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Carnaval de Venecia

De Malvín, la vieja barriada sin fin, a Panaji, Nueva Orleans o Niza, el Carnaval tiene mil caras a lo largo del orbe. Pero la premisa es la misma, aprovechar a divertirse con menos reglas.

Cuando llegaba el Miércoles de Ceniza y daba comienzo la Cuaresma en el calendario cristiano, los fieles debían iniciar un proceso de purificación y recogimiento espiritual preparándose para las Pascuas. Entonces, era menester darles unos ciertos días, concretamente tres, donde prácticamente nada estuviera prohibido. En buen criollo, eso apuntaba sobre todo a los placeres carnales. "Adiós a la carne", es hoy el significado más aceptado del latinismo carne-vale.

En rigor, estos festejos también son derivados de las celebraciones paganas a Baco —las bacanales— y al dios-toro egipcio Apis. La idea de disfrazarse o enmascararse en estas fiestas, manteniendo el anonimato cosa de no avergonzarse demasiado después, ya data de esta época. Con el tiempo, el Carnaval ha ido demostrando sus diferentes caras en todo el mundo. El de Montevideo, autodenominado el más largo del mundo, es sobre todo un gran espectáculo teatral al aire libre, y es hijo del de Cádiz. Las máscaras en Venecia recuerdan las épocas en que la nobleza bajaba a mezclarse con el populacho, sin culpa. Los coloridos carruajes se volvieron sinónimo del Mardi Grass de Nueva Orleans. El de Rio de Janeiro combina la ostentación for export de sus desfiles con el desenfreno festivo en sus calles, donde aún se ven resabios de las viejas bacanales.

Como sea, donde sea, son épocas para convertirse en otro; o, por el contrario, para ser más espontáneo.

Oruro, Bolivia.

El Carnaval de Oruro surgió de la mezcla del culto de los pueblos originarios y el catolicismo, una vez España instaló el Virreinato del Perú durante la colonizacion. A finales del siglo XX el mundo comenzó a ver la riqueza de esta expresión folklórica, el turismo comenzó a multiplicarse y hoy es Patrimonio Oral e Intangible, según la Unesco.

Oruro, ubicada a 3.700 metros sobre el nivel del mar, es por decreto la capital folklórica de Bolivia. Y prueba del sincretismo religioso es la llamada "Diablada", en la que disfraces demoníacos de hombres y mujeres danzan en desfile, liderados por el Arcángel Gabriel, en un recorrido que representa la idea del infierno hacia el Juicio Final. En una ciudad (y un país) minera, lo diabólico y todo lo que da miedo está vinculado a la oscuridad de las minas. Y son espíritus malignos a los que hay que contentar.

Colonia, Alemania.

Quien piense que los alemanes son fríos, acartonados y carentes del sentido del humor, no estuvo en Colonia en épocas del Carnaval. La cuarta ciudad más grande del país más poblado de la Unión Europea recibe a turistas de todo el continente bajo el lema Kölle Alaaf (Colonia es de todos). Durante la Weiberfastnacht, las mujeres se vuelven las dueñas de la ciudad y, provistas de tijeras, cortan las corbatas de quien ose llevarlas. Luego del desfile del Kölner Schull-un Veedelszöch llega el turno del Rosenmontag, el principal corso de las festividades.

Claro que, como ocurre en Rio, la verdadera fiesta está en las calles y solo alcanza una peluca para sentirse parte. Claro, si se consigue un disfraz más sofisticado, mejor; y si se llega sabiendo una par de tonadas picarescas en kölsch (dialecto local que ni siquiera la mayoría de los lugareños conoce), ya se puede candidatear a ser el prinz del Carnaval.

Niza, Francia.

No será como el de Montevideo y su Concurso Oficial, pero los quince días que dura el Carnaval de Niza lo ponen definitivamente en la bolsa de los extensos. Ahora, cuando en el hemisferio Norte es invierno, esta fiesta es la que le pone más color y calor a la Costa Azul, a la Europa bañada por el Mediterráneo.

Los registros más antiguos de estas carnestolendas datan de 1294 y solo fueron suspendidos durante los años del Imperio Napoleónico (que no se caracterizaba por su sentido del humor). Hoy, sus fastuosos desfiles atraen a aproximadamente un millón de visitantes fuera de Francia. Por lo general, es escogido un tema central (deportes, continentes, gastronomía, música) y en torno a él se diseñan figuras y carros alegóricos. La batalla de flores es el momento más tradicional y quizá también el más poético.

Barranquilla, Colombia.

Existe un Carnaval donde reinan la cumbia, el disfraz de marimonda y las máscaras de torito. Es el de Barranquilla, considerado el principal evento folklórico y cultural de Colombia. La ciudad crece en un millón de habitantes solo por cuatro días en los que nadie para de bailar, ya sea en las verbenas o en los salones burreros (llamados así porque antaño los campesinos danzantes dejaban sus burros amarrados en la puerta).

