Publicidad

La ciudad jardín de China

Compartir esta noticia
Los impresionantes paisajes son el gran atractivo de esta ciudad.

A menos de una hora en tren desde Shanghai, Hangzhou merece atención internacional. Ofrece un legendario lago, un gran templo budista y el mejor té.

Son las 6.30 de la mañana en Hangzhou, antigua capital durante la dinastía Tang, a 240 kilómetros de Shanghai. Una leve bruma suaviza aún más el amanecer. Desde temprano, los senderos alrededor del gran Lago del Oeste, por el que esta ciudad es famosa, ya muestran bastante movimiento. Unos corren, otros hacen tai chi. Un grupo de mujeres canta ópera china y cinco hombres de unos 50 años patinan con rollers ordenados en fila. Se ve algún pescador e incluso el ocasional valiente que se atreve a bañarse, aunque está prohibido pescar y bañarse en el lago. Los miran los ciclistas al pasar por un camino en el que no se puede andar en bicicleta. A esta hora la seguridad es más tolerante y cada quien parece simplemente ocuparse de lo suyo, sin estridencias.

El parque y el lago son el corazón y el orgullo de Hangzhou, una ciudad en el Este del país, todavía no tan presente en el circuito turístico internacional, pero de las más apreciadas por los chinos, que la llaman Paraíso en la Tierra. Y a esta hora de la mañana, con esa luz, ese apacible movimiento, el sutil sonido del agua y las pagodas y las montañas como telón de fondo, se entiende por qué.

A 40 minutos en tren de alta velocidad desde Shanghai, Hangzhou es un destino doméstico favorito para escapadas cortas y lunas de miel. En términos chinos, se la podría considerar una ciudad chica: capital de la provincia de Zhejiang, tiene una población de sólo ocho millones, frente a los 23 de Shanghai. Pero en algo se parece al megacentro económico vecino, a la vanguardia de la apertura china: el 70% de los negocios en Hangzhou son privados. Algunos de los empresarios chinos más poderosos residen justamente en Hangzhou. Como Jack Ma, dueño del archiconocido gigante del comercio electrónico Alibaba, valuado en más de 100 mil millones de dólares.

Un puente roto.

El hermoso lago, rodeado de sauces y cerezos floridos y mil leyendas folklóricas, es el atractivo excluyente en Hangzhou, muy elegido por las parejas de novios, que allí posan custodiadas por completos equipos de producción para el álbum de casamiento.

Vale la pena alquilar una bicicleta para tener un primer encuentro con el lago. Se lo puede rodear en menos de dos horas, por unos doce kilómetros de ciclovías bien marcadas y seguras, siempre que se esté atento a los scooters eléctricos que también las aprovechan y nunca frenan, sólo avisan tocando bocina. Las primeras horas de la mañana son las mejores para observar el ritmo cotidiano, doméstico, del parque.

Otra buena opción es alquilar uno de los doscientos tradicionales botes de madera, con pequeño toldo, que allí esperan. Respuesta china a las góndolas venecianas, con una elite de remeros-timoneles expertos en avanzar ágiles por canales, bajo estrechos puentes y esquivando colegas y hasta alguna lancha de motor. Los botes cuentan, además, con unas coquetas mesitas para que hasta cuatro pasajeros tomen el té entre agua y loto. El Four Seasons Hangzhou, por ejemplo, ofrece estos paseos desde su propio muelle sobre el lago y con catering de lujo, por unos 100 dólares.

El lago cuenta con varios puentes. El más notorio es el Puente Roto. A pesar del nombre, la construcción está intacta, aunque durante el invierno, por efecto de la nieve acumulada, desde cierta distancia parece haber perdido un tramo. Es, además, el escenario de la leyenda más célebre de este lago lleno de historias fantásticas. Fue sobre ese puente que Xuxian y Bainiangzi se encontraron. Llovía y el galante Xuxian le prestó su paraguas a la encantadora Bainiangzi. Se enamoraron a primera vista. Claro que él no estaba al tanto de que ella era en realidad una serpiente blanca que deseaba ser humana. Se casaron y vivieron felices, hasta que el monje Fahai descubrió el truco y fue tras Bainiangzi. Xuxian se murió por el disgusto, pero ella lo revivió mágicamente, situación que Fahai aprovechó para atraparla y encerrarla en la muy real pagoda Leifeng, junto al lago.

El Monte Volador.

Otro motivo para viajar a Hangzhou es Lingying, uno de los más importantes templos budistas en China. Es, en realidad, un conjunto de grutas de piedra, pagodas, monasterios (que llegaron a albergar hasta 3.000 monjes) y otras construcciones junto al templo principal, en el que se aloja un gigantesco buda.

El monasterio, en sí, fue fundado en el año 328 por un monje llegado de la India. Pero no sólo el religioso habría viajado entonces hasta China: junto al templo está el curioso Pico Que Llegó Volando de Lejos, cuya leyenda indica que aterrizó en Hangzhou luego de levitar desde la India. Sobre su piedra caliza se esculpieron, entre 600 y 1000 años atrás, todo tipo de deidades, incluyendo un Buda Feliz al que se le toca la panza en busca de buena suerte. Aunque la fortuna fue sobre todo para sí mismo: es una de las pocas figuras que no resultó dañada durante la revolución cultural.

Otro de los imperdibles es el laberíntico pabellón donde se alinean las figuras doradas de 500 discípulos de Buda.

La pausa del té.

Después del West Lake y el templo, la tercera razón de peso para incluir Hangzhou en un tour chino es el té. Alrededor de esta ciudad están las plantaciones del mejor longjing, principal variedad de té verde en China, también conocido como El Pozo del Dragón, así llamado por el movimiento particular de las hojas en el agua, que recordarían a un dragón.

Hangzhou está rodeada por villas productoras de longjing. Como tantas otras cosas en China, la cosecha de té es un proceso artesanal y absolutamente cuidado. Así que aún puede verse infinidad de sombreros de bambú de los recolectores, asomando entre las terrazas verdes, junto a la ruta. El Pozo del Dragón es un té históricamente reservado a los emperadores, de sabor y aroma intensos, al que se le adjudica un buen surtido de propiedades saludables, principalmente como potente antioxidante.

Algunas de estas villas productoras están preparadas para recibir visitantes, ofrecen degustaciones y, por supuesto, venta directa de longjing, algo muy conveniente ya que por los negocios de la ciudad abundan las latitas de falso Pozo del Dragón.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Los impresionantes paisajes son el gran atractivo de esta ciudad.

Viajes

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

viajes

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad