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El ojo crítico del fútbol actual

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"Hay pocas metáforas tan claras de la globalización como el fútbol", sostiene.

El exdelantero albiceleste campeón del mundo y entrenador Jorge Valdano habla del estado del deporte que lo marcó y reclama por el perdido “amor por la pelota”.

En una oficina de Madrid un hombre se decide a hacer orden. Al abrir una carpeta encuentra unos papeles. Los revisa. Tienen su letra. Los rompe. Están escritos en el reverso de hojas impresas.

—Los tiré porque me daba miedo de que algún día tuviera la tentación de publicar aquello.

Hace no sabe exactamente cuánto tiempo, Jorge Valdano le entregó al servicio de recolección de basura del Ayuntamiento de Madrid el diario que escribió durante las noches en México 86.

—Luego me arrepentí. Pero me parece una buena decisión. Hubo, en aquel grupo, un código de honor que se respetó de un modo casi sagrado. Después de la final tuvimos una última reunión —jugamos siete partidos e hicimos setenta reuniones durante el Mundial—; ahí sellamos el compromiso de no contar nada de lo que había ocurrido en la intimidad de la concentración. Esos compromisos son para toda la vida, no para un rato. Por lo tanto esos papeles me convertían en sospechoso [ríe]. Había escrito en páginas en blanco que le había arrancado a libros; todo era muy precario. En una concentración hay que desafiar el aburrimiento. Recuerdo que en un Mundial me encontré con Balbo y estaba estornudando. "¿Qué te pasa?", le pregunté. "Estoy tan aburrido que me engripé." Me pareció un acierto la frase.

Jorge Valdano ganó renombre como jugador de fútbol primero y como entrenador después. Fue campeón del mundo con la albiceleste en el Mundial de México de 1986, tras lo cual se retiró del juego. Volvió poco después como entrenador. Escribió varios libros, Sueños de fútbol es uno de los más recordados, por lo que se le suele llamar el "intelectual del fútbol".

—Un intelectual que diga que el fútbol no merece atención, ¿entendió el fútbol?

—Es lo mismo que decir que la emoción no merece atención. De todas formas, es muy difícil alcanzar el fútbol desde la razón, y hay intelectuales que parecen alérgicos a la pasión. También hay otro tipo de desconfianza que me parece legítima, es la que se le tiene a la masa. Eso supongo que para un hombre de letras puede llegar a ser irritante, porque le resulta muy difícil conectar con ese individuo, confundido en la multitud y que parece moverse como en un enjambre.

De todos modos Valdano reconoce que ese "desprecio" hacia el fútbol por parte de los intelectuales ha cambiado en estos tiempos. En su opinión muchos han intentado acercarse desde el punto de vista social en tanto que fenómeno que mueve masas.

"Hay pocas metáforas tan claras de la globalización como el fútbol, que refleja todo lo bueno y todo lo malo de este tiempo", apunta.

—Lo bueno es la universalización, su enorme capacidad para conectar con millones de personas. En los mundiales se ve a millones de personas en un país, lo que parece una enorme invasión pacífica y, sin embargo, cada uno con su ropa folclórica. Ahí está lo local y lo global unidos de una manera muy potente. Entre los defectos, la acumulación de riqueza en unos pocos clubes, en unos pocos jugadores, en unos pocos países.

Como analista de enorme lucidez en relación con el fútbol Valdano ha sido muy crítico con el papel que se le suele asignar a los entrenadores. En una entrevista concedida en 2000 le preguntaron por la importancia que tenía un técnico y él respondió que apenas un "25 por ciento, es más el daño que puede hacer que el beneficio que puede provocar". Casi dos décadas después sigue pensando lo mismo. "Es más: me parece que exageré el porcentaje", dice.

Y atribuye a los medios la necesidad de individualizar éxitos y fracasos en la figura del conductor de un equipo, con lo cual se ha convertido al técnico en una especie de chamán, opina. "Yo sigo creyendo que, a pesar de que hay un afán cientificista alrededor del fútbol que pretende controlar el juego como si se tratara de un tablero de ajedrez, el jugador sigue teniendo un poder de improvisación capaz de dar vuelta todos los planes", dice.

