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Mundo péndex

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Vivimos en un tiempo "joven" donde todo funciona al ritmo de las emociones "péndex", de sus deseos, de sus caprichos y de sus demandas. La juventud que por lo general es inexperta, impetuosa e inmadura, sin embargo manda a su gusto en los mercados.

Las empresas saben que quienes compran son "ellos" (o sus padres) y por eso todo se mueve en relación a sus antojos. La vejez, melancólica, débil y conservadora ya no gasta. Teme gastar y, por eso, el péndulo está del lado juvenil de manera monopólica.

Los jóvenes definen la moda y el lío es que ellos deciden en cascada todo lo que el resto de las generaciones consumirán. Por eso vemos gente de edad media que no entiende su propia estética y anda vestida como chiquilines sin captar la asimetría que producen sus atuendos casi al borde de la locura (todos tenemos amigos o amigas desubicadas que aparecen con el pantalón chupín, la remera de un color delirante o el peinado a lo Cristiano Ronaldo). Claro, están también las viejas-péndex y los viejos-péndex, ejemplares éstos patéticos que andan por la vida haciendo el ridículo, creyendo que tienen veinte años, con ropas de colores idiotas, botox inauditos y tintazos en el pelo que logran encandilar a Jack el destripador en una noche de invierno en Londres. Mi teoría es que muchos no les decimos la verdad a toda esta gente porque los perdemos como amigos.

Lo paradójico del asunto es que casi nadie parece estar cómodo en su edad. ¡Que locura! Los péndex viven soñando con crecer para entrar a los boliches, chupar cervezas y creer que el mundo adulto les abre la puerta al paraíso Dionisíaco (¡si supieran lo que se viene!). Los de edad intermedia, cuando sienten que la decrepitud se arrima, las papadas irrumpen, las panzas emergen y el cansancio los agobia empiezan a joder con el fitness, la comida sana, la verdurita, las caminatas y mentir sobre la edad. De manual. Y los viejos quieren tener la edad intermedia y sentirse que no se detiene nada, que el miedo no es cierto y que la vida hay que seguirla viviendo con esperanza (algo que perdieron hace rato por lo que suelen tener mal talante y una actitud agria hacia todo lo nuevo).

¿Cómo se hace para vivir plenamente cada tiempo histórico? No lo sé, pero tengo claro que los momentos personales no tienen nada que ver con las edades físicas. Aristóteles decía que había una madurez física a los treinta y cinco años y mental a los cuarenta y nueve. Hoy, suena absurdo, puede, inclusive ser más tardío todo. Tampoco Aristóteles embocaba en todo, él mismo se encargó de asociar la juventud a la esperanza, lo que en verdad resulta bastante estúpido si se mira la actualidad. Remo Bodei en su "Generaciones" comparte esta mirada.

Lo cierto es que por más prebendas que tengan los péndex del presente nunca tuvieron un mundo más complejo como el actual, con tanto a su alcance y con tanta frustración a la vuelta de la esquina. Nunca tanta enfermedad mental fue tan presente como ahora, nunca la depresión juvenil fue tan imperativa y nunca se había vista tanto suicidio joven como hoy. O sea, el mundo progresa mucho, es un dato, pero su propia velocidad en indicadores cuantitativos trae aparejada novedades que no estaban en la hoja de ruta. Un horror.

Ser péndex en el presente es mucho más duro que ayer, más doloroso, más agraviante y más feroz. No es así, me dirán los viejos que vinieron sin nada al país, que comían salteado y que padecieron las guerras. Todo bien. Pero eso fue ayer. Hoy, la globalización mete a toda la juventud del planeta en una licuadora delirante, los hace creer que si no tienen algún nivel de éxito son nadie, que si no se visten de tal forma no los aceptarán sus pares y que si no consumen tal o cual basura serán radiados del planeta. Todo eso en medio de redes sociales donde juegan a ser Justin Bieber o Selena Gomez mientras montones acá —demasiados— nacen en el Borro, el Marconi o el Cuarenta Semanas. ¿Esperanza entonces? La tienen jodida como nunca en un mundo violento e ignorante al por mayor. Nada fácil el presente péndex. Nada fácil en serio.

CABEZA DE TURCO

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