CABEZA DE TURCO

Le voy a decir que me tiene podrido. Ya basta. No puedo vivir así. No sé si me "bulinéa" pero me cansa que a toda hora me diga lo que tengo que hacer. Esa teoría de "yo creo que lo mejor sería que te expresaras de manera más formal".

WASHINGTON ABDALA

¿Quién carajo le otorgó esa autoridad para decirme cómo tengo que decir las cosas? ¿Cuál es la razón por la que él siempre considera que tiene razón? ¡Me cacho con el tipo! Se lo voy a decir de una, apenas lo vea, cuando llegue, le digo que no me joda más, que no me diga cómo tengo que hablar y manifestar mis ideas. Se lo voy a decir aunque esté con el rey de Ucrania al lado. Eso. De una. A lo macho. Sin pensar. Apenas llegue a mi estudio le digo que me tiene harto. Es mi cliente carajo, al final me manda él. No entiendo cómo pasó esto pero me cansó. Y ese tonito que usa para recomendarme como dirigirme al juez. ¿Quién es el abogado carajo? ¿Él o yo? ¿Quién se recibió? Él se cree vivo porque inventó esa máquina que hace jugos de palta con dulces. ¡Y a mí qué me importa! Y esa ropa ridícula que usa de viejo que quiere ser joven, o de joven que se considera "posmo", porque no sé la edad que tiene el muy imbécil. No sé. Puede tener treinta y cinco o cincuenta y cinco. Es igual en él. Cara de topo tiene además. Y me bardea. Se lo voy a decir y ta, me lo saco de encima. Ya sé que es un buen cliente, pero no lo aguanto, juro que me tiene re podrido. Pero claro, se va a ofender, y luego se lo va a decir a otra gente, y todos van a pensar que derrapo y que enloquezco. Y no es cierto. El cretino este me hace entrar con su sentido de la superioridad. Debe ser eso lo que me pasa, el tipo me hace sentir un renacuajo por eso no lo banco. Ta, lo emboco la vez que venga, cuando llegue, de entrada le digo: "No te aguanto más, te voy a pasar a mi socia y que te banque ella, te odio loco, a vos y a toda tu chotez, y ese regalo ridículo que me hiciste, te lo devuelvo, dónde se vio palta dulce, qué boludez." Y voy a la puerta, se la abro y le hago un gesto como para que se vaya. O mejor no le hago el gesto porque suena muy Alternativa Para Alemania y no quiero que piense que tengo una veta nazi que no tengo. Cierro lo ojos y ta. Claro, puede que no se vaya, si se queda sentado quedo como un croto con la puerta abierta. Resulta que hago toda la pantomima y el tipo me mira como ignorándome. Eso sería tremendo. No, mejor no lo echo. Le escribo que lo tengo que dejar, que no puedo seguir con su caso y que me salió un viaje a Chechenia como mediador internacional. Algo así. O mejor lo mando a la mierda de entrada, cuando venga y punto. Ta, se lo digo apenas entre: "Te tenés que ir de mi estudio porque acá todos te odiamos". ¡Uy, no, eso suena horrible! Eso del odio es muy péndex. No va conmigo. Todos saben que no odio a nadie y que soy más bueno que Lassie fumado. (A veces no soy tan buenito). Ya está, le grabo mi bronca en el teléfono y le digo a mi secretaria que cuando llegue se la haga oír. Allí, tipo el grabador de Misión Imposible, le digo con toda serenidad que no lo banco, que me tiene harto y que se vaya de mi vida. ¡Carajo otra vez me voy por la banquina! ¡No puedo, no puedo con este tipo! Debe ser que me tiene calado, sabe que estoy molesto con él. No nací para que me den consejos a toda hora, cómo vestirme, cómo hablar, cómo encarar lo que sea. ¿Qué se tomó este tarado en la sopa? No, no y no. No lo banco más y tá, se sienta, lo miro, respiro y se lo digo. "Mirá, lo nuestro no va a poder ser"… Mierda, suena a pareja despechada. Soy un gil. No sé, no sé cómo decirle que me tiene los cataplines rotos, no sé, no lo aguanto más. Mejor me callo, pienso un poco y veo cómo se lo digo. Hay tiempo. Al fin y al cabo paga bien. Pero no lo soporto, me tiene re podrido. Que garca que soy. Por eso no compraba garrapiñada de chico, por miedo a agarrarme tuberculosis. No se puede vivir así. Se lo digo y ta. O no, o mejor espero y veo. Toca timbre. Es él. "¿Cómo andás Turkish?" Contesto: "Estupendo, esperando tu visita amable, como siempre disfrutable".