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"Yo corro para ganar, no para los homenajes"

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"El piloto que aprende a estar frío hace la diferencia", dice el piloto uruguayo. Foto: Marcelo Bonjour.

Empezó a correr en moto a los tres años y nunca más se bajó. Hoy hace carrera en el automovilismo de Estados Unidos, aspira a ser profesional y tiene hambre de triunfo.

La tarde se le llenó de reuniones a Santiago Urrutia. Como un enganchado de oldies, la entrevista con Domingo quedó en medio de una cita en el Palacio Legislativo y otra en Punta Carretas. Inevitable en los últimos días de diciembre, cuando la agenda se satura aún siendo organizado y previsor, como lo es este joven uruguayo de 20 años que triunfa en el automovilismo de Estados Unidos desde hace varias temporadas. Pero ese no es el único factor. También influye que la familia de Santiago vive en Colonia y sus visitas a Montevideo —que no es su destino favorito— son puntuales y ocasionales. "No es que no me guste, pero estoy acostumbrado al campo, al pueblo chico, a ir al club, jugar a la paleta, al fútbol, hacer un asado... Cuando vengo a Uruguay me gusta estar donde no puedo estar cuando estoy en Estados Unidos, que es en el campo con la familia y los amigos".

Además, esa misma tarde Santiago —sencillo pero seguro, chiquilín maduro y competidor nato—, acababa de recibir una noticia que definiría su futuro, al menos el de corto y mediano plazo. Luego de correr en 2016 en la categoría Indy Lights con Schmidt Peterson, escudería con la cual obtuvo el segundo lugar, cambió de equipo. Santiago firmó contrato con Belardi Auto Racing, con el que volverá a las pistas en marzo 2017 con la meta de lograr el primer puesto del campeonato. "Me voy a sumar a una estructura excelente, que este año ganó varias carreras".

Para Santiago, ganar no es un logro más, es la meta por excelencia. Aquello de lo-importante-es-competir no va con él. Y no va para el automovilismo, pero tampoco para una partida de conga, un picadito de fútbol o una carrera de bicicleta."Son todos versos, mentiras", dice. De hecho, casi en simultáneo a "perder" el campeonato por dos puntos, el uruguayo fue elegido como el mejor piloto en tres categorías de Estados Unidos por un exigente jurado de cinco miembros. Sin embargo, el homenaje no lo reconforta. "Para ser sincero, obviamente sirve por el tema marketinero, pero a mí en lo personal no me cambia en nada. Es lindo recibir un premio, pero a mí me gusta ganar, salir campeón. Yo corro para ganar, no para los homenajes y los reconocimientos. El año que viene voy a tener la revancha y voy a ir por el campeonato".

Además de semanas de reencuentros, son días de análisis y autocrítica. "Espero no volver a cometer los mismos errores. Tengo que sumar puntos, ser rápido, competitivo... y ganar carreras". Santiago siente ese segundo puesto como un "golpe duro" del que le costó levantarse. Sin embargo, es consciente de que de las derrotas se aprende más que de las victorias, con las que "es fácil marearse".

En la charla, el uruguayo impresiona por la seguridad de sus 20 años, quizás producto de vivir desde los 14 solo y en el exterior. Tiene claro lo que quiere y dice que va a pelear para lograrlo. Más allá del "hambre de ganar", para tener éxito en el automovilismo se necesita ser competitivo, "estar siempre en el ruido" y tener una mente muy fría. "Es un deporte muy solitario. Entrenás solo, estás solo arriba del auto, las decisiones las tomás vos, si pasar o no, si hacer una curva rápida o no... Además del talento, el piloto que aprende a estar frío, sereno y que no le importen las cosas de afuera, es el que hace la diferencia".

De familia.

La primera vez que Santiago manejó un vehículo con motor tenía apenas tres años. Fue una moto Yamaha 50 que su abuelo le regaló a todos los nietos, pero que él tomó como propia. "Era el más chico, pero el único que me animaba a andar". En su familia "los fierros" eran cosa de todos los días; sus tíos corrían en moto y su padre Carlos en cachila. Los domingos de mañana, solo se miraba Fórmula 1.

De esa época tiene pocos recuerdos nítidos pero varias imágenes y anécdotas. La mayoría, claro, son sobre caídas y accidentes. "Una vez, a los cuatro, estaba lloviznando, me caí y me desmayé. Me acuerdo el momento del desmayo y que me desperté en la camioneta comiendo helado con mi madre". Ella, Claudia, era la única de la casa "que estaba por fuera" del automovilismo. Sin embargo, dice el piloto, "siempre dio su apoyo", preocupada de que tomara agua y se alimentara bien. El resto, suponía, llegaría solo.

Es probable que Santiago haya sido el piloto de motociclismo más joven de Uruguay. A los 5 años pasó al karting, sobre todo porque a sus padres les parecía más seguro. "Mi madre pidió un préstamo y compró un kart. Y no paré más hasta el día de hoy", cuenta. Después de varios campeonatos exitosos en la región y un muy buen papel en el Mundial de Karting de Portugal, con 13 años le ofrecieron su primer contrato para correr en el exterior. Destino: Italia. "La decisión la tomé ese mismo día, creo que fue más difícil para mis padres que para mí, que me tenían que dejar ir a vivir solo siendo tan chico".

