego me empecé a cansar del asunto y me fui abocando a intentar a generar contenidos televisivos", recuerda. El camino no fue fácil, porque hizo o participó de pilotos de programas de humor "y no pasó nada". Terminó renunciando a la publicidad y empezó a trabajar en productoras. Lo llamaron de Canal 12 para armar un programa para el Licenciado Petinatti y tampoco salió, pero después fue contratado para hacer La Púa con Carlos Dopico.

Un bendito día de 2006 lo llamaron de Bendita TV, que acababa de salir. Junto a otros guionistas y productores estuvo a cargo de los informes. Y hasta hoy continúa en el exitoso programa de Canal 10 (también hizo, entre otras cosas, ficciones como Bienes gananciales y Hogar dulce hogar).

"Sigo haciendo informes en off. Y para el piso, a partir de los informes, pensamos pautas de conversación sobre esos temas para los conductores y los invitados. Incluso para hacer un pequeño gag, si cabe. Lo que se da son pautas, cosas más o menos ingeniosas que vinculen a los invitados con lo que vimos en el tape", cuenta.

Gómez aspira a volver a hacer ficción, aunque admite que resulta difícil porque es caro. Y lamenta que se pierda la experiencia lograda en el 10 por el grupo que trabajó con el director argentino Eduardo Ripari. "Yo laburé en la primera y la última ficción y comprobé que se había mejorado mucho, se habían optimizado muchos los recursos", comenta.

Imaginación.

A menudo se recuerda a Fernando Schmidt por haber escrito para Antonio Gasalla, pero su trayectoria empezó mucho antes y sigue hoy con varias propuestas: Sonríe, te estamos grabando en Canal 12, Consentidas en el 10, una serie de animación de Coyote Sociedad Animada y un road show para la televisión chilena.

"El guión es el programa en el papel, por lo que es impensable un contenido televisivo sin un guionista detrás. Alguien dijo que el guión es el boleto para el viaje de una idea de la cabeza del autor a la del receptor. No todo guión asegura un buen programa, pero no hay buenos programas sin buenos guiones", asegura.

Schmidt admite que la industria audiovisual uruguaya tiene sus limitaciones, por lo cual el desafío es diseñar formatos ajustados a esa realidad. "En lugar de lamentar las carencias presupuestales, tenemos que proyectar a partir de ellas". Y pone un ejemplo: "Un director de programación le dijo una vez al guionista y director argentino Sebastián Borensztein que no tenía lugar para sus programas de ficción tan buenos como costosos. Él lo tomó como un reto. Se puso a pensar en la ficción más barata que alguien se pueda imaginar: un decorado, dos o tres actores y media jornada de grabación. Cualquiera se desanimaría, él creó una de las mejores series de la historia de la televisión argentina como es Tiempo Final".

Director y guionista de cine.

Federico Veiroj es director de cine (Acné, La vida útil, El apóstata) y a la vez fue autor o coautor de sus guiones. Hasta ahora no filmó uno ajeno, pero asegura que le encantaría.

"En mi caso, la escritura del guión ha sido siempre al comienzo del proceso de realización. En las tres películas comencé a filmar con guiones escritos, pero los ajustes, cambios y nuevas propuestas durante el rodaje han sido moneda corriente, incluso también en el montaje", señala. Y reivindica la libertad del director para trabajar ese guión, aunque debe saber leerlo entre líneas.

Docencia en escritura de guiones.

Algunos guionistas complementan su labor creativa dictando cursos o talleres sobre su especialidad. Dos ejemplos de ello son Fernando Schmidt y Andrés Tulipano. "Tengo un taller abierto que no requiere ningún tipo de formación ni aprendizaje previo. Esto hace que la convocatoria sea muy amplia. No todos saben lo que van a buscar, pero todos los que se lo proponen logran transformar sus ideas en potenciales contenidos televisivos", explica Schmidt. Tulipano, en tanto, desarrolla el proyecto "Uruguay escribe", que ya abarca seis departamentos y lo lleva a viajar continuamente. Cuando le propusieron escribir una obra sobre el universo femenino, lo consultó a sus alumnos de un taller de guión que dictaba, donde eran mayoría las mujeres. El resultado fue Bravas. Y una de sus protagonistas, Glenda Rondán, lo impulsó a seguir un proyecto de difusión más ambicioso. "La respuesta fue sorpresiva, multitudinaria. En el interior hay mucha gente con talento para escribir y con ganas de hacer", cuenta Tulipano.

