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El liceo, materia pendiente

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El periodista Emib Suárez está cursando Química de 4° en el Liceo 34. Foto: Darwin Borrelli.

Ya sea para cerrar una etapa, mejorar en el trabajo o dar el ejemplo, cada vez hay más adultos que vuelven a estudiar.

Son las 13.30 del viernes 9 y acaba de sonar el timbre de salida para la clase de Química de 4º año. Los pasillos del Liceo N° 34 están prácticamente vacíos y silenciosos. Dando vuelta a la esquina, entre bancos y carteleras, aparecen Gisset Sosa y Emib Suárez, enfermera y periodista, 44 y 62 años, y nóveles compañeros de salón. Ese mediodía la clase fue intensa: la profesora entregó algunas pruebas y ya hay fecha para la siguiente, que será el jueves 22. A los nervios que habitualmente le generan las instancias de evaluación, esta vez Gisset suma algunos miedos más. Es que su trabajo de enfermera en el Saint Bois implica guardias de 24 horas y, a veces, llega al liceo sin dormir. "Hay buena onda con la profesora. De hecho, se planteaba la posibilidad de que para el parcial viniera sin dormir y ella me propuso un cambio de fecha". Porque cuando le falta el sueño, dice, el cerebro no funciona.

Gisset está estresada pero contenta. Después de mucho pensar, en marzo se anotó para empezar a terminar el Bachillerato. Aunque tiene un consultorio de terapias naturales y está recibida de enfermera hace 20 años (para lo cual basta tener Ciclo Básico aprobado), debía Química y Física de 4°. Igual que a sus casi veinte compañeros, la vuelta al liceo llegó a partir del Plan 94 Martha Averbug, una propuesta semestral que permite combinar educación y trabajo. Tras varias revisiones y modificaciones, hoy este sistema ofrece cursos semestrales presenciales y una modalidad cuatrimestral de libre-asistido (a distancia con encuentros periódicos).

En la educación pública, las opciones para los adultos que quieren retomar sus estudios son diversas, pero todavía "no alcanzan a cubrir todo lo que se precisa", admite la consejera de Secundaria Isabel Jaureguy. "Creo que hay bastantes debes y deberíamos explorar formatos más diversos. Así como las biografías son diferentes, las propuestas tienen que ser diferentes", opina. En general, las alternativas para los mayores de 21 años son parciales —no todas las materias en todas las orientaciones— y urbanas. En Montevideo, una de las prioridades es sumar más liceos en la zona Oeste, cubriendo las necesidades de La Teja y Cerro.

En el sector privado, en tanto, cada vez hay más ofertas, pero están centradas exclusivamente en el Bachillerato. En el Elbio Fernández, la propuesta "extra edad" surgió como "una necesidad de dar respuesta a un grupo de personas que estaba fuera del sistema educativo" y que buscaba desde mejorar en sus trabajos hasta comenzar una formación terciaria que "había quedado pendiente como un sueño que se puede hacer realidad", cuenta la directora de Educación Media Janet Silveira. Con una propuesta semipresencial y otra virtual, esa institución empezó en 2011 con 14 estudiantes y este año tiene 150.

Para Emib, la cercanía del liceo con su casa y su trabajo fue clave. Pero también jugaron a favor las ganas, claro. Había cursado materias por última vez en 1972, en su Durazno natal. Nunca había rendido los exámenes de aquel 5° Humanístico y debía Química de 4°. Con sus cuatro hijos ya adultos y recién separado, en 2016 decidió ponerse en la cima de sus prioridades. Retomó las clases de música de su infancia y reforzó sus conocimientos en computación. El paso siguiente era terminar el liceo, "esa materia pendiente, como solemos decir", cuenta.

"Un día me llega un correo de Antel, enviado por la ANEP, que decía que aquellos adultos mayores que quisieran terminar la secundaria podían dirigirse a tal link. Fui a ese link, busqué un teléfono, llamé y me atendió Secundaria de forma excepcional", recuerda el periodista de Radio Carve.