Sin hablar italiano ni inglés, Santiago se instaló en el apartamento de los mecánicos de su equipo. "No estaba al cuidado de ellos, era como una mascota, me trataban casi que mal, diría yo", recuerda con una sonrisa. "Para llegar hay un solo camino y a esa edad es muy fácil equivocarse y tomar el camino errado. Hubo momentos en que pasé muy mal, extrañaba a la familia y los amigos. Pero eso lo había decidido yo, sabía que iba a tener que sufrir y pagar derecho de piso para que después vengan las cosas buenas. Y así fue". En 2015 cruzó el océano y se mudó a Estados Unidos, primero a Tampa y luego a Indianápolis, donde corre en la categoría Indy Lights, previa a la IndyCar, equivalente a la Fórmula 1.

—¿Aspirás a correr en la Fórmula 1?

—Mi aspiración es ganar el campeonato este año y llegar a la IndyCar para poder vivir del automovilismo y ser profesional. Hoy ya soy profesional pero no a nivel económico... Si llego a la IndyCar y no se da la oportunidad de la Fórmula 1 estaría muy contento corriendo dentro de Estados Unidos. A la Fórmula 1 la miro un poco de costado, hay mucha política y para los uruguayos, que venimos de un país chico, se nos hace difícil competir.

Una elección.

Para correr en la Indy Lights, el piloto debe pesar entre 70 y 80 kilos. Santiago anda en los 74 y aunque no hace una dieta estricta, evita los fritos y hace ejercicio todos los días. "Mucho cardio y mucho aeróbico", resume. No le gusta correr, prefiere andar en bicicleta y hacer el entrenamiento del boxeo, bueno para los reflejos. También practica natación, juega squash y levanta pesas. Al menos dos horas de su día están dedicadas a entrenar.

Antes de cada carrera, Santiago sigue sintiendo nervios, pero no de esos que le juegan malas pasadas. "Ya lo tengo bastante asumido, he aprendido a ser frío, he aprendido a manejar esa adrenalina que por ahí me lleva a cometer algún error". Incluso, dice, se ha llevado un poco de esa frialdad a la vida cotidiana, algo no siempre recomendable. "Pero es mi forma de ser, una forma que el automovilismo me ha dado. Porque me ha dado muchas cosas y me ha quitado muchas otras".

Más allá de la distancia geográfica, el vínculo con Uruguay siempre está. En los dos últimos años, haber corrido en la misma circuito de Laguna Seca donde se accidentó y murió el piloto Gonzalo Rodríguez marcó un mojón en su carrera. La primera vez, de hecho, su casco estaba pintado mitad con sus colores y mitad con los de Gonchi. "Fue bastante chocante y emocionante estar ahí y pensar en la pérdida de Gonchi", recuerda. "Es una curva difícil, pero no me pesaba, pensaba que él me iba a estar apoyando, que iba a estar acelerando conmigo". Santiago, además, es embajador de la Fundación Gonchi Rodríguez.

—Decías que el automovilismo te dio pero también te quitó muchas cosas. ¿Lo seguís eligiendo?

—Sí, lo sigo eligiendo. Desde que tengo uso de razón estoy dentro del automovilismo y no lo cambio por nada. Es como un amor. El día que no lo disfrute más o no me sienta cómodo o contento, dejaré de correr. Si no me genera más adrenalina, no corro más. Hoy no siento eso, por más que haya perdido el campeonato, me haya caído y me haya dolido, sigo teniendo el hambre de competir y de ganar.

VOLVER AL PAGO

Cada vez que Santiago Urrutia llega a Uruguay para sus vacaciones, en la calle lo reconocen un poco más que el año anterior. "Sobre todo de noche, cuando salgo con amigos. Ahí si me piden alguna foto", cuenta. Además de hacer una ronda de reuniones con sus sponsors (lo apoyan desde el Ministerio de Turismo hasta Nativa), el joven piloto también da charlas sobre seguridad vial en liceos públicos de la mano del Banco de Seguros del Estado. Si bien siempre pasa algunos días en Montevideo, su destino preferido es el departamento de Colonia y la ciudad de Miguelete, donde se crió. "Mis amigos de verdad son los que me vieron crecer en Miguelete y en Ombúes, donde hice el liceo", dice Santiago. Allí también tiene a sus padres, sus cuatro abuelos y una bisabuela. Por eso, cuando piensa dónde le gustaría vivir el día que se retire no lo duda: "Me volvería a Uruguay y me haría mi casita, muy probablemente en el campo. Si hoy o mañana tengo hijos me gustaría que vean lo que es Uruguay y su gente, ir al almacén y saludar a todos, que te den una mano si te pasa algo... Quiero que mis hijos vivan y mamen eso, que creo que te ayuda mucho como persona. No cambiaría Uruguay para vivir".

SUS COSAS

Las motos.

Aunque a nivel profesional cambió las motos por los autos, las dos ruedas siguen siendo su pasión. Hasta hace no tanto tiempo, Santiago tenía una moto Cross para usar en sus visitas a Uruguay. "Pero la terminé vendiendo para no hacer macanas de caerme o lastimarme".

Su celular.

"Estoy bastante viciado con el teléfono", dice el piloto ante la pregunta de si es de los que disfrutan con la tecnología. ¿La razón? Que con su iPhone no solo hace llamadas sino que se conecta a las redes sociales y puede hablar por Facetime con sus amigos de Uruguay. "Lo tengo siempre con migo, si me falta me siento incómodo".

Hungría.

Santiago Urrutia recorrió el mundo con el automovilismo, pero admite con culpa que no le gusta demasiado pasear. En cada nuevo destino recorre "lo básico", o sea, el centro de la ciudad. Entre todos los lugares en los que estuvo elige Hungría, con su capital Budapest, que le "encantó".

El eterno femenino de una imaginativa pintora
"El piloto que aprende a estar frío hace la diferencia", dice el piloto uruguayo. Foto: Marcelo Bonjour.

el personaje I santiago urrutiaDANIELA BLUTH

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