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La gran provocadora del arte

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Nicola Constantino (Foto: Google)

Nicola Costantino, la argentina que representó a su país en la Bienal de Venecia, deja su huella en todo el mundo. “A un artista no se le pueden poner límites”, dice.

Ella no puede dejar de mirar la aguja. La aguja que atraviesa la piel de esa mujer, y que deja a su paso una desprolija huella de hilo grueso. "Papá, ¿no podrías coserla mejor?", le pregunta Nicola al hombre que habla de política mientras manipula el cuerpo recostado sobre la mesa de operaciones. Parada a su lado, en puntas de pie, ella vuelve a detener sus enormes ojos en la herida abierta. "No lo podía creer. Tenía siete, ocho años. Le decía: ‘Cómo podés hablar de otra cosa, lo que le cosés le va a quedar para toda la vida...’", recuerda ahora Nicola Costantino, más de cuatro décadas después, en su taller de Villa Crespo. Convertida en una de las artistas más consagradas del Argentina, allí multiplica en estos días su propio cuerpo en esculturas de yeso para hacer una instalación que exhibirá en noviembre. Inspirada en El jardín de las delicias, célebre pintura del Bosco, concentrará las obsesiones de toda su carrera.

—Tal vez tus obras con cadáveres de animales vienen de tu atención a esos cuerpos que operaba tu papá.

—Para mí era muy importante lo que estaba pasando ahí. Pero los cirujanos, para poder cortar y coser, tienen que tener una desconexión de lo que es el ser humano que raya un poco con la locura.

—¿Algo medio perverso?

—Sí, muy locos tienen que estar.

—¿Pensás que tu papá estaba loco?

—Mi papá, como todos los cirujanos.

Cuando no entraba al quirófano, Nicola jugaba con sus hermanos en el patio del consultorio, en una antigua casa de Rosario. Tenía a su disposición todo tipo de muestras de medicamentos, y un día se le ocurrió preparar una comidita con todas esas pastillas. Terminaron los tres en el hospital.

"¿Cómo se mide la distancia con nuestro pasado? Es tan difícil borrar las primeras marcas", dice Costantino en La Artefacta, el documental de Natalie Cristiani sobre su vida y obra, premiado semanas atrás en el Bellaria Film Festival. "En la película relato mi historia como un cuento. Algunos chicos habrán hecho otra cosa en su vida, yo lo transformé en obra. Después de mucho tiempo lo puedo ver, reconocer y contar", dice la artista, que en 2013 representó a la Argentina en la Bienal de Venecia con una instalación en la que interpretaba a Eva Perón.

Por la misma época en que Nicola espiaba la intimidad de los cuerpos anestesiados, un día vio algo que le impactó más que las agujas atravesando la piel: La mujer del sweater rojo, pintura realizada por Antonio Berni en 1935, ilustraba la tapa de un fascículo de la colección Pinacoteca de los Genios. Fue su primer contacto con el arte. "No podía sacarle los ojos de encima a esa pintura. Miraba los puntos del pullover. Estaba totalmente fascinada. Ni sabía lo que era un artista, pero quería hacer lo que hacía ese señor. Nunca había ido a un museo y no tenía otro tipo de estímulo. Pero cuando algo tiene que despertarse, en algún momento algo lo toca y lo despierta", recuerda.

Mientras cursaba la carrera de Bellas Artes, Nicola se anotó en un curso de taxidermia en el Museo de Ciencias Naturales de Rosario. El primer día, el profesor les dio un conejo vivo y una tarea para el hogar: traerlo muerto a la clase siguiente. "Imaginate, era la autoridad, en un museo oficial. Y encima nos dijo que la forma ideal era clavarle un cuchillo en el paladar y desangrarlo para no cortar ni manchar la piel blanca."

—¿Lo hiciste?

—No. Lo llevé a un veterinario para que lo matara.

—En la película se muestra cómo matás a una res. ¿Fue el primer animal que mataste?

—Sí, matar sí. Había abierto muchos, pero sentía que si me animaba a hacer eso, y lo hacía bien, era una cosa más de compromiso con el tema.

—¿Por qué siempre te interesó ese tema?

—Cuando un artista empieza y elige algo, es muy importante porque de ahí arranca y tiene una dirección tomada. Lleva un tiempo profundizar el tema. Trabajé diez años en las obras con los animales. Siempre eran los animales que comemos, los que iban a ir al matadero.

