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"Saber hacer humor de verdad es un tema serio"

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"Siempre digo que la vida superó todos mis sueños"

Siempre con una sonrisa, sabe que es una excepción y no la regla: vive del arte y tiene vocación de educador. Trabaja en el INAU, hace tevé y también teatro. Mientras, sueña con la radio.

DANIELA BLUTH

La escena parece más salida de la ficción que de la realidad. Marcelo "Fito" Galli —remera con estampa, camisa de jean, pantalón verde agua y championes retro— atiende el mostrador del departamento de Espectáculos Públicos del INAU, en un rincón de la enorme casona sobre Fernández Crespo y Cerro Largo. Cruza una puerta hacia su oficina llevando varios formularios en la mano. La vuelve a cruzar y pide una rúbrica. Sin perder la sonrisa, explica cómo completar la hoja en blanco. A uno de los lados, un grupo de funcionarios forma fila para marcar tarjeta. Al otro, los carteles en blanco y negro advierten sobre normas, horarios, licencias y permisos.

Fito Galli —funcionario público, actor, comunicador— es la excepción y no la regla. Vive del teatro, pero su verdadera vocación es otra: ser educador. Desde hace 26 años trabaja en el INAU —el año pasado lo galardonaron por el cuarto de siglo en funciones con una lapicera que todavía no fue a retirar—, donde se desempeñó como recreador hasta integrante del directorio. "El INAU es mi vocación, amo trabajar para estos gurises, pero hace más de 20 años quelo que me permite vivir es mi actividad artística. ¡Ojo! Si no tuviera todo lo artístico capaz que tendría que buscarme un trabajo que me diera plata, no lo dudo, pero mientras puedo mantenerlo...".

Así, el día a día de Fito se nutre de dos mundos bien distintos. Por las mañanas, el glamour de la televisión desde la pantalla de VTV y el programa Día a Día. Por las tardes, la realidad de cientos de jóvenes uruguayos que pelean por una vida mejor. Y en los tiempos libres, reuniones con amigos, militancia social y largos recorridos al volante de su Chevrolet Celta, medio de transporte y oficina a la vez.

Pero Fito vive esa diversidad con total naturalidad. Quizás, porque las carreras de educador y actor siempre fueron simultáneas. A los 15 ya trabajaba en la parroquia María Auxiliadora, la del Parque Rodó, donde creció, dándole catequesis a niños asistidos por INAU. "Eran los últimos años de la dictadura, el único lugar donde podías reunirte y tener actividad juvenil era la parroquia", recuerda. En la escuela y el liceo, estuvo en el coro, bailó el pericón y formó el grupo de teatro. "Cualquier excusa me servía para subirme a un escenario". ¿Y las notas? El rendimiento no era el mejor, hasta que se enteró de que para entrar a la entonces Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD) había que tener el bachillerato aprobado. "Hice esos dos años únicamente para entrar a la EMAD. Sin esa meta se me hubiera hecho muy cuesta arriba... porque era un embole, teníamos Educación Moral y Cívica, las profesoras eran las esposas de los coroneles...".

Entró a la Escuela con un monólogo de Un tranvía llamado Deseo, de Tennessee Williams. Allí conoció a grandes como Elena Zuasti y Eduardo Schinca —"para mí eran dioses", dice—, y trabó amistades que conserva aún hoy. "Yo quería a todos los profesores que la mayoría odiaba y odiaba a los profesores que la mayoría quería. Después, los años me han dado la razón".

Su nombre se hizo conocido de la mano de Petru Valensky y ¿Quién le tema a Italia Fausta?, una de las obras más exitosas de las tablas locales, con 13 años ininterrumpidos en cartel. Con Petru son "como hermanos", dice Fito, y compañeros de varias aventuras. Juntos también hicieron el programa de tevé Dos por noche, en VTV, donde interpretaban a las peculiares hermanas Coito, Mimi y Norma.

—¿Tu carrera fue para el lado que te imaginaste cuando entraste a la EMAD?

—No. Siempre digo que la vida superó todos mis sueños. Empecé a hacer teatro por hacer teatro, nunca pensando en entrar a la compañía de teatro que a mí me gustaba y en ser protagonista junto al actor que para mí era un Dios. Me imaginé hacer teatro, nunca hacer un programa de televisión. Me imaginé en la televisión, nunca estando 12 años al aire. Siempre ha superado lo que yo me pudiera imaginar. No sueño, la vida viene. Soy un surfista en la vida, adonde me lleve la ola, yo voy.

En ningún momento Fito pierde la sonrisa, esa que se convierte en carcajada en algunos momentos de Día a Día. La que también estaba en su personaje de Mimi Coito. Y en la mítica Julia, protagonista de la campaña de la Rifa de Arquitectura allá por 1997, un spot de apenas 29 segundos que también contribuyó a lanzarlo a la fama. "Mis arrugas alrededor de la boca no tienen paz. Para mí es lo natural estar con una sonrisa. Ojo, no tenemos una realidad hermosa en la vida cotidiana, pero creo que te ayuda a seguir".

—¿Por eso trabajás con el humor?

—Siempre digo que hacer humor de verdad es un tema serio. A mí me gusta que la gente vaya al teatro, se ría una hora y cuando salga le quede una cosita adentro que la pueda transformar en algo, hacer crecer, abrir la cabeza hacia algún lado...

—¿Ese es el gran mérito de la Compañía Italia Fausta?

—Sí. Capaz que pasa al otro día, pero en algún momento decís: Pah, qué fuerte lo que vi. Y eso está bueno porque el humor es un arma divina para entrarle a la gente. La gente no sabe lo importante que es reírse.

