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Todas las cosas están listas si nuestra mente lo está", decía el Enrique V de Shakespeare sin siquiera soñar que existiría algo así como "el amigo invisible" y la catarata de reuniones "obligatorias" de fin de año (me pudren mucho estas fiestitas, ya lo saben por eso vuelvo al asunto).

Digamos las cosas como son: muchos de nosotros odiamos las fiestas de fin de año del trabajo, nos cansan las cenas obligatorias con gente que vemos todos los días y tenemos que ir a comer con ellos poniendo cara de que disfrutamos el momento y odiamos a nuestros jefes en esas malditas reuniones en las que no sabemos cómo comportarnos con ellos, si tirarles un vaso de cerveza por la cabeza, si con dos whiskies arriba espetarle a todos nuestros delirios o si directamente deberíamos hacer un striptease trepados de la mesa principal —al son de la música de Márama— y renunciar. Solo son pensamientos libertarios, perdonen la sinceridad.

Y pensar que hay gente que cree de manera devota en estas reuniones, las considera positivas, amigables y que ayudan a generar un buen clima laboral. ¡Hay que joderse mi viejo! ¡Falso! ¡Solo logramos sentirnos peor, advertir que no somos iguales (se cuela Marx), que no formamos parte de las mismas tribus que el resto y que ese momento forzado lo estamos perdiendo de disfrutar con amigos de verdad, tomando una birra, hablando mal de Damiani y muriéndonos de risa del cuadro desnudo del Pepe! ¡Viva la libertad carajo! (¡ah! Guay de no ir a una maldita reunión de estas, te juro que pasan lista y formarás parte de los traidores del año. Amodio Pérez es una virgen a tu lado).

Este país que festeja la Noche de la Nostalgia (lo cual se comenta solo) también tiene, desde hace un tiempo, una supuesta vocación por las despedidas de fin de año (con tal de chupar cualquier cosa sirve) en la que hacemos que nos queremos en los ambientes laborales, cuando justamente allí es el lugar donde más competencia y más rispideces aparecen en la vida. ¿Cuál sería el sentido de que en esos espacios estemos obligados a juntarnos todos, a sonreírnos cínicamente, a hacer creer que somos súper unidos cuando en realidad queremos degollar al jefe y competimos sin bancarnos demasiado? ¿Y qué hay si me enloquezco y empiezo a decir quién se acuesta con quién o quién manda fotos en el WhatsApp del que vive en el baño con problemas gástricos? Son solo más pensamientos malditos que me vienen, perdonen a mi inconsciente.

Las peores de todas estas reuniones son las que se hacen en lugares especialmente reservados y con música bailable seleccionada "para" nosotros. ¿Quién es el imbécil que cree que es bueno bailar con un jefe viejo, decadente, mientras su esposa observa como si fueras a sacarle sangre a ese viejo calandraca? ¿Quién elige esa música repugnante? ¿Y whisky trucho? Joder, no sale una.

Francamente, he averiguado en el exterior y me dicen que no existe esta cultura de acá de "las fiestas de fin de año". Me comentan que en los países civilizados se hacen un ratito en el día de la festividad, se come alguna cosa rica en algún recreo, pero nadie arma toda esta parafernalia donde hay que ir de fiesta en fiesta durante veinte días seguidos. Que los amigos del club, que los amigos de WhatsApp, que la patota del barrio, que los de los cinco trabajos que tenés (ni que decir cuando sos abogado y tenés que andar en las reuniones de cada cliente), que los grupos de los padres del colegio, que los ex del liceo, que la barra de la política, que la barra de género (esto está extendido: miren los títulos que la gente pone en los grupos de WhatsApp, lo dicen todo). En fin, no es normal estar un mes entero, de noche en noche recorriendo la ciudad, procurando quedar bien con todo el mundo cuando en los hechos te importa un comino casi todo.

Digamos la verdad: lo hacemos para sobrevivir, para que no nos odien, para que no nos expulsen de los laburos pero son un fastidio. Ya lo saben, lo ruego una vez más, lo imploro: eviten invitarme. Soy feliz a la distancia, no necesito ese amuchamiento social sudoroso. Sepan disculparme.

CABEZA DE TURCO i washington abdala

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