La marimonda en sí es la síntesis del espíritu del Carnaval. Está asociado al barranquillero pobre que se vestía con pantalón, camisa, saco y corbatas viejas, se ponía una máscara con una nariz un tanto fálica, y hacía sonar un silbato, "pea pea", ensordecedor. Lo que hacía era burlarse de las clases altas y acomodadas, habitualmente en puestos de gobierno, no extrañamente corruptas, en los días en que estaba todo permitido. La influencia africana, en una zona tropical donde abundó el tráfico de esclavos, es muy fuerte: prueba de ello es la danza de mapalé, que con el tiempo perdió su carácter ritual para tornarse (polleras cortas, pies descalzos y acentuados movimientos de cadera mediante en las mujeres) en una atractivo turístico por sí solo.

Panaji, India.

El Rey Momo toma las calles y anima a todo el mundo a celebrar y olvidarse. Esa escena se repite en todo el mundo, incluyendo en la ciudad india de Panaji. En el Lejano Oriente, donde el cristianismo no está muy arraigado, el Carnaval tiene menos fuerza. Pero el denominado Carnaval de Goa existe porque hace 500 años había una colonia portuguesa en esta región tropical de Asia.

Hay bailes de máscaras y desfile de carrozas, con todo el colorido y la exhuberancia que un país con una riquísima cultura milenaria, y más de mil millones de personas pueden ostentar. Todo termina con un inmenso baile a orillas del río Mandoví. A la madrugada, Momo se va a descansar hasta el año siguiente.

Máscara de aristócrata

El Carnaval de Venecia tiene casi mil años. Su origen es más popular que aristócrata, ya que la nobleza solía disfrazarse para mezclarse con la gente como divertimento. La maschera nobile, careta blanca en traje negro, es su atuendo más distintivo. Es colorido, pero de desenfreno más bien escaso.

Colorido mardi gras

El mardi gras (martes graso) es en rigor el último día de festejos. Pero este nombre está asociado a todo el Carnaval en Nueva Orleans, Estados Unidos. Los carros alegóricos son su distintivo a nivel mundial. Más espectacular que popular, los disfraces son para las asociaciones participantes.

La madre de las murgas

Uno de los carnavales más importantes y turísticos de España, el de Cadiz, es muy especial para Uruguay. Ahí se habla de murgas, presentaciones, segundos y cuplés. La fiesta en Uruguay es hija de una agrupación de artistas de esa ciudad, La Gaditana, que recaló en Montevideo en 1909.

Las calles de Bahía

Cosas que pasan en un país tan identificado con el Carnaval como el de Brasil. De no existir el de Rio de Janeiro, el de Salvador, Bahía, perfectamente podría ser el más famoso del mundo. Tríos, blocos, fiesta en las calles, tradición yorubá, axé y samba durante seis días en los que nadie duerme.

EL LUJO DE RÍO ESTE AÑO ESTÁ EN CRISIS

En Río de Janeiro, durante los primeros carnavales, allá por la década de 1840, se bailaban polcas y valses en los salones. La samba, con la que se haría mundialmente famoso, recién se introdujo en 1917, cuando la fuerza de los ritmos africanos traídos por los esclavos de los portugueses ya era incontenible y se había mimetizado con otros sonidos más locales. Esos esclavos bailaban en la calle y usaban piedras, plumas e hierbas para tapar (o no) su desnudez. Ese fue el verdadero origen de la que hoy seguramente sea la fiesta popular más impactante del mundo, coronada por el imponente desfile del Sambódromo, inaugurado en 1984.

El Carnaval de Rio hoy son casi siete millones de visitantes llegados desde otras partes de Brasil y del mundo, más de dos mil millones de dólares de ingreso en las arcas de la ciudad y una fiesta y desenfreno en las calles reflejados en los más de cien millones de preservativos que la municipalidad regala para evitar males mayores. Pero también es una fiesta muy atenta a la coyuntura nacional —como ocurre en Uruguay— y el hecho de estar en un país en crisis, política y económica, también va a jugar su partido.

Según publicó el diario El País de Madrid, pese a que el alcalde Eduardo Paes le duplicó la subvención a las escolas do samba de 12 a 24 millones de reales (de tres a seis millones de dólares), la recesión se está haciendo notar. Las zonas VIP del Sambódromo, algo así como lujosísimos (y carísimos) palcos para ver el desfiles, tienen aún unos veinte sectores sin alquilar, "algo inédito desde el año 2000", cuando la crisis del real hizo zozobrar a toda la economía. Los blocos (los desfiles callejeros) también han visto reducido sus presupuestos.

Las marcinhas de estos blocos y los sambas enredo de las grandes escolas do samba tienen en los casos de corrupción de Petrobras y la amenaza de juicio político a la presidente Dilma Rousseff tema de sobra.

Carnaval de Venecia
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Carnaval de Nueva Orleans
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Carnaval de Bahía
Carnaval de Bahía
Carnaval de Cadiz
Carnaval de Cadiz
Carnaval de Rio.
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