Ser sexual.

Fito tiene 45 años y nunca desarmó su cuarto de soltero. Vive en la casa de su madre con uno de sus hermanos, mayor que él. Sí se fue alguna vez —incluso fuera del país—, pero siempre volvió. "Es mi cuevita, el camino seguro. Las viejas del barrio me conocen desde que nací. Si no tengo necesidad, ¿por qué me voy a ir? Ahí estoy bien, tranquilo".

El hecho de no estar hoy en pareja, influye. Sin embargo, al actor no le preocupa el qué dirán ni los rótulos. Y, en ese sentido, el manejo de su sexualidad es el ejemplo más claro. "Yo no me considero homosexual, ni heterosexual ni bisexual... Yo soy sexual, soy un animal", afirma. "No sé qué me puede gustar el día de mañana, no me voy a cerrar, yo me enamoro de las personas. A mí no me gusta encasillar a la gente en nada, entonces no me voy a etiquetar a mí".

—No debe ser fácil tener esa filosofía en una sociedad tan conservadora como la uruguaya...

—No tengo ningún problema. Si me gusta una mujer se lo voy a decir, y lo mismo con un hombre. Por eso nunca me molestó vestirme de mujer y ponerme unos tacos. Que la gente piense lo que quiera. No vivo de lo que piensan los demás de mí.

Locuaz y malhablado, cada una de sus palabras las avala con hechos. Sin haber sido un bebé prematuro, colabora con la fundación Alvarez-Caldeyro-Barcia. Sin ser travesti, trabaja con varios proyectos a favor de su integración social. Sin ser simpatizante del Partido Nacional, fue secretario de bancada de Beatriz Argimón en el Parlamento. "Yo había sido secretario de Beatriz en el Iname, como se llamaba en aquel momento. Cuando salió diputada me invitó a trabajar con ella en su secretaría. Es una persona muy abierta y le gusta la gente que trabaja. Nunca me quisieron los blancos por no ser blanco. Y nunca me quisieron los frenteamplistas y colorados por haber trabajado con una blanca. Pero mejor, mejor no ser querido por nadie, no deberle favores a nadie".

Es que Fito disfruta andar por la vida ligero de equipaje. Pese a ser una "figura" de la tele, no suele usar la ropa, los relojes ni los perfumes que le llegan de regalo. Y el dinero que junta entre sus varios trabajos, muchas veces lo reparte entre esos gurises que vio crecer. "Si voy a un evento de trabajo me pongo lo que me dan las marcas que me visten, pero en mi casa estoy de calzoncillos todo el día", dice a las risas. En la intimidad de su hogar, también, aparece el Fito más solitario y serio. Eso sí, en los días en que pega la baja autoestima no hay mejor solución que salir a caminar por la calle un rato. "La energía que te da la gente te levanta".

—¿Hay algo que tengas pendiente?

—Sí, hacer radio. Pero tengo que tener el tiempo para hacerlo como a mí me gustaría. Me imagino un programa revisteril, con música, entrevistas, bien producido y preparado. Para hacerlo a las apuradas no. Algún día lo voy a hacer. Además, en la radio no tenés que producirte, vas barbudo, en bermudas y no importa nada.

Un atrevido en la tevé.

Su primera aparición en televisión fue en la publicidad de la rifa de Arquitectura, donde encarnaba a Julia, un hombre que se cortó los testículos y se convirtió en mujer por no haber ganado el premio mayor. "Fueron menos de 30 segundos, pero me catapultó", recuerda. Su primer programa en la pantalla chica llegó en plena crisis de 2002 y de la mano de Petru, mientras juntos llenaban las salas de La Bien Pagá y Alcánzame la polvera. "Fuimos a VTV, nos reunimos y al otro día empezamos con dos pelucas que yo había traído de Buenos Aires y unas pilchas viejas". Así nomás, Petru y Fito se convirtieron en las entrañables hermanas Coito. Cuando ese programa dejó de estar al aire, a Fito le llegó la oferta de conducir la revista matinal del canal. "Mi primera reacción fue decir que no, que no era para mí. Me imaginaba aprender a tejer, a coser... gimnasia para embarazadas. Pero con el tiempo fuimos armando un perfil propio y que se mantiene hasta hoy". En su rol de conductor —tarea que hasta hace algunas semanas compartía con Victoria Zangaro—, Fito no se siente periodista. En cambio, se define como un "atrevido preguntón". "Cuando hacemos las notas me gusta al mismo tiempo desasnarme a mí y a la gente".

SUS COSAS.

Su celular.

A Fito los gadgets tecnológicos no le hacen la diferencia. Por eso, cada vez que tiene que cambiar de celular pide, por favor, que le vendan el más sencillo. No usa WhatsApp ni tiene para sacar fotos; mientras pueda mandar mensajes de texto es suficiente. "Para mí las cosas materiales no tienen importancia. Voy a un shopping y no tengo deseos de consumir".

Su auto gris.

"Me gusta manejar, agarrar el auto e irme adónde sea", dice el comunicador sobre sus hobbies. "Si quiero charlar con un amigo, como no puedo ir a un boliche, agarro el auto y manejo hasta Santa Lucía igual". ¿Fierrero? "No, cuanto más chico el motor, mejor, ¡así gasta menos!".

Murga y carnaval.

En 1999 ganó el premio Revelación del Carnaval con La Reina de la Teja. A partir de allí, se dedicó a hacer puestas en escena y fue animador del Sporting hasta el año pasado. Su murga favorita es Falta y Resto. "Sigue defendiendo sus ideales, lo que más me gusta es su mensaje revolucionario y transgresor".

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