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La diseñadora de la ropa feliz

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Ágatha Ruiz de la Prada, siempre colorida.

Ágatha Ruiz de la Prada se hizo famosa por sus coloridas creaciones y su imaginación para producir desde muebles hasta celulares.

Un sofá celeste con forma de nube. Una estrella roja que sirve de sillón. La mesa del comedor rayada en varios colores. Alfombras con arcos iris. Todo bañado en generosa luz. Y entre tanto despliegue de tonalidades se escurrió un poco de polémica.

El cantante y presentador Bertín Osborne, toda una celebridad en España aunque no muy conocido fuera del país, estrenó hace pocos días su programa Mi casa es la tuya con una entrevista en el domicilio de la diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada y su pareja, el conocido periodista Pedro J. Ramírez.

La emisión había sido ampliamente comentada mucho antes de salir al aire, porque aparentemente marcó el adiós de Osborne al canal oficial TVE, debido, según fuertes rumores, a algunas declaraciones de Ramírez que no gustaron al gobierno de Mariano Rajoy. Osborne tomó su equipo, el programa grabado y se fue a la red privada Telecinco.

El resultado fue que buena parte de España estuvo pegada a la pantalla el día del programa. Sí, de la boca del periodista salieron críticas al gobierno, pero fueron escasos minutos, casi perdidos en el despliegue multicolor que resultaron la casa y la charla de Ágatha (salvo el despacho de su consorte, con un escritorio y una biblioteca con el más tradicional de los estilos).

Ruiz de la Prada se ganó un lugar en el mundo del diseño y la moda gracias a su colorido ingenio. Y como el diseño y la moda trascienden hoy sus ámbitos naturales, como la vestimenta o la decoración, la firma de creatividad de esta española abarca objetos tan variados como contenedores de basura, enchufes, libros y papelería, cascos para motos, velas para barcos, puertas blindadas, pinzas de depilar, pintura de automóviles, carteles, accesorios para mascotas, celulares, electrodomésticos y unas cuantas cosas más, además de todo lo obvio: ropa, zapatos, ropa blanca, perfumes y muebles.

Aristocracia.

Ágatha Ruiz de la Prada y Sentmenat nació en Madrid en 1960, hija de un famoso arquitecto madrileño y una catalana que nunca trabajó en su vida. Ambos progenitores eran aristócratas, por lo cual ella heredó los títulos de marquesa de Castelldosríus y baronesa de Santa Pau.

Ágatha llegó a litigar judicialmente a la muerte de su madre para reclamar por su título nobiliario, que en la sucesión le había tocado a un tío. Sin embargo, luego no usó esos linajes. Y explicó la razón: "Imagínate que voy a un restaurante y le digo: Por favor, ¿me puede reservar una mesa a nombre de la marquesa de Castelldosríus?. Y me dicen: ¿Quién coños es la marquesa de Castelldosríus?. En cambio, llamas y dices: ¿Me puede reservar una mesa para Ágatha Ruiz de la Prada?. Lo normal es que sepan quién les está reservando y, si les caes bien, te la den en el acto. Si doy el título, salgo desfavorecida".

Otra curiosidad es que empezó tarde la escuela. Su madre, ociosa, iba a reuniones y fiestas y llevaba a la niña a todos lados, como si fuera su mascota. En casa tenía sus profesores, pero le faltó el contacto con otros chicos de su edad.

Llegó un día, sin embargo, en que Ágatha dejó esa cuna de oro y los escudos heráldicos que adornaban su mansión para hacer su camino propio. Terminó recorriendo el mundo de la moda. Estudió en la Escuela de Artes y Técnicas de la Moda de Barcelona. A los 20 años se inició como aprendiz del modisto Pepe Rubio y pronto comenzó a presentar sus propias creaciones. De allí a abrir su primera tienda hubo apenas un paso.

Era el comienzo de la década de 1980 y se abría paso la Movida madrileña, un movimiento contracultural que llegó de la mano de la democracia y se expresó en varios ámbitos, desde la música hasta el arte. En su caso, la expresión fue "la ropa feliz": corazones, nubes, rayas, flores, lunares y mucho color la distinguieron enseguida de sus colegas.

No al negro.

