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"Hay pocas mujeres en la conducción"

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Sara Perrone (Foto. Francisco Flores)

De una infancia en el campo y un trabajo como diseñadora a ser figura de la televisión. Pero no olvida un principio: la defensa del papel de sus colegas femeninas en la pantalla.

LUIS PRATS

Sara Perrone (48) se imaginó trabajando en el campo, como diseñadora e incluso como astronauta, pero entró con pasos cortitos a la televisión y fue ganando su espacio. Y ya no se imagina fuera de ella.

Si bien nació en Montevideo, vivió toda su infancia en medio del campo: allí donde el arroyo Buricayupí se cruza con la ruta 26, en el interior del departamento de Paysandú. Sus padres se dedicaban a las actividades agrarias. "Hasta los nueve años tuve una vida absolutamente rural. Andaba a caballo, hacía picnic bajo los árboles, pescaba en el arroyo. Y no fui a la escuela: tenía maestra particular", evoca.

El regreso a la capital y la complicada adaptación a la vida urbana se vieron facilitados por un grupo de amigas de la Scuola Italiana que aún conserva, y por eso también guarda un "lindo recuerdo" de aquellos tiempos.

Todavía lejos de las cámaras y la pantalla, Perrone soñó ser "de todo". Hasta astronauta. Más grande, pensó en seguir estudios sobre genética, un tema que la apasiona. Y la vinculación con el campo la llevó a cursar una tecnicatura agropecuaria. "Quería ser un poco de todo. Y me sigue pasando. Veo que hay muchos temas que me interesan e intento hacer algo. Por ejemplo, cursos. Ahora estoy estudiando inglés y fotografía", cuenta.

Una de sus tantas inquietudes terminó acercándola a Canal 4. Trabajó un tiempo como diseñadora y comenzó a hablar de moda una vez por semana en Muy buenos días, allá por 1997. Un año después, el programa pasó a llamarse Buen día Uruguay, y allí siguió ella con su columna sobre tendencias pero con cada vez mayor presencia, hasta que en 2002 comenzó a conducirlo (también tuvo un talk show, Tenemos que hablar, y después añadió a la experiencia un ciclo radial en la 1410AM).

—¿Cómo le resultó el proceso de pasar de un espacio limitado, sobre un tema específico, a conducir todos los días?

—Todo fue creciendo de a poquito. En el comienzo estuve súper apoyada por Leo (Leonardo Lorenzo) y Adriana (Da Silva), que eran los conductores que llevaban más tiempo. Fue un camino que se hizo de a poco y como todo tuvo algunas piedras, pero fue un buen tránsito.

—¿Había pensado en algún otro proyecto para la televisión?

—Antes de llegar a la conducción de Buen Día... había presentado un proyecto, un programa que después no salió al aire. Con piloto y todo, estaba semiaprobado, pero no hubo presupuesto. Estaba orientado a los padres, algo así como "Ser padres". Justo coincidía con un momento en el que tenía a mis hijos muy chicos.

En Buen día… estuvo diez años como conductora. "Fue mi escuela, donde crecí, donde me hice como comunicadora". En ese sentido, asegura que trabajar en un magazine diario otorga "una visión espectacular de la sociedad", al abrirse a gente con realidades muy diversas. "Podía estar con un súper artista y a los 15 minutos hablar con una persona que estaba en un mal momento y necesitaba ayuda", dice.

Una nota que dejó su marca fue en el cottolengo Don Orione. "Yo pensaba: si esta gente no estuviese trabajando aquí, con la vocación de servicio que tienen más allá de su sueldo, sería tanto peor la vida de un montón de gente tan necesitada. Eso impacta, más que entrevistar a un gran artista", asegura.

El final de aquel equipo en 2012 fue, en cierto modo, un golpe. "Sí, nos echaron y lo digo siempre. Con despido y todo. No lo viví como algo bueno ni positivo, no fue una buena decisión y de hecho creo que Canal 4 hace mucho que perdió bastante el rumbo. Ojalá que lo puedan recuperar ahora que están haciendo tantos cambios. No había sido un buen año y de hecho me había planteado irme un tiempito antes. No sé si me faltó hacer mejor las cuentas o tener la valentía de dar el paso, pero no nos fuimos. Y el despido nos sorprendió", dice.

Pero Sara está convencida de que las crisis llegan para traer cosas mejores. Ese tiempo fuera de los medios le permitió tener una mirada más panorámica. Tampoco fue un alejamiento total, porque participó como invitada en otros programas e hizo avisos. Hoy mira atrás y cree que fue un buen año, aunque entonces sentía esa espina que le señalaba la necesidad de volver a la televisión. "Por mi economía, por mi cabeza, mi trabajo, mi desarrollo, por un montón de cosas", repasa. También porque la pantalla suele olvidar rápido a quienes no la frecuentan: "Al principio creí que iba a estar trepando por las paredes por no trabajar, pero descubrí que es bueno tener tiempo para otras cosas. Claro que no es sostenible. Hay que mantenerse en la ola. Si no, te caés". Y entonces la llamaron de Consentidas.

Privado.

