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Luis Figo a la espalda del poder

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Fue galáctico, hoy candidato a presidente de FIFA.

El símbolo nacional de Portugal rema sin importar el rival. Retirado del fútbol hace cinco años, busca ocupar la presidencia de la FIFA.

Clásico español, 2002. Faltaban quince minutos para terminar el partido. Una marea de silbidos acompañaba el tiro de esquina que estaba por lanzar el número 7 del Real Madrid. En eso, desde una de las tribunas del Camp Nou, tiran una cabeza de cerdo. Nadie supo, jamás, cómo fue que entró al estadio del Barcelona ni cómo sorteó los controles de vigilancia. Pero todos conocen cuál era el objetivo de este curioso proyectil: Luis Figo.

A Luis Filipe Madeira Caeiro —o simplemente "Figo", en referencia a la expresión popular portuguesa "cosa buena"— siempre le gustó hacer rabiar a los contras, y a los poderosos. En 1998, al salir campeón con el Barcelona, recibió la copa de las manos del rey de España y cantó: "Blancos, llorones, saludad a los campeones", ofendiendo al Real Madrid. Dos años después, fichó con el clásico rival bajo una cifra sin precedentes y toda una afición en su contra. Y ahora, con 42 años y ya retirado del fútbol hace casi un lustro, pretende destronar a Joseph Blatter de la presidencia de la FIFA.

"Me importa el fútbol, y lo que estoy viendo sobre la FIFA, no sólo ahora, sino en los últimos años, no me gusta", dijo a la CNN en relación a su candidatura, sin importale que en frente tiene al suizo Blatter, al holandés Michael van Praag y el jordano Alí bin Al Husein. Si algo ha demostrado este exjugador es que carácter no le falta.

Al abandonar el Barcelona, luego de una negociación con el entonces candidato a presidente del Real Madrid Florentino Pérez, mostró hermetismo al hablar de su pase, catalogado por la prensa española como el más polémico en la liga de ese país.

Recién luego de su retiro, previo fichaje por el Inter de Milán, admitió que habló con los directivos catalanes para que negociaran un mejor salario y ellos lo trataron con ironía. "Si quieres irte, vete", recuerda que le dijeron. Y él, a quien Florentino Pérez le había prometido que de salir electo lo contrataría por 60 millones de euros anuales, no lo dudó.

"El fútbol es rendimiento. Si rindes y te entregas por encima de todo, satisfaces la demanda de la gente. Es lo que piden los clubes. Y si no rindes, te cambian por otro y los clubes y el público siguen vivos sin ti", se justificaba en plena polémica en un reportaje de El País de Madrid.

Lo cierto es que tras la ida del jugador del Barcelona, con quien ganó dos veces la liga, dos la Copa del Rey, una la Supercopa de España, la Recopa de Europa y la Supercopa de Europa, nada es igual en el mundo del fútbol. El periodista Torres lo resume: "(Es) un Hamlet del fútbol. Melancólico, presa del destino. Sometido a un conflicto que ha roto definitivamente su armonía y la de todos los hinchas: a partir de Figo ya no se fiarán de sus ídolos". Y eso que al tercer partido defendiendo al Real Madrid ya se ganó el cariño de la tribuna. Fue el primero del grupo de "Los Galácticos" (más tarde se sumarían Zidane, Ronaldo y Beckham) y llegó a obtener la Copa Intercontinental.

El navegante

Pasando Lisboa, al otro lado del río Tajo, está Almada. Es un suburbio de trabajadores rodeados de industrias —el séptimo más poblado del país— y donde el Partido Comunista ha sido el bastión político desde la Revolución de los Claveles en 1974. Allí, en el barrio de Coba da Piedade, se crió Figo, el único hijo de un popular almacenero. Con nueve años comenzó a jugar al fútbol en el club social Pastilhas, nombre en homenaje al patrocinador (una marca de pastillas digestivas). De hecho, en la selección portuguesa lo apodaban "pastillita".

No era más que un chiste. Porque después de Eusebio, Figo fue la figura estelar del conjunto luso. Desde que consiguió el campeonato de Europa sub-17 (con 16 años) y ganó el Mundial Juvenil en 1991 como local, no paró de hacer historia defendiendo a su país. Tiene el récord de partidos disputados con la remera bordó (127 internacionales) y junto a Rui Costa fue uno de los abanderados del conocido "plantel de oro".

Recién con la aparición de la actual estrella futbolística Cristiano Ronaldo, quien también viste el número 7, la figura de Figo recibió cierta sombra. Pero la competencia jamás le quitó la chapa de personaje ilustre: "Figo es un símbolo nacional, una referencia como Amália Rodrigues, Saramago y Eusebio", afirmó a El País de Madrid el poeta y político socialista Antonio Alegre.

"Los portugueses hemos sido grandes navegantes", dijo una vez Figo. A eso se dedicó: a luchar contra la corriente. Los entrenadores lo recuerdan como un jugador muy cerebral, de pocas palabras y que manejaba la firme idea de que en la cancha era el rival o él; no podían ganar los dos.

Quizás esa forma tan particular de entender al deporte lo hizo abandonar el fútbol en 2009, tras su retiro en el Inter. Optó por ser la cara de campañas publicitarias para IWC Schaffhausen (es un enamorado de los relojes), Nike y Coca Cola. Aprovechó que el periodismo rosa lo catalogó como uno de los jugadores más sexys y que mayor cuidado le daba a su imagen. No en vano está casado con la modelo sueca Helen Svedin, a quien conoció en Barcelona (es que de esta ciudad también se llevó buenos recuerdos).

Pero como buen navegante que afronta el mar aun en los peores momentos, Figo vuelve al ruedo del fútbol en busca del sillón de la FIFA. Como él solía afirmar: "No busco gloria, la gloria es efímera. Lo que busco es el prestigio".

La sueca que deslumbró al portugués

La vio en un show de Joaquín Cortés, en 1996, y quedó deslumbrado por su belleza. Luis Figo se enamoró de una rubia que estaba entre el público. Era la modelo sueca Helen Svedin, hoy su esposa. Junto a ella, quien es la cara de H&M y una de las 50 mujeres más sexys del mundo del fútbol según la revista Coed, tiene tres hijas y residencia fija en Milán, Italia.

"TRAIDORES": CAMBIARON DE REMERA SEGÚN LA OCASIÓN

Ronaldo Nazário

El astro brasileño que con 38 años decidió regresar al fútbol fichó a los 19 con el equipo culé y a los 26 con Real Madrid. En ambos fue el Mejor Jugador de FIFA.

Samuel Etoo

El camerunés tiene nacionalidad española: con 15 años ya jugaba en el Real Madrid B y luego en Primera División. En 2004, dio su salto al integrar el Barcelona.

Luís Enrique

Antes de ser el entrenador de Barcelona e ídolo tras jugar ocho temporadas, el asturiano defendió a los merengues siendo lateral en lugar de centrodelantero.

Michael Laudrup

El danés fue estrella en el Barcelona hasta que contrataron un cuarto extranjero y quedó fuera de lista. Con espíritu de revancha, fichó con el Real Madrid.

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