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Giros al hablar que pasan de moda

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Las modas pueden llevar a malos usos del idioma.

Abusar del modo condicional como un hallazgo humorístico fue uno de los últimos recursos léxicos que marcaron tendencia; el furor ya pasó, coinciden especialistas.

"Ponele" que entrás a Facebook y, de repente, "bueno", "nada", "eso", que te encontrás con la foto compartida entre un grupo de amigas que dice: "Cae la tarde en Miami y ‘estaríamos’ recién empezando con un Prosecco". Abajo hay otra, donde las chicas se lucen frente al espejo con sus capelinas. Se lee: "Hoy se ‘saldría’ con sombrero". Los ejemplos son infinitos, y en ninguno de los casos las acciones expresadas son hipotéticas, lo que justificaría, acaso, el uso del modo potencial en la oración. El último grito de la moda de los hablantes, y que llegó a su pico máximo este verano, fue abusar del tiempo condicional como un artificio risueño, como un hallazgo humorístico y cómplice o como una manera de desdibujar lo terminante de un asunto ("me estaría molestando mucho" en lugar de un clásico indicativo presente: "me molesta mucho").

No sólo hay que tener la última prenda it en el vestidor, también el lenguaje impone sus giros: latiguillos, memes y nuevas expresiones léxicas que hay que copiar para encajar en un determinado grupo social, para entablar cierta empatía con los pares. Pero lo que surgió como una ocurrencia, como una búsqueda de originalidad expresiva provocó de inmediato un contagio en masa y se popularizó. Y como sucede con algunas prendas después de cada temporada, el furor cede, se agota. Ahora, su empleo indiscriminado ya no "estaría" tan de moda; ya no "sería" un giro lingüístico tan trendy.

"La lengua es un campo constante de modificaciones, hay transformaciones de largo alcance, como la aceptación de neologismos y algunos cambios en los usos gramaticales y existen otros fenómenos —como en este caso con el uso del modo potencial— que más bien deben enfocarse como corrientes sociales, modas que se imponen en el plano del lenguaje. Distintos tipos de interacción social como los que analizaba Durkheim —opina María Pía López, directora del Museo del Libro y de la Lengua de Argentina—. Copiar estas modas genera comodidad y empatía con los pares, y al igual que manejamos registros formales para el trabajo también aparecen rasgos de época con los que nos sentimos aggiornados".

Según López, no deben leerse como adversidades del lenguaje, daños o empobrecimiento de la lengua. "Son fenómenos que tienen la cualidad de ser efímeros y cuando dejan de ser un signo de distinción para cierto grupo suelen ser sustituidos por otro latiguillo", apunta.

¿De dónde surgen? ¿Quiénes los imponen? Los medios suelen ser los responsables, coinciden los expertos. Algún personaje de la TV lo dice frente a cámara y, rápidamente, su uso se extiende en un determinado grupo social. Y claro, es a través de las redes sociales como Twitter y Facebook que el fenómeno se viraliza. Para José Luis Moura, presidente de la Academia Argentina de Letras, el contagio es casi inmediato. "Son fenómenos incontrolables, y necesarios. Al mismo tiempo que se incorporan nuevos recursos se van desechando otros latiguillos. Sucede que el lenguaje que se utiliza por encima del estándar está en constante ebullición, y en todos los casos hay una búsqueda de originalidad, de apartarse de lo que cabría esperar, como una nueva forma de expresar lo corriente". Como en todo recurso de moda, Moure también considera su volatilidad. "Al convertirse en un giro tan repetido ya comenzó a perder ese sentido cómico, y así como llega también desaparece, se agota", sentencia el académico.

Planteado como un juego, como un ejercicio lúdico que potencia la creatividad, la inventiva del hablante puede resultar una herramienta útil y divertida. Tanto López, Moure y también la escritora Luisa Valenzuela, actual presidenta de PEN Argentina, lo analizan en primera instancia desde esa óptica. Sin embargo, advierten ciertas situaciones en las que existe la posibilidad de caer en una trampa. "Cuando se usa con humor y cierta lógica puede ser muy divertido. Reemplazar "me estoy aburriendo" por "me estaría aburriendo" permite colarte en una posibilidad un poco más optimista, y cuando uno es consciente de esa situación todos estos nuevos recursos son válidos", opina Valenzuela. El problema es cuando uno se ve atrapado por la moda, cuando se repite porque sí, sin estar atento a lo que se dice. "Ahí te pueden engañar de cualquier forma, y en lugar de un juego se convierte en una prisión". 

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Tendencias La Nación/GDA

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