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Llegó el rapero de las mil minorías

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Rico Dalasam.

Negro, pobre y gay, el brasileño Rico Dalasam lanza su carrera en la música. Y se hace escuchar en un país donde estos grupos son las principales víctimas.

Si fuese por las trágicas estadísticas de Brasil, donde por cada joven blanco asesinado matan a 2,7 jóvenes negros y donde los gays son víctimas diarias de ataques homófobos, el rapero Rico Dalasam tendría motivos de sobra para temblar cada vez que sale a la calle. Negro, pobre, vecino de la periferia de San Pablo y homosexual, Rico no solo camina con la cabeza erguida mientras parece bailar con los hombros, sino que está usando los prejuicios que lo han acompañado toda su vida para lanzar su carrera musical. "Yo soy mil minorías y si estoy vivo, a pesar de las condiciones que sufre cada una de ellas, es porque tengo una misión. No sé cuánto tiempo durará, pero voy a ser la voz de mucha gente sin voz", cuenta. El nombre de su primer videoclip resume el objetivo de su incipiente carrera: Aceite-C (acéptate, viene a decir). Presentado en Twitter por el exministro negro de Cultura Gilberto Gil y colega de escenario de algunas estrellas nacionales, Rico dice que llega para arrasar aunque no tenga dinero ni una gran productora que apueste por él.

Nacido hace 25 años en el extrarradio, donde se sobrevive sin servicios básicos de calidad y con una policía violenta, Rico es el menor de cinco hermanos criados por una madre bahiana de marido ausente. No bebe, no fuma, nunca probó las drogas y no tiene antecedentes penales. Una excepción. "Mi familia entendió que gracias al estudio podría esquivar la curva... En la periferia, a los 13 años ya tienen un cargo para ti. Peinar me ayudó a ganar un dinero y alejarme de ese mundo. Porque lo que te incluye no son las políticas de integración, son tus zapatillas y tu iPhone", dice el rapero, hoy graduado en Audiovisuales.

Durante la conversación, Rico apunta al rostro de su interlocutor imitando un arma con los dedos, se da cuenta, sonríe y se disculpa por el tono duro con el que ha comenzado la entrevista. "Si te fijas en la realidad de los negros y de los gays en este país, yo estaría casi muerto. Mi narrativa habla sobre eso, pero con alegría".

En 2006, cuando era un adolescente descubriendo su sexualidad en los diferentes colegios privados donde estudió gracias a becas, Rico comenzó a frecuentar las batallas de gallos que sirvieron de trampolín a Emicida y Projota, eminencias del rap brasileño. "Yo ya estaba en el rap. Es una escena homofóbica, pero lo único que me fortalece es que mi rap no se queda atrás del de Emicida", afirma.

Fue con 11 años, en los barrios ricos de la ciudad, cuando germinó esa semilla reivindicativa con la que hoy escribe sus rimas. Las señoras se agarraban a sus bolsos al verle pasar. "Ya oía rap, pero no entendía por qué esos chicos estaban tan enojados y así comencé a entender la cuestión de la segregación. Me respondí todo lo que siempre me había preguntado: ¿por qué mi madre nunca viene a la reunión del colegio? ¿Por qué trabaja tanto? ¿Por qué, aun así, nunca tiene dinero? Comencé a entender que éramos desfavorecidos respecto a otras personas".

Rico, que ha aprovechado su condición para hacer una efectiva campaña de marketing, aclara que aunque esté rompiendo tabúes no quiere que sus letras se queden en el gueto. "Quiero hacer música para todos, pero ahora no puedo ser popular sin colocar ideas nuevas para mejorar mi país. Voy a defender que dejemos de ser minoría, pero nada de caras feas, ¿me sigues?". 

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Rico Dalasam.

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