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Marruecos en ocho claves

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Tierra de contrastes, historias , patrimonio y tradiciones, es un destino que atrapa millones de turistas por año. Aquí, particularidades que bien vale la pena conocer.

Cada año unas diez millones de personas eligen visitar Marruecos, un destino que ofrece tradiciones, arquitectura, naturaleza y los sabores de una tierra poblada de encantos e historias fantásticas. A continuación, nueve cosas que debés saber antes de partir.

La madre de todas las flores.

A las faldas del alto Atlas, en la ciudad Kelaa MGouna, nace el Valle de las Rosas, reconocido por cultivarse la rosa damascena. Una leyenda local dice que fue traída por los peregrinos que volvían de La Meca, en 1912. Entre abril y mayo se da la floración y se realiza la Fiesta de las Rosas, la cual consiste en recolectar más de 4.000 toneladas de pétalos para extraer litros de esencia. Los habitantes abren las puertas de sus casas para enseñar el proceso de destilación, todo en medio de bailes, comida y lluvia de pétalos de rosa. El aroma de la flor es el más cotizado entre los perfumistas franceses.

En el mismo cielo.

Chaouen, al Norte de Marruecos, es conocida como "la ciudad azul", por sus muros, pisos, puertas y ventanas pintados en tonos índigo, cobalto y celeste. La costumbre proviene de los judíos que huían de la Inquisición, al pintar las cosas de azul estaban reflejando el cielo y era una forma de representar a Dios.

Creencia.

La palabra en inglés genie, viene del árabe djinn, representa un ser espiritual que ayuda al ser humano. Puede adoptar diferentes formas, humanoide, plantas o animales. Los marroquíes tiene la creencia de que habitan en lugares asociados con el agua: baños públicos, desagües e incluso ollas y sartenes.

Hecho a mano.

La mezquita Hassan II, en Casablanca, es la séptima más grande del mundo. El suelo del edificio principal es de vidrio, lo que permite al visitante contemplar el mar bajo el mismo, mientras que las paredes fueron talladas en mármol por más de 6.000 personas. Además, el techo se retrae para celebrar oración al aire libre. Con espacio para albergar 25.000 fieles, es la única mezquita en Marruecos abierta para los no musulmanes.

Tazas de hospitalidad.

El té de menta es la bebida nacional. Fue introducido por los británicos en 1854. La forma más común de beberlo es con grandes cantidades de azúcar, ya que la cultura bereber considera debe ser "dulce como la muerte". Es símbolo de hospitalidad y se sirve comúnmente antes o después de los alimentos, aunque puede beber a cualquier hora del día.

Símbolos.

La bandera de Marruecos es roja con una estrella verde de cinco picos. Los colores rojo y verde son tradicionales en las insignias árabes, mientras que la estrella representa los cinco pilares del Islam y la relación entre Dios y la nación. Fue diseñada en 1912.

Maravilla natural.

Las dunas Erg Chebbi, en Erfoud, son un mar de arena dorada que alcanza alturas de hasta 160 metros. Tiene la particularidad de cambiar de color conforme el sol desciende, del dorado al púrpura. Se hacen paseos en camello, caminatas y convivencias con nómades árabes para dormir dentro de una jaima, una tienda de campaña hecha de cuero.

Amuleto de novias.

Los tatuajes de henna en la cultura marroquí son símbolos que protegen contra brujería y mal de ojo. A las futuras esposas les augura fertilidad, por eso decoran manos y pies con diseños que incluyen plantas, estrellas y versos del Corán. La madre de la novia es quien suele realizar el tatuaje, en presencia de amigas y mujeres de la familia. 

DESTINO.

Para los amantes de lo natural.

Entre los múltiples atractivos de Marruecos, la naturaleza se destaca: hay desierto, montaña, valle y mar. Por lo tanto, es un destino que eligen muchos senderistas, que pueden recorrer desde lo alto de las suaves altitudes del Rif y sus acantilados sobre el Mediterráneo.

Además, en los lagos abundan las truchas a la espera de pescadores aficionados y para los más deportistas les aguarda el desafiante Medio y Alto Atlas a pie, en bicicleta de montaña o parapente.

Ifrane, la pequeña Suiza marroquí, sorprende a los visitantes por su aire fresco en verano y su nieve en invierno, además de sus típicas excursiones en "mulo-esquí".

Y para los que quieran una experiencia única, Marruecos recomienda una estancia a las puertas del desierto, para descubrir su inmensidad y sus múltiples colores.

De noche, nada mejor que dormir en una jaima en el desierto, en un albergue en la montaña o una casa rural y vivir experiencias únicas e inolvidables. Representan la esencia de la identidad marroquí, como las palmeras, el aceite de argán o la miel de sus lavandas.

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El desierto también es atracción turística en Marruecos.

VIAJESEL UNIVERSAL/GDA

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