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Esos sonidos que ensordecen

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76% de la población que vive en ciudades está expuesta a un impacto acústico mayor al aconsejable.

Aumentan las consultas con médicos por trauma acústico. Conductas extendidas entres los jóvenes, en especial al escuchar música, son las principales causantes.

Los sonidos más cotidianos pueden no ser inocuos. Un joven lleva auriculares puestos y al pasar a su costado cualquiera puede adivinar qué canción escucha. Unos obreros rompen la vereda con un enorme taladro. Un ómnibus frena de golpe y toca bocina incansablemente a un auto que se acaba de atravesarle. Un vehículo emite música a todo volumen a través de potentes parlantes, con los que parece pretender demostrarle a la ciudad la cantidad de decibeles que alcanzan. Todas escenas frecuentes, tan incorporadas a la rutina que ni el más atento ciudadano hace demasiado foco en ellas. Salvo Hernán.

Este joven de 26 años que sufre de "tinnitus" por trauma acústico, jamás notó la jungla de ruido que lo rodeaba. Pero un zumbido en ambos oídos lo empezó a irritar hace unos meses. Todo comenzó después de ir a bailar a un boliche de donde salió aturdido. No le dio bolilla, pues sabía que eso no es infrecuente cuando uno se expone a volúmenes demasiado altos, como en discos o conciertos. La molestia se volvió insoportable cuando reparó en que le costaba conciliar el sueño. Consultó a un otorrinolaringólogo y confirmó lo que había leído en Internet: algunas de sus prácticas más cotidianas le ocasionaron problemas de salud.

Tres de cada cuatro personas que viven en la ciudad estás expuestas a un impacto acústico superior al aconsejable, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). De hecho, cualquier día uno de cada tres ciudadanos siente molestia por algún ruido; de los que percibimos, claro. Porque en buena medida la contaminación sonora ya es parte internalizada de la jornada, dicen los especialistas.

"No hay cultura en la gente de que generar un ruido intenso es una forma de generar daño: pasa cuando un niño le explota a otro cerca de la oreja una bolsa de nylon inflada, pasa al tocar bocina simplemente para saludar o tirar fuegos artificiales como forma de festejo", ejemplifica Marisa Pedemonte, catedrática de Fisiología del Claeh.

Salvo algún trueno que retumbe muy cerca de un individuo, no hay un fenómeno natural que pueda alcanzar un nivel de sonido que fuera dañino. Solo se conoce una especie de rana que habita en el Caribe que croa a 90 decibeles, un volumen a partir del cual puede verse afectada la audición. Lo demás es obra del ser humano.

En los últimos años una costumbre cada vez más asentada, sobre todo en jóvenes, preocupa a los médicos: escuchar música de un "mal modo". Ya es conocido el impacto de la contaminación sonora por el tráfico en la calle, o bien el riesgo en el trabajo (en Uruguay se exige que si un trabajador realiza una tarea en la que la que se superen los 80 decibeles debe usar protección). Pero la participación creciente en espectáculos de rock y electrónica con niveles mayores a los 120 decibeles y el uso indebido de auriculares están repercutiendo en la salud de la población. Así lo afirma el otorrinolaringólogo Gabriel Charlone: hay "un claro aumento de las consultas en jóvenes, los cuales son más vulnerables por exposición a ruidos intensos en ambientes cerrados".

En Uruguay no hay datos epidemiológicos sobre la temática. Como referencia internacional, el 30% de la población de entre 10 y 24 años tendrá trastornos auditivos por exposición no laboral al ruido. Y eso no es poco: en Argentina "equivale a por lo menos 3 millones de personas que sufrirán un daño que no se cura", dijo a La Nación Graciela González Franco, otorrinolaringóloga infantil especializada en prevención.

Los equipos musicales tienen la capacidad de alcanzar cifras muy superiores a lo deseado y cuando alguien escucha lo que "sale" de los auriculares que tiene puesto otro individuo significa que se está por encima de los 110 decibeles. Es que los audífonos, en especial los de celulares que están ideados solo para hablar por teléfono, son una cámara cerrada metida en el canal auditivo, una situación "antinatural" que perjudica aún más que la misma intensidad a campo abierto, dicen los especialistas. Por eso, si se quieren apreciar las sutilezas musicales, lo ideal es escuchar al volumen audible más bajo posible y sin audífonos, explican.