Pese a ser un buen y constante lector, Emib dice que perdió "la práctica" de estudiar. "Comprender, asimilar y aplicar lo que estudio me cuesta. Pero hago el prudente esfuerzo para cumplir con mi objetivo". Es que Química, que antes le "costaba", hoy le "sigue costando". En el último escrito sacó un diez y entre sus compañeros solo hubo festejos. Después de las vacaciones de julio el periodista planea cursar algunas materias de 5°. Luego vendrá 6° y empezar Derecho en la Universidad de la República. "Yo ya tengo aprobada la jubilación pero me siento con fuerza, con energía, con ganas de seguir estudiando, de seguir trabajando y de seguir aportando cosas positivas para mí y para la comunidad que integro".

Dar el ejemplo.

Las razones para retomar los estudios pueden llegar a ser tantas como estudiantes en un aula. Sin embargo, hay un concepto que siempre está: sacarse de encima esa materia pendiente. "Dejé de estudiar en 1978 y desde entonces siempre lo tuve ahí... Al final el año pasado dije voy a probar", cuenta el fotógrafo Francisco Flores (56), que está cursando 6° de Ingeniería en el turno nocturno del Liceo N°10. Aunque las asignaturas no le resultaron difíciles, se volvió a chocar con Matemática A, que perdió dos veces. "Los tiempos no son los mismos de antes, pero ya lo tenía previsto". Francisco no hace "futurología"; primero va a terminar y, después, ver por dónde seguir.

"Uno de los perfiles que más se da en nuestros alumnos es que buscan poder continuar con sus estudios a nivel terciario", dice Federico Viana, coordinador del Bachillerato para adultos del Crandon, que funciona desde 2005. Pero no son menos importantes los objetivos que tienen otros, agrega, y que también se ven muy a menudo, como ser un ejemplo en su familia. "Me acuerdo de un caso que nos dijo: ¿Qué le puedo exigir a mi hijo si yo no terminé el liceo?". En estos años, no solo tuvieron experiencias de padres e hijos cursando juntos sino también de abuelos y nietos.

Para el primer semestre de 2017 (también utiliza el Plan 94), Crandon registró 126 inscripciones. Aunque tiene alumnos de hasta 55 años, cada vez recibe de menor edad. Y lo mismo ocurre en el sector público, confirma Jaureguy. "Anteriormente el nocturno era una cosa realmente para personas con mucha distancia en edad, pero cada vez más se va volviendo una especie de extra edad tardía", dice la consejera. "Vas a encontrar mucho alumno entre los 23 y los 30 años".

Entre los estudiantes adultos, uno de los temores más frecuentes es volver a enfrentarse a una clase, a un profesor, a un escrito. "Quizás hace 30 años que dejaron el liceo y ahora se encuentran en el salón con jóvenes que estuvieron hasta el año pasado. Pero tratamos de que esos temores se transformen en fortalezas", sostiene Viana. "Los jóvenes tienen muy claro todo lo que tiene que ver con el manejo de tecnologías, pero los adultos son los que tuvieron el encuentro con el libro, que es algo para lo que hoy hay dificultades. Si bien les puede costar retener, les cuesta menos sentarse a estudiar".

El colegio también promueve que sus funcionarios terminen sus estudios. Este semestre será el turno de egresar para Maida, auxiliar de limpieza, a quien solo le falta aprobar Física de 6°. "Acá hay alumnos que empiezan haciendo desde 4°. Aquello que parece un horizonte muy lejano empieza a fluir y de a poco se van quemando etapas. Es una gran alegría poder compartir con ellos el momento del egreso, la felicidad de haber logrado lo que se proponían", cuenta Viana.

Aprender a aprender.

Con el Plan 2013, una de las propuestas de Secundaria para culminar Ciclo Básico, Nancy Sum (29) terminó 3° en el Liceo N°1 de Ciudad del Plata (ex Rincón de la Bolsa). Pasó con 8 y no dudó en seguir en carrera. Sin embargo, este semestre tuvo que "abandonar momentáneamente" las materias de 4° que estaba cursando. Es que está en pareja, trabaja cuidando adultos y es madre de dos niños de 10 y 7 años. "El varón va al fútbol y la nena que va a danza… Además vivo en una cooperativa de ayuda mutua para la que tengo que trabajar. Entonces entre las siete y las once de la noche, que era el horario de clases, justo estoy a full con las actividades de ellos".