Valdano tiene una visión muy negativa acerca del estado actual del fútbol argentino. "Hemos perdido algo que era muy característico del jugador argentino: el amor a la pelota. La producción de futbolistas se ha ido vulgarizando", apunta.

Los vínculos con el Real Madrid, del que Valdano fue director técnico entre 1994 y 1996, motivaron la pregunta en torno a uno de los fenómenos de globalización más llamativos. El club español tiene hinchas en América del Sur, en África, o en Japón.

—¿Cómo se pensó? ¿Fue un trabajo?

—Sí. Es fruto de una reflexión de un visionario que tuvo una cabeza global antes de que supiéramos qué significaba globalización: se llamaba Santiago Bernabéu. Levantó un campo para 120 mil aficionados sin ayuda oficial y en plena posguerra española. Luego, para llenar ese campo y tener impacto internacional, fichó a un argentino que se llamaba Alfredo Di Stéfano, a un húngaro que se llamaba Puskás, a un francés que se llamaba Kopa, además de ganar cinco copas de Europa consecutivas. Eso ha provocado que el Real Madrid se convirtiera en un club con una visión universalista. A principios del siglo XXI, el desafío ya no era llenar los estadios sino vincularse con aficionados remotos.

Las innovaciones que se empiezan a discutir para introducir en el juego son vistas con interés por el veterano exjugador y entrenador argentino. "Algunas de ellas son interesantes y otras extravagantes: quitar el fuera de juego es inventar un fútbol totalmente nuevo", observa.

Valdano recordó uno de los cambios en apariencia más pequeños, como el establecido en el Mundial 90 cuando se resolvió que si el arquero recibía la pelota de un compañero tenía que jugarla con los pies. "Eso dinamizó increíblemente el juego", evocó.

Dos incidentes aéreos marcaron la vida de Valdano. En 2006 cayó desde un helicóptero en México, poco antes un incendio en el avión que los llevaba de regreso desde Moscú a Madrid obligó a un aterrizaje de emergencia.

—Es algo así como era hoy, era ahora y no me avisaron. Cuántas cosas no hice, cuántas no dije. Se te viene el tiempo encima como una avalancha. Es un tiempo que barre con todo. Y todo es la vida. Pero a veces las historias dramáticas terminan bien y uno tiene una segunda oportunidad, y esa ya no es igual que la primera, las prioridades se acomodan. LA NACIÓN/GDA

MESSI Y LOS "TARADOS EMOCIONALES".

"El fanatismo tiende a reducir el recinto mental".

¿Cómo se debe elegir a un director técnico?

—En primer lugar tiene que tener un gran conocimiento del país al que llega, del club al que llega y del talento con el que cuenta. Se lo suele elegir en función del impacto momentáneo que ese entrenador tenga entre los aficionados en el momento. Generalmente, se acude a un nuevo entrenador en pleno período de crisis y eso no da tiempo a mucha reflexión.

—¿Cómo creés que el resto de los futbolistas se sienten ante Messi?

—Hombre, si fueran serios, acomplejados. Lo que me pasaba a mí con Maradona. Es que el genio es un personaje que está bendecido por los dioses, si nos vamos a la literatura clásica. Lo cierto es que todo lo que parece difícil y hasta imposible lo simplifican a tal punto que uno no puede más que admirarse.

—Tarado emocional: así llamás a aquellos hinchas del Madrid que dicen que Messi es un jugador vulgar.

—El fanatismo tiene como característica que reduce el recinto mental y deja sitio solamente para las obsesiones. Desde ese lugar tan pequeño, los nuestros sólo tienen virtudes y los otros sólo defectos. Todo esto ha sufrido un golpe mortal con las redes sociales. El tarado emocional puede ejercer de tal y firmar Aristóteles.

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"Hay pocas metáforas tan claras de la globalización como el fútbol", sostiene.

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