La privacidad es todo un tema, principalmente con la familia. Casada hace 23 años tiene dos varones (21 y 20) y una chica (16). "Desde que ellos tienen conciencia yo trabajo en televisión. Ha pasado el tiempo, están grandes, pero para ellos siempre estuve. No existe la mamá sin televisión, lo tienen asumido, lo cual no quiere decir que a veces no protesten. No quieren aparecer ni salir en fotos. De hecho, me han llamado montones de veces de revistas para hacer producciones con alguno de ellos, pero siempre es no. Y la televisión no es su camino por ahora", comenta.

Cuando eran más chicos y salían con su madre por la calle, preferían adelantarse para no escuchar: "Mirá, ahí va Sara Perrone". "Pero todo bien, nunca hubo un mal episodio —asegura ella —. El público uruguayo es súper cálido, atento, muy respetuoso. Nunca tuve un problema con nadie. Al contrario, siempre que me paran para charlar lo hacen para destacarme cosas positivas. Y cuando tienen alguna queja, siempre es desde el respeto y la buena onda. Me encanta".

Ella prefiere que el público le comente sus programas. Si bien algunos ciclos tienen conexiones para recibir la opinión de los espectadores, en Consentidas eso no ocurre. Por eso aprecia que en los mano a mano le digan lo que les gusta y lo que no. "Es un aporte fundamental, aunque sea una partecita. Un punto de rating son 12.000 personas y no hablarías nunca con 12.000 personas. Claro que con un punto de rating tampoco estarías bien…", dice.

Cuando la llamaron de Canal 10 para Consentidas resultó una sorpresa, porque nunca se le había ocurrido llegar a estar allí. Tuvo otras ofertas pero no la convencían, por sus características o por el contenido. En Consentidas todo cerraba. "Me encantaba el programa, había estado antes como invitada. Siempre digo que soy la única conductora que se ha ganado carritos", comenta, en referencia a los carros de supermercado que entregan como premio. Destaca a todo el equipo: las otras conductoras Emilia Díaz y María Gomensoro, el aporte de Diego Delgrossi, la productora María Estela Moreno y los guiones de Fernando Schmidt.

"Al mes de entrar ya me sentía parte de Consentidas. Este año festejamos la décima temporada. Y yo también lo festejo. Diez años en un horario central, conducido por tres mujeres, es un milagro. Es resultado del gran trabajo que han hecho siempre, de saber adaptarse a los cambios y probar cosas nuevas", sostiene.

—¿Por qué habla de milagro por la conducción de tres mujeres?

—Hay pocas mujeres en la conducción. Y eso pasa en el Uruguay, no solo en los medios, que son un reflejo del país. Lo ves en la remuneración de la mujer en comparación con la del hombre en similares tareas, o con el nivel de desempleo de la mujer. Cada uno desde el lugar que considere oportuno o donde tenga la oportunidad, debemos trabajar todas por un mejor reconocimiento y mejores oportunidades para todas en el Uruguay.

—¿Y por qué ocurre en los medios?

—Me imagino que no debe estar lejos del motivo por lo cual pasa en todo el país. Los medios no son una isla. Habrá muchos gerentes hombres. Quizás falten gerentas.

Hace algunos años, los contactos entre las mujeres que trabajan en comunicación eran breves y esporádicos, cuando coincidían en algún evento. Entonces, junto a Adriana Da Silva, Perrone organizó una reunión. Hubo después otras y más adherentes. "Las últimas fueron multitudinarias y entonces formamos el grupo de WhatsApp, que ha sido muy útil para mantener el contacto con mujeres que cumplen diferentes papeles en los medios. Y el sistema sirve desde un feliz cumpleaños a un necesito que me muevan redes porque estoy trabajando en este proyecto o estoy presentando esto o aquello. También para colaborar con un proyecto social o simplemente para protestar", explica.

Hoy son en total 38. En algún momento se formará el sindicato de comunicadoras, dice, mitad en broma, mitad en serio. "Algunos colegas varones piden una reunión mixta pero creo que no va a caminar", comenta y se sonríe.

SUS COSAS.

Los viajes.

Sara Perrone es gran aficionada a los viajes: siempre está planificando alguno. Ahora también, pero prefiere no revelar a dónde, siguiendo su convicción de mantener la privacidad familiar. "Hemos ido a lugares tradicionales o exóticos, con mi esposo o toda la familia. Depende del destino y los ahorros que se hayan invertido", cuenta.

Las series.

Se confiesa fanática de las series. Ahora está mirando Vikings, una coproducción de Canadá e Irlanda que emite Netflix. "Ayer me quedé despierta hasta las dos de la mañana viéndola", cuenta. De la actual grilla de Canal 10 se enganchó con Moisés y los diez mandamientos, una telenovela brasileña que se atreve a relatar episodios bíblicos.

La cocina.

Una faceta desconocida de su personalidad es que le gusta cocinar todo tipo de platos. Y asegura que lo hace muy bien. Nunca cocinó ante cámaras, pero llegó a preparar el servicio entero para una reunión de cien personas. Aunque hizo cursos, uno de ellos con el Gato Dumas, insiste en que lo suyo es amateur.

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Sara Perrone (Foto. Francisco Flores)

SARA PERRONE

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