De su madre aprendió a cocinar y a coser, habilidades que también volcó en su obra. Su primera muestra —Cochon sur canapé, en el Museo Castagnino de Rosario (1992)— fue una invitación a comer pollos y lechones asados, servidos sobre una cama de agua, en una sala llena de animales momificados y envasados al vacío. Desde entonces, la artista realiza performances gastronómicas similares inspiradas en una tradición familiar proveniente de Abruzzo, una región de Italia.

"Desde chiquita, una vez al año, hacíamos la porchetta. Es un chancho muy grande, dehuesado y relleno con carne, hierbas aromáticas, frutos secos... Son como 30 kilos de carne que horneábamos en la panadería porque no entraba en el horno de casa. La reunión social giraba siempre en torno a la comida. Por eso te decía de lo importante de los primeros pasos. Arranqué mostrando estos cuerpos que producen una cosa de festín, de bacanal, de orgía gastronómica... Y estamos comiéndonos un cadáver".

—Y no sos vegetariana.

—No.

En el año 2000, en la galería Deitch Projects del SoHo neoyorquino, Nicola exhibió lo realizado hasta entonces. Para llegar a la sala grande, donde se mostraban los Chancho-bolas (esferas que reproducían chanchos muertos) y los Frisos (tuberías abiertas que dejaban ver réplicas de cuerpos de terneros nonatos) había que atravesar otra que daba a la calle, convertida para la ocasión en una pequeña boutique. Allí se ofrecían a la venta las prendas diseñadas por la artista, con réplicas en silicona de piel humana, que había presentado en la Bienal de San Pablo. Incluían tetillas, ombligos y pelo natural. "Roberta Smith, crítica de arte del New York Times, consideró que el mal gusto de Peletería humana la convertía en una fuerte candidata a integrar la lista de los peores shows de la temporada", se puede leer en la página web de Costantino. Peor aún fue la reacción de Louise Bourgeois al ver el corset que ingresaría ese mismo año en la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA). La reconocida artista, que no tuvo pudor alguno para reproducir órganos sexuales de manera explícita en sus obras, se horrorizó al ver los pezones artificiales y echó a Costantino a los gritos de su casa.

Nicola lloró, pero no se detuvo. En 2004, redoblaría la apuesta al presentar en el Malba Savon de Corps, jabones elaborados con grasa de su propio cuerpo. Y en 2010 incluyó a su hijo recién nacido en Trailer, muestra para la cual creó un doble: una figura de yeso, idéntica a sí misma, que se convertiría en víctima de otra historia siniestra.

Crear una experiencia: en eso trabaja en estos días Nicola. Visitar la instalación que presentará en la galería Barro, en La Boca, será como meterse dentro de El jardín de las delicias, la obra pintada por El Bosco cinco siglos atrás. A la manera de un ciclorama, Costantino distribuirá una serie de grandes paneles con imágenes creadas por ella y su mano derecha, el fotógrafo Gabriel Valansi. En el centro ubicará una escultura de cuatro metros de altura, recreada con tecnología 3D, que ocupa un lugar destacado en la pintura del artista holandés.

También se podrán ver, multiplicadas, reproducciones en yeso del cuerpo de la artista, en distintas posiciones y siempre con la cara cubierta, y animales que Nicola fotografiará en el Zoológico de Buenos Aires y en el Museo Argentino de Ciencias Naturales. De fondo se escucharán cantos de pájaros y la interpretación de una partitura que El Bosco pintó sobre el trasero de uno de sus personajes. 

FECHAS CLAVE.

Animales, Eva Perón y e inspiración en El Bosco.

1964 - El 17 de noviembre nace en Rosario.

1992 - Presenta Cochon sur canapé, su primera muestra individual, en el Museo Juan B. Castagnino de su ciudad

1994 - Se muda a Buenos Aires. Ingresa en el Taller de Barracas de Fundación Antorchas.

1998 - Representa a la Argentina en la Bienal de San Pablo. Desde entonces participa en numerosas muestras en todo el mundo.

2000 - Realiza una muestra individual en Deitch Projects (Nueva York) y su Corset de peletería humana ingresa al MoMA.

2004 - Sorprende con Savon de Corps (Malba), obra realizada con grasa de su cuerpo.

2010 - Estrena Trailer, su primera producción cinematográfica, que incluye a su hijo recién nacido.

2013 - Representa al país en la Bienal de Venecia con Rapsodia inconclusa, en la que interpreta a Eva Perón.

El futuro - Esa misma obra se verá en Rosario. Además, en noviembre presentará una instalación inspirada El jardín de las delicias, de El Bosco.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Nicola Constantino (Foto: Google)

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