Vázquez, el presidente Vázquez —que está obsesionado con sus años— vive mostrándonos ropas piolísimas, buscando colores naturales, la cabellera cada vez más cuidada, y de aquel look de joven médico frentista de La Teja —con aire revolucionario— a este líder veterano elegante, con batas de buena calidad, hay una distancia sideral. ¡Qué camisas papi! (no son uruguayas).

Astori, no hay caso, pasan los años y el tipo es obcecado con su vestimenta clásica y oscura, te cambia alguna corbatita para marearte pero es un embole. ¡Y el pelo de Astori, el peloooo! ¿Quién te lo corta carajo? De joven tenía como un nidito en la cabeza y ahora de grande le reapareció una pajarera toda blanca (tengo un peluquero que entresaca Danilo, te lo paso hermano y eso mejora un poco; no prometo milagros).

El que hizo magia es el Pepe. ¡Ah! Pepe es el number one de los reciclados. ¿Cuál será la crema suavizante que usa? (Esa te la perdiste para marquetinear. Va el pique. Pido un 10% de comisión. ¿Vos decís que son "legales" las comisiones no?) ¿Quién habrá sido el dentista que le arregló las teclas? Genio. El Pepe en realidad curte un look descuidado-pensado como esas damas que compran Para Ti y se visten haciéndote creer que fue todo muy casual y estuvieron tres horas armando el cambalache que se pusieron. Miralo. Cuando sale en la tele alemana se pone una camisita celeste y se para detrás de los arbustos para hacer contraste. Es casi un líder ecologista (y pone cara de pensador griego.) Cuando nos visita en el Senado usa una campera azul y camisa blanca, parece un guarda de Cutcsa. Y cuando anda de parranda por América, cholulea con una guayabera para mostrar su identidad latinoamericana. ¡Es el Coco Chanel del Sur! ¡Viva el Che carajo que siempre se ponía la misma ropa de milico verde!

La que nunca emboca una es Lucía, y eso que era chetísima de péndex, pero se ve que esa parte mental se le desconectó y quedó en una reserva sioux. Rara.

Rara en nada es la Cosse que hasta le dan trato preferencial en la pelu y la hacen sentir una reina che. ¡Diosa! ¡Divina! ¡Estás cada día más radiante y joven! Le dicen las chicas que la atienden —y le mienten—. Ella chocha. Y se cree que está corriendo la presidencial, por eso está cada día más rubia. Va a terminar como Messi (el pelo, el pelo).

Lacalle Pou va a tener que aflojar con las camisas cajetillas. ¿Te auspicia Ralph Lauren papi? ¡No podés bardear con esas camisas! A usted se le pide humildad, embole, camisa blanca de lija y punto. Esto es así: todo lo que a los otros les sobra a usted no se le permite. La semiótica del colectivo imaginario es inversamente proporcional al rumor destructivo.

Novick, ta, aflojale a la camisa blanca remangada. Ya entendimos que venís de abajo, que la remaste, pero empieza a ser un poco repetitivo este argumento de tu camisa siempre igual. ¡Y dejá de gritarnos por las radios! Todo bien pelado, remá, empujá, pero el look un poco más clásico, queda mejor, más serio.

Peter: ¿Podés renovar esos trajes de los ochenta por favor? Tienen olor a naftalina y las solapas son tan anchas que parece que van a levantar vuelo y van a dar la vuelta al mundo. ¡Si toda la vida fuiste elegante, maestro! (ya sé que no te fumás mucho al pelado, pero se van juntos a Biei y hacen un surtidito clásico de batas a lo Macri y vienen renovados. De paso chupan un poco de línea).

Mieres (no es fácil esto) querido: ¿Te acordás cuando a Sanguinetti se la había dado por andar de gacho por todos lados? Bueh, copiá, inspirate, empezá a tapar la pelada. La pelada no gusta Pablo, no sé qué es, pero nooo gusta, da sensación de asesino sexual. ¡Te está jo-dien-dooo! Y vos sos un tipazo y la pelada tuya es criminal, distrae, desconcentra. Estoy seguro que es eso. Yo te diría que te pusieras un turbante (en casa tengo varios) pero no están de moda y no te veo en visita oficial a Estados Unidos con eso en la cabeza. Algo me dice que tendrías problemas. El gacho Pablo, el gacho, se lo pedís a Don Julio y listo el pollo.

Son mis consejos. Los quiero mucho. Más consejos, solo pagos, gratis nada. Besos.

CABEZA DE TURCO I WASHINGTON ABDALA