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Qué comer y qué no con el frío

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El frío suele ser sinónimo de quietud. Aconsejan no abandonar el ejercicio.

Con la llegada de las bajas temperaturas, uno tiende a querer quedarse quieto y, a la vez, consumir más calorías. Expertos explican qué es mejor consumir y evitar.

"Un placer mi fin de semana", comenta Mariana (24) el lunes al llegar al trabajo. Y profundiza: "El sábado fui a hacer un mandado con mi padre y llegué congelada. Me puse un jogging abrigado, una campera que me llega pasando las rodillas, pantuflas y me instalé directo a leer frente a la estufa, bien calentita. Cené pizza casera con una copa de vino y seguí en el mismo plan, feliz con mi libro, hasta que como a las dos de la mañana me vino sueño. El domingo seguí en la misma sintonía pero en el sillón y con torta de limón para la merienda".

Como Mariana, no falta quienes disfrutaron de los primeros fríos de este año. Y con ellos llega una conexión para muchos inevitable: quedarse quieto pasa a ser sinónimo de disfrutar de una buena comida, de darse esa licencia para comer algo bien calórico cuando el momento de ir a la playa parece estar bien lejos.

Así empiezan a desempolvarse algunas recetas de las abuelas. En la cocina humean sopas, pucheros, guisos u otras comidas de olla, aunque sin renunciar a las clásicas milanesas o sus acompañamientos. Y por ahí viene bien un vinito o un licor después de comer, resume la licenciada en Nutrición y magister en Nutrición Clínica Sonia Nigro. Y agrega: "Cuando sea hay un pretexto para chocolate, alfajores y tantas otras cosas gratificantes, o encontramos a alguien con tiempito y preparan tortas o buñuelos".

Hay una suerte de instinto que lleva a procurar calor y hace también sentir más apetito como una forma de reponer energía para llevar mejor la convivencia con el frío. De todos modos, sostiene Nigro, el organismo es capaz de regularlo de forma espontánea con algún ahorro de movimientos y salidas, y un poco más de comida. Uruguay, señala la experta, no tiene temperaturas extremas como para requerir un claro aumento de las calorías que consumimos. "Lo que intentamos transmitir es que el frío no nos habilita a un consumo exagerado o al uso de platos con alta cantidad de calorías. Seguramente es inteligente contar con preparaciones que se sirven calentitas pues nos dan una buena sensación de confort, pero nada más".

En la misma línea, Lucía Pérez Castells, licenciada en Nutrición, señala que con la llegada del frío es necesario cuidar el equilibro energético. "Así que también es menester mantener una alimentación saludable, completa, suficiente, variada y placentera", afirma. Y brinda algunos consejos prácticos: "Cuidar y controlar el consumo de alimentos fuente de grasas (saturadas y trans), azúcares y sal. Cocinar más en casa, elegir los vegetales y frutas de estación, cereales y leguminosas, carnes blancas y rojas magras, mucho pescado y lácteos descremados. No olvidar el aceite y si apetece un puñadito de frutos secos (nueces, almendras) o desecados (pasas, orejones)".

Con la llegada de las bajas temperaturas, apunta Nigro, es tan necesario como siempre cumplir con un desayuno completo. A su vez, hay que estar atentos a consumir líquidos como parte de una alimentación saludable, quizá bajo forma de infusiones como el mate amargo o los tés con sabor. También hay que ingerir a diario verduras y frutas, para así tener antioxidantes naturales, que son protectoras de las enfermedades infecciosas frecuentes en el invierno. Además, advierte, muchas personas suelen tender a abandonar las ensaladas, cuando deben seguir consumiéndose, ya que son indispensables para la salud y ayudan a evitar el exceso de calorías.

Sobre este punto, Pérez Castells, también directora de Nutriguía, sugiere que si faltan ganas de comer ensaladas, los vegetales se pueden preparar al vapor con salsas livianas, en budines, suflés, purés (por ejemplo de espinaca y calabacín), tartas, rellenos, panachés o en ensaladas tibias. También recomienda cocinar guisos o cazuelas de leguminosas (lentejas, garbanzos, porotos) o con cereales (arroz, maíz o trigo), y ponerle menos cantidad de carnes y abundantes vegetales. Otras opciones que aconseja la especialista son preparar sopa para antes del plato principal y asar o cocinar la fruta para consumirla tibia con frutos secos picados o frutas desecadas. Un buen ejemplo de esto es manzana asada con canela y nueces picadas.

Prestar especial atención a mantener el control de los alimentos con grasa es clave, ya que seguramente serán los que carguen los kilos en el abdomen o las caderas. "Todas las comidas de olla pueden prepararse controlando los ingredientes. No son necesarias carnes grasas ni cantidades exageradas de embutidos para que el guisado o el puchero estén a punto", sostiene Nigro. Es que esa sensación de necesitar preparaciones calentitas o más apetecibles, suele traer kilos en exceso de los que tomamos conciencia en primavera. Para quienes tienen peso normal es fácil volver atrás, pero también hay quienes los acumulan, con el consiguiente sobrepeso e incluso obesidad.

El frío suele venir también acompañado de quietud, donde es más fácil buscarse una excusa para faltar al gimnasio o no hacer la caminata diaria. Eso es justamente lo que, según los expertos, se debe evitar. Una buena caminata no solo mejora la circulación sino que brinda calor y ánimo para enfrentar el frío.

Las frutas y verduras de estación, la mejor opción.

Las frutas y verduras de estación son una excelente opción en esta época. Además resultan las más convenientes en precio, aportan vitaminas, minerales, fitoquímicos y fibra que nos protegen contra las enfermedades más comunes del invierno, señala la licenciada en Nutrición Lucía Pérez Castells, quien enumera algunas para tenerlas presente: acelga, boniato, brócoli, berenjenas, calabacín, cebolla, chaucha, coliflor, espinaca, lechuga, mandarina, manzana, membrillo, morrón, naranja, pepino, papa, puerro, rabanito, remolacha, repollo, tomate, zanahoria, zapallito, zapallo y zuchini. Como opciones, se pueden preparar los vegetales al vapor, hacer sopa y también frutas y verduras asadas, para disfrutar de algo calentito y no muy calórico.

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