En ese sentido, las propuestas semestrales —el Plan 94 es el más utilizado— tienen varias ventajas. "Parece ser una pista de cómo se debería trabajar, es mucho más intenso el cursado pero obtenés un resultado a corto plazo", señala la consejera Jaureguy. "Además, en julio, que es un momento complicado para los nocturnos, porque está muy frío, porque llueve más… ya tenés el estímulo de haber aprobado tres o cuatro materias, y entonces te inscribís en las siguientes".

Según su experiencia, este tipo de modalidad "tiende a retener más el estudiantado" que las anuales. A cambio, el alumno tiene que resistir la carga horaria y las exigencias de evaluación. "Porque no se sacrifica el conocimiento, sino que se acumula en la mitad del año", señala. ¿La contra? Que "tienen muchísimas dificultades desde el punto de vista administrativo", ya que el año lectivo empieza y termina dos veces. Además, Viana, del Crandon, agrega que otra de las debilidades es que los programas están muy desfasados con la propuesta del Bachillerato actual. El ejemplo más claro: no hay Artístico.

Nancy había abandonado el liceo en 2004 y hace tres años hizo un intento de retomar que no prosperó. Hoy siente que tiene más facilidades y que, más tarde o más temprano, lo va a terminar. "A uno le cuesta volver a arrancar después de tantos años, pero con este plan a mitad de año te sacaste materias de arriba. Son períodos cortos pero más intensos. Y aunque es corto también aprendés". La materia que le resultó más difícil fue Ciencias Físicas y su preferida Filosofía, porque "te hace pensar muchas cosas".

Yo puedo.

Cuando llegan las seis de la tarde en el liceo Jubilar, en Casavalle, los adolescentes dejan paso a los adultos. Lunes, miércoles y viernes cuatro de sus salones se llenan con unos 30 alumnos cada uno. Desde 2011 allí se lleva adelante un plan de acreditación del Ciclo Básico que se hace en un solo año. "Lo pueden hacer quienes cursaron solo la escuela, solo primero o hasta segundo de liceo", explica la subdirectora del nocturno Belky Jeres.

La propuesta no se divide en niveles, sino que son 12 asignaturas y dos proyectos que se evalúan a fin de año. "Es todo o nada, lo tenés que aprobar todo o te quedás sin nada". El fuerte de esta propuesta, que es la Modalidad B del Plan 2009, es aprovechar los "aprendizajes experimentales" que tiene la persona por ser adulta. Cada año hay 120 cupos y tienen prioridad los padres de sus alumnos y los vecinos de la zona. Este febrero recibieron alrededor de 240 solicitudes, cifra récord para la institución. En general, egresa alrededor del 70%.

Mientras esperan al profesor de Música —la asignatura preferida de muchos—, los alumnos se piden los apuntes, comparten un mate o conversan sobre cómo estuvo su día laboral. En un mismo salón conviven historias y realidades diferentes. Allí está Jimmy, de 38 años. Desocupado y con alguna changa, espera ver qué "posibilidades nuevas" se abren luego de terminar el Ciclo Básico. "Yo no vengo a competir con nadie, vengo a ver si puedo mejorar en algo", dice confiado.

A su izquierda se sienta Eva, de 50 y profesora de danza en un colegio. Ella está en una clase y su hijo, Christian, en la de al lado. "Trabajo en un centro educativo y a veces en las reuniones me sentía medio floja en algunos temas", explica. Un poco más adelante está Cándida, quien a los 33 años descubrió su vocación: quiere terminar la secundaria y ser profesora de Matemáticas o Biología. "No siempre me había gustado, fue algo que surgió ahora", cuenta entusiasmada.

Aunque el liceo nocturno del Jubilar surgió pensando en los padres de sus alumnos, solo poco más del 15% lo son. "Al cursar el liceo hay una retroalimentación dentro de las familias bastante interesante", dice Jeres. Más allá de la vergüenza inicial, es una experiencia "que se vive con felicidad". Al igual que en las propuestas de Bachillerato, lo que más queda atrás son los miedos y, sobre todo, el yo-no-puedo. "Son personas que vienen de muchos fracasos, que pueden tener miedo a la evaluación en sí misma, simplemente porque nunca antes pasaron por estas instancias".

Aunque no hay estadísticas, muchos de los adultos que vuelven a las aulas lo hacen pensando en trabajar en la salud (ver recuadro). Sentada en la última fila contra la pared y con el pelo todavía mojado está Estela, de 33 años, quien decidió terminar el liceo y quiere estudiar enfermería. Había abandonado en 2°, cuando empezaron los bailes y la etapa de "no hacer mucho caso". Hoy trabaja y es madre de cuatro hijos, el mayor de 16 y el menor de 5. "Quiero hacer hasta 6° y terminar. Es una forma de demostrarles a mis hijos que aprovechen, que no esperen a ser adultos, que le pongan esfuerzo a lo que hacen". Fue su hija de 15 años quien la llevó hasta el Jubilar y le dijo: "Es ahora mamá". Y Estela juntó fuerzas y voluntad. "Con 33 años te cuesta, las cosas no te quedan, llegás de trabajar y no querés volver a salir... Pero yo voy a terminar el liceo porque quiero superarme. Y porque yo puedo".

El karma de matemática.

Igual que ocurre en la mayoría de las propuestas diurnas y con alumnado adolescente, para los adultos que vuelven al liceo Matemáticas es uno de los grandes escollos. En el Jubilar, la experiencia indica que Inglés es otra de las asignaturas que cuestan. En ese sentido, la apuesta tanto en centros públicos como privados es trabajar en grupos reducidos y con trato personalizado. "El éxito de esta propuesta es la generación de un clima amigable, de apoyo y acompañamiento, que favorece su autoestima", dice Janet Silveira, detrás del planteo del Elbio Fernández.

La salud, seguro y con futuro.

Según el Monitor de Mercado Laboral 2016 de Advice, 79% de la demanda de trabajo es para cargos operativos que requieren poca o nula formación. Sin embargo, es también este sector el que más sufre cuando el desempleo sube. De acuerdo al informe, la demanda de "dependientes" (chofer, guardia de seguridad, auxiliar de limpieza) cayó 28,5 % respecto al 2015. "Los que no están formados siempre tienen mayor desprotección", explica el director de la consultora, Federico Muttoni. Muchos de los adultos que vuelven al liceo quieren insertarse en la salud. "Hoy representa 5% de la demanda de trabajadores y es un sector que va a crecer, porque vamos a necesitar mayores cuidados en el futuro. Si uno se forma en salud va a estar bastante protegido, porque la parte humana es fundamental".

Planes para (casi) todo el mundo.

"Si uno ve todo en un abanico, parecería que hay opciones muy diversificadas, pero eso es media verdad", opina la consejera de Secundaria Isabel Jaureguy. Para ella, uno de los principales debes es mejorar la distribución geográfica de la oferta, que hoy está centrada en Montevideo y el área metropolitana.

Ciclo Básico: Funciona el Plan 2009, que tiene modalidad presencial o libre asistido y es para estudiantes a partir de los 21 años de edad; el Plan 2012, pensado para estudiantes extra edad entre 15 y 20 años; y el Plan 2013, al que se pueden sumar desde los 15 años con cursos presenciales semestrales y anuales modulares.

Bachillerato: Se utiliza el Plan 94 Martha Averburg, que propone cursos semestrales para estudiantes mayores a los 21 años y menores que son deportistas o tienen justificación laboral.

El periodista Emib Suárez está cursando Química de 4° en el Liceo 34. Foto: Darwin Borrelli.
El periodista Emib Suárez está cursando Química de 4° en el Liceo 34. Foto: Darwin Borrelli.
Muchos adultos que vuelven al liceo lo hacen para darle un ejemplo a sus hijos. Foto: Gerardo Pérez.
Muchos adultos que vuelven al liceo lo hacen para darle un ejemplo a sus hijos. Foto: Gerardo Pérez.
En el liceo Jubilar la propuesta para adultos funciona desde 2011. Foto: Fernando Ponzetto.
En el liceo Jubilar la propuesta para adultos funciona desde 2011. Foto: Fernando Ponzetto.
En el Crandon los grupos nunca superan los 15 alumnos. Foto: Gerardo Pérez
En el Crandon los grupos nunca superan los 15 alumnos. Foto: Gerardo Pérez
Cándida está cursando el Ciclo Básico y quiere terminar para ser profesora. Foto: Fernando Ponzetto.
Cándida está cursando el Ciclo Básico y quiere terminar para ser profesora. Foto: Fernando Ponzetto.

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