"Hago ropa versátil, ponible, tremendamente funcional y democrática, una moda para que la lleve mucha gente", explica. "Si por un precio módico puedes ser feliz y optimista, es preferible eso a pagar por una ropa que lleva en sí un halo de infelicidad".

"La ropa te puede hacer feliz o desgraciado. Las tendencias y en particular algunos estilismos pueden llegar a hacer sufrir a la mujer. Para presumir no hay que maltratarse, unos tacones de vértigo y un cinturón que oprima resultan desagradables", señala.

Esos principios la llevan a eludir el color negro en sus creaciones. "Cuando veo a alguien vestido de negro es como si me dieran una patada, siento dolor físico, más aún si es un hombre", asegura. Y remata: "El negro lleva implícito la uniformidad y la falta de imaginación".

Otros campos.

Ruiz de la Prada también se destacó por la facilidad para la inventiva, así como para saltar de un campo de creación a otro, de la ropa a los muebles y de los perfumes a los autos. Después de 30 años de trabajo, sin embargo, asegura que hoy prefiere hacer mejor lo que ya hace que incursionar por nuevos terrenos.

Pero cada tanto vuelve a sorprender. El año pasado, por ejemplo, diseñó seis contenedores para el reciclado de vidrio, que se instalaron en la comunidad madrileña de Pozuelo de Alarcón. La iniciativa se denominó, un poco pomposamente, "Pozuelo se viste de Ágatha Ruiz de la Prada", pero persigue un objetivo loable como lo es el reciclado.

Esta diversificación le viene de joven, ya que era seguidora de la legendaria escuela alemana Bauhaus, que daba a los arquitectos la libertad para diseñar casas, muebles o lámparas. "La moda puede convertirse en una cosa aburrida —explica—. Cuando hablo con gente de la moda muy importante, me choca siempre la poca conversación que tienen".

No le gustan los viajes ni los aviones, pero desafía ese conflicto interior a cada rato para presentar colecciones o participar en muestras de diseño. El año pasado estuvo por primera vez en Montevideo, donde presentó su línea en pasarela y ofreció una charla en la Facultad de Arquitectura, entre otras actividades.

Su pareja desde hace casi 30 años tiene su propia historia: Ramírez fue director fundador del diario El Mundo y estuvo al frente durante 25 años. Fue cesado en un ruidoso conflicto y fundó un nuevo periódico, El Español. Ella asegura que él sabe soportarla. Y como no están casados, no existe la posibilidad de divorcio. "El que se casa, desde el primer día está amenazado de divorciarse", bromea. Ambos tienen dos hijos, con nombres también poco usuales: Tristán y Cósima. Los cuatro tienen su carácter, al punto que Cósima asegura: "En casa a veces hay guerra de titanes".

Miley Cyrus ya es una de sus musas.

De las filas de Disney a una carrera como solista llena de imágenes provocadoras, la cantante estadounidense Miley Cyrus eligió varias veces creaciones de Ágatha Ruiz de la Prada para mostrarse tan alegre como rupturista. Por ejemplo, cuando se vistió de flor (a la izquierda) para la gala Hilarity For Charity, el año pasado. Es difícil determinar si el traje era cómodo, pero dio mucho que hablar.

Miley redobló la apuesta pocas semanas después y para la entrega de los Video Music Awards de la MTV lució dos extravagantes diseños: un top de ojos con una pollera de labios cuando entregó premios y, para el cierre de la velada, un vestido arco iris con forma de sobre. Rectangular, claro.

Este 2016, Cyrus vistió de nuevo by Ágatha para la presentación de la temporada de The Voice: un top celeste con forma de corazón y pantalones palazzo multicolores. Y en el programa cómico de televisión Saturday Night Live usó un vestido con forma de campanas superpuestas, cada una de un color diferente.

La singularidad de los vestidos causó sorpresa, pero Ruiz de la Prada se mostró muy satisfecha: "Miley ya es una de mis musas", aseguró.

La diseñadora española venía de una mala experiencia cuando los productores de otra diva de la extravagancia, Lady Gaga, le pidieron algunos vestidos. Los paquetes fueron enviados a Estados Unidos, pero la artista no los usó y no hubo más noticias.

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Ágatha Ruiz de la Prada, siempre colorida.

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