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Diseñar para la mujer real

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Michael Kors ganó fama al participar en un programa de televisión estadounidense.

Michael Kors siempre supo que quería dedicarse a la moda. Hoy, su propuesta de sport y lujo es una de las grifas más famosas.

Michael Kors es hijo único y creció rodeado de mujeres. "Mi infancia fue como una película de Almodóvar", ha dicho alguna vez. Y seguramente sea cierto. Desde pequeño aprendió a observar personajes y estilos. Allí, cerca, estaba su abuela, una mujer muy llamativa que adoraba a Elizabeth Taylor, los colores y las joyas. En el otro extremo estaba su madre, sobria y práctica, admiradora de Jackie Kennedy. Y esa suerte de escenografía humana se completaba con una tía hippie que moría con Joni Mitchell y otra que era como estar viendo a Cher.

Con esa crianza y una carrera que lo colocó en el rol de vendedor primero y creador después, fue armando el modelo de mujer que quería vestir. "Es una mujer de cualquier edad y cualquier nacionalidad, que es consciente de la moda pero no una víctima de ella". Para ella, que a veces tiene el rostro de Jennifer Hudson y otras la de Michelle Obama, Kors creó el concepto de "sport-lujo" bajo la consigna de que se puede ser elegante y tener un look deportivo al mismo tiempo. O, como lo definen las revistas de moda europeas, aunar lo mejor de la tradición estética norteamericana con lo mejor del abolengo europeo.

Nada en la historia de Kors es casual. A los cinco años rediseñó el vestido de novia de su madre, que se casaba por segunda vez con el empresario Bill Kors. "Mi abuela y yo la acompañamos a buscar el traje. Estaba completamente cubierto de lazos. Le dije que no me gustaba y mi madre le pidió a la costurera que le quitara algunos. Al final, terminó con un diseño mucho más simple". Con esa boda, además, pasó de llamarse Karl Anderson a Michael Kors. El nuevo esposo de su madre lo adoptó y su apellido cambió. Pero Karl Kors no sonaba bien, así que le dieron la opción de modificar también su nombre de pila.

Kors nació y creció en Long Island, un lugar que, según él, combina lo mejor de dos mundos: la playa y Manhattan. "Casi hiperventilaba cada mes cuando llegaba la edición de Vogue, y me encantaba salir de compras". Se mudó a New York City en los años 70 para estudiar moda en el Fashion Institute of Technology. Pero la ciudad le gustó más que el estudio, y abandonó después de dos semestres. Sin embargo, no se alejó del diseño. Con 19 años empezó a trabajar en una tienda muy elegante llamada Lothars. "Era el tiempo de Studio 54. Cada noche, salías y te cruzabas con Halston o Bianca Jagger. Y en la tienda compraban Diana Ross, Nureyev…", contó a El País de Madrid. El propietario le dio libertad para diseñar y, entonces, Michael lo hacía todo: creaba, vendía, armaba las vidrieras... Dos años después, a los 21, se independizó.

No lo dudó un segundo: su propia marca llevaría su propio nombre. Desde el comienzo, su sueño era crear una línea que fusionara el lujo y lo deportivo. En pocos años sus prendas se instalaron en tiendas como Bloomingdales y Saks Fifth Avenue, llegaron a la pasarela y crecieron en diversidad, sumando, entre otras cosas, calzado, accesorios y ropa masculina. En 1993 cayó en la bancarrota y relanzó su marca recién en 1997, aunque con precios más bajos. Los años siguientes, el diseñador compaginó el trabajo con su grifa con su tarea como director creativo de Celine, una de las marcas perteneciente al grupo LVMH.

Pero la popularidad masiva llegó en 2004, con su salida de la maison francesa y su participación en el programa de televisión norteamericano Project Runway, un proyecto al cual al principio se había resistido a integrar. "Pensaba que iban a hacer algo como Survivor, con diseñadores peleándose y manteniendo relaciones sexuales. Pero insistieron en que sería como hacer de tutor para estudiantes de una escuela (...) Desde la primera temporada padres de familia me paran por la calle. La gente siente curiosidad por la moda. Todos nos vestimos y queremos saber cómo se crea esa ropa", explicó.

Entre sus clientas figuran personalidades del mundo del espectáculo como Aerin Lauder, Sigourney Weaver, Julianne Moore o Gwyneth Paltrow. Joan Allen fue la primera en lucir un Kors en la ceremonia de los Oscar en 2001, Renée Zellweger apareció en la portada de Vogue USA con un sweater de cachemir de la firma en 2007 y Michelle Obama se vistió de Kors para el primer retrato oficial de la familia en la Casa Blanca, en 2009 (ver recuadro). En la calle, además, cada vez es más frecuente ver mujeres "de a pie" con sus bolsos, relojes o trenchs. Porque Kors apunta a eso: a la mujer real, con medidas y cuerpos que no solo se ven en las revistas o la pasarela. "Con la aparición de Internet, muchos pensaron que tenían que hacer ropa llamativa para captar el interés. La mayoría de esa ropa no está pensada para la vida real. Si le dijeras a un diseñador que solo va a vivir de lo que muestre en la pasarela, tendrías una industria muy diferente", opina. Mal no le ha ido: su empresa cotiza en Bolsa y en 2011 se convirtió en la más exitosa de la historia de la industria estadounidense según The Financial Times.

En sus anuncios, las protagonistas son mujeres saludables, bronceadas, maduras. No hay adolescentes, ni rostros ojerosos, ni extrema delgadez. "Yo me intereso por la edad y la historia de las modelos con las que trabajo. Quiero estar seguro de que hacen esto porque les gusta. Y si un diseñador no sabe diseñar para una mujer con cuerpo de mujer, tal vez debería dedicarse a hacer edificios en lugar de ropa". Así, él encontró la fórmula para ser feliz y hacer un poco más feliz a los demás.

Se casó con su pareja de siempre.

En 2012, unas pocas semanas después de que el matrimonio gay se aprobó en Nueva York, Michael Kors se casó con su compañero de (casi) toda la vida, Lance Le Pere. La pareja se conoció en 1990, cuando Le Pere era un pasante en la compañía; ahora es vicepresidente de la división Mujer. "No sé si el matrimonio será legalizado en Estados Unidos con este presidente. Pero ahora ya podemos ver que sí sucederá".

Vestir a la primera dama.

La primera vez que Michelle Obama lució un modelo de Michael Kors fue en 2009, para un retrato oficial de la Casa Blanca. En general, la primera dama estadounidense lo elige para sus atuendos informales, esos que utiliza en conferencias, visitas protocolares o vacaciones. Aquel mismo vestido negro del retrato lo volvió a usar, por ejemplo, para una charla en la Universidad de California.

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