OSCAR ESTÉVEZ.

El terror, Cannes, los Emmy.

A Oscar Estévez no le gustan las películas de terror. Sin embargo, fue el guionista de La casa muda, un film del género que llegó al Festival de Cannes. "Gustavo Hernández y Gustavo Rojo me llamaron para escribir el guión de una peli. Quedé recontento pero me encontré que era de terror. Me dieron dos películas como referencia, miré 40 minutos de una y no aguanté más. Se las di a Federico Roca, que trabaja en muchos de mis proyectos, porque a él le encantan. Le dije: Miralas y decime de qué va. Lo único que tuve que hacer fue meterme en el personaje de Laura y después la escritura fluyó. Le tenía miedo y terminó dándome muchísimas satisfacciones", explica.

Guionista y director, trabajó tanto en cine como en televisión (Constructores, Uruguayos campeones, entre otras). Ahora está en la postproducción de su primera película como director, El sereno. Hizo el guión del documental Héroes de la comunidad para Estados Unidos que obtuvo dos premios Emmy. Además, da clases en la escuela de actuación y oficios audiovisuales La Escena (la foto que abre esta nota, justamente, es del taller "Para no actuar frente a cámara").

"Cuando se hace una serie de TV en continuidad uno va dosificando las cosas que pasan en el tiempo, se hace un esquema a largo plazo de lo que uno quiere contar. El propio devenir de la serie y sus repercusiones hacen que el plan vaya cambiando. En el cine es todo mucho más intenso y a la vez, en general, es un proceso mucho más largo. Un guión de cine tiene muchas idas y venidas, correcciones y reversiones. Puede pasar mucho tiempo, hasta años, antes que la película vea la luz", explica.

Pero si como guionista le toca trabajar con otro director, admite que "hay que ser permeable" a lo que este pretende. "Hay que saber cuál es tu papel en un proyecto audiovisual. Allí el guión es una parte muy importante pero, en definitiva, una guía para el trabajo futuro. El director será quien resuelva. A veces uno tiene una idea que le parece muy buena, pero el director prefiere ir por otro lado. Es un aprendizaje muy bueno, porque tenés que desenamorarte de tu idea y muchas veces, al ver el resultado final, comprobás que estuvo muy bien hacia donde lo llevó el director".

¿Programa de humor? "No tiremos la toalla de la creatividad".

Telecataplum, con la pluma de Los Lobizones (Jorge y Daniel Scheck) y un grupo de actores talentosos, abrió en 1962 una enorme avenida para los programas de humor en el Río de la Plata, que después transitaron muchos otros. Hoy ese camino parece cerrado. Para Gonzalo Gómez, sin embargo, es un sueño hacer un ciclo humorístico "a la vieja usanza, con sketches". Tiene un proyecto armado, aunque sabe que la última palabra la tienen los canales.

"Antes el humor lo hacía el humorista. Ahora no digo que sean todos humoristas, pero en todos los programas hay una veta de humor", opina en tanto Seba González.

"En comparación con otros contenidos, los programas humorísticos de sketches son caros", considera Fernando Schmidt. "Requieren un elenco numeroso, varios guionistas, dirección de actores, unas cuantas escenografías, vestuario, muchas horas de grabación y edición. Salvo que se encuentre una forma de producción alternativa, ya no son viables. Esto no impide que podamos encontrar formatos humorísticos alternativos, que nos libren de la vergüenza de tener que tirar la toalla de la creatividad".

Oscar Estévez (Foto: Ariel Colmegna)
Oscar Estévez (Foto: Ariel Colmegna)
Andrés Tulipano (Foto: Ariel Colmegna).
Andrés Tulipano (Foto: Ariel Colmegna).
Fernando Schmidt (Foto: Ariel Colmegna)
Fernando Schmidt (Foto: Ariel Colmegna)
Gonzalo Gómez (Foto: Ariel Colmegna)
Gonzalo Gómez (Foto: Ariel Colmegna)
Eduardo Rigaud (Foto: Marcelo Benjour)
Eduardo Rigaud (Foto: Marcelo Benjour)
Federico Veiroj
Federico Veiroj

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