¿Por qué gusta tanto escuchar alto? "Hay una recomendación a nivel mundial de ir a conciertos de rock con tapones (lo que solo reduce en 20 decibeles), pero el gusto tiene que ver con sentir la vibraciones en el cuerpo. Eso genera una sensación de excitación: aumento de respiración y de la frecuencia cardíaca, segregar adrenalina y estar activo", interpreta la investigadora Pedemonte.

En definitiva, el sonido son ondas que generan cambios mecánicos que percibe el cuerpo. En toda la evolución humana, la audición es lo que capta la alerta cuando se está ante un aparente peligro: escuchar la llegada de un extraño, de un depredador o hasta el llanto de un bebé. Aun en el sueño el cerebro sigue procesando la información que llega del oído y discrimina si vale la pena despertarse o no. "El sistema es muy bueno fisiológicamente, pero muy malo a nivel de la calidad de sueño si se está expuesto a ruidos muy cambiantes durante el descanso", advierte Pedemonte. De ahí que en la antigüedad los romanos prohibían la circulación de carrocerías con ruedas de hierro durante las horas nocturnas.

Afección

Tener que subir el volumen del televisor o la radio, pedir a otro que repita lo que dijo o no entender lo que expresa un niño son algunas señales de que se puede estar ante un problema auditivo.

Fisiológicamente, la capacidad de escuchar sonidos muy agudos es lo primero que pierde una persona sana. "Es muy difícil que a los 40 años haya alguien que distinga un sonido a 20.000 hertz (ciclos por segundo)", una frecuencia que sí puede oír un niño. "De todas maneras eso no compromete la comunicación humana porque la voz de una mujer está alrededor de los 2.000 ciclos por segundo y la del hombre a los 1.000. Pero cuando alguien advierte: "Yo escucho pero no entiendo", se está ante un problema. La incomprensión es una forma de estar sordo. ¿Por qué? "Si el oído está afectado y conduce menos información al cerebro es esperable que la comprensión se vea afectada, es parte de lo mismo", comenta la catedrática de Fisiología del Claeh.

Ante un daño auditivo los dos síntomas fundamentales son: la hipoacusia o sordera y los zumbidos, dice el otorrino Charlone. Para el primer caso, el tratamiento con audífonos para escuchar mejor, o un implante en casos extremos, es lo más usado. Para la segunda problemática, hay dispositivos que ayudan a la reducción de la molestia. Es que hay veces que los sonidos ensordecen.

El riesgo en los músicos y disc-jockeys

"Los músicos, en especial los bateros, están todos sordos". Así lo afirma Marisa Pedemonte, catedrática en Fisiología del Claeh. "Hemos medido ensayos de bandas uruguayas y están en el entorno de los 110 y 120 decibeles. Muchos no usan tapones ni bajan el volumen y, además, en las pruebas puede haber descarga de ruidos insoportables" que afectan a todo el grupo.

Implicancias de la vibración

El hombre está picando la vereda. Usa protectores en las orejas, pero su cuerpo parece ir saltando al ritmo del taladro. Es otra forma de verse afectado. "El trastorno en los receptores auditivos puede darse también por una vibración muy intensa y en forma continuada, aunque no fuera por un volumen muy fuerte", explica la catedrática de Fisiología del Claeh Marisa Pedemonte. Respecto al ruido, la normativa uruguaya establece en 80 decibeles el límite permitido en un oficio antes de usar protección.

Tránsito que contamina

Al observar el mapa de contaminación sonora en la vía pública que actualiza la Intendencia de Montevideo, Avenida Italia parece el “corredor de la sordera”. Distintos puntos rojos en su trayecto indican que allí la intensidad del ruido supera los 75 decibeles, en una toma realizada durante 15 minutos continuos en horario de oficina. El crecimiento del parque automotor puede ser una de las causantes del molesto sonido, sin embargo, los especialistas explican que un vehículo en buen estado tiende a realizar menos ruido. Entonces, ¿qué está pasando? “En Uruguay, si se compara con otros países, manejamos mal”, dice la ingeniera ambiental Elizabeth González. “Aquí es frecuente usar la bocina para saludar en lugar de encenderla solo en situaciones de riesgo”. Durante el pasado feriado de Carnaval, policías de Tránsito e inspectores de la Intendencia de Montevideo aplicaron 175 infracciones por “escape libre o ruidoso”.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
76% de la población que vive en ciudades está expuesta a un impacto acústico mayor al aconsejable.

SaludTomer Urwicz

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