Que Nicolás Maquiavelo fue un genio no caben dudas. No por su obra más famosa que todos dicen haber leído (y pocos lo hicieron) sino por todo su pensamiento sobre el realismo en política y su mirada filosa.

WASHINGTON ABDALA

Maquiavelo es un caso interesante de cómo se puede pensar el fenómeno del "poder" y terminar encerrado en una interpretación opuesta a la de su pretensión histórica. Lo que lo motivó a escribir su filosofía fue lo opuesto a lo que se piensa actualmente de su obra. Es paradójico lo que sucedió con él.

Algo similar sucede con los seguidores de Maquiavelo en el siglo pasado, Vilfredo Pareto y Gaetano Mosca, los mal llamados neomaquiavelistas. Se los mira en una interpretación que los ubicó más cerca del cinismo y la hipocresía cuando en realidad sinceraron buena parte del fenómeno político al desnudar a la democracia en sus flaquezas pero defendiéndola siempre como modelo.

Hoy se vive un neomaquivelismo posmoderno, mediático, twittero, careta y lleno de jugadas de ajedrez donde es casi imposible saber si se está atrapado en una movida de imágenes o discutiendo sinceramente sobre el relato de la sociedad y su destino. Está mas difícil entender el presente entre el título inexistente de Sendic, su rostro de piedra para decir lo que sea, la distancia del gobierno para con él y las movidas frentistas casi de rango alquímico para el común de la gente.

¿Hay siempre una intención oculta en el mensaje del político o alguna vez nos dice lo que le sale de las tripas? ¿Y cuando nos dice lo de las tripas es necesaria tanta obscenidad? (Pepe by night). ¿Dónde está el punto justo de este asunto? ¿Tabaré deja de decir lo políticamente correcto alguna vez para sincerar sus ideas al viento?

Como todo nos llega tarde en esta aldea creo que ahora la gente se empieza a avivar de que el fenómeno de las corporaciones es real (el PIT-CNT manda y manda), que las burocracias públicas tienen vida propia (192 palos para que el Sr. Coya siga en "comisión"), que las elites económicas en este país tienen pocos líderes de verdad y mucho colado allí adentro, y que son muy pocos los tipos iluminados en la política nacional que te mantengan la atención con sus recursos dialécticos más de veinte segundos. Ni que hablar del talento poco expansivo que se advierte en los medios de comunicación donde para salir un poco de la chatura cuesta un esfuercito relevante oír algo valiente y con sentido común. Yo sé que se recalientan conmigo por afirmar esto, pero comparado con Buenos Aires, es imponente la cantidad de protagonistas, pensadores, constructores de relato y agitadores que tienen allí y que pueblan pantallas, diarios y medios políticos. Acá vamos del Pacha Sánchez, pasando por Lucía Topolansky y terminando en algún funcionario de gobierno algo obeso que nos ilustra sobre nuestro destino con rostro marmóreo. Por eso María Julia era "espectacular" porque rompía esa media monótona del discurso obvio y derrapaba sinceridad. Lástima que ahora Tabaré la tiene cortita y miliqueando, pero era un lujo cuando perdía la chaveta y bravuconeaba al que se le ponía en frente. Extraño su zapato rojo. Ahora todo es look "Cosse", con rostro de constipación eterno y mal humor virreinal.

Lo paradójico del neomaquiavelismo del gobierno es que en la construcción de su relato ficcional (ese que dicen que se está empujando hacia algún lado) con franqueza están absolutamente perdidos en la región, ya ni tienen con quién conversar y no advierten que su desorientación es percibida por la gente. Tabaré pasó de ser un líder que pescaba, que no le daba bola a la gilada, que la llevaba de taquito a ser el presidente abierto y militante que oye a todos (hasta los expresidentes convoca, todo dicho), pasando por convocatorias a todo ciudadano que pase por la plaza Independencia vendiendo tortas fritas. Ahora se sienta hasta con gente que no conoce de los partidos existentes y de los partidos advenedizos. ¡Paradoja dijera el amado Buscaglia! Neomaquiavelismo puro. Amén.

CABEZA DE TURCO i washington abdala