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El cambio, ¿entre dos?

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Cada pareja sabe si se puede embarcar en esta tarea. (Foto: Shutterstock)

Hacer deporte, encarar una dieta o dejar de fumar en pareja tiene tanto ventajas como riesgos. Pero puede ser muy beneficioso.

Cynthia Rodríguez y su marido, Diego Canto, tenían la costumbre de sentarse a fumar en el balcón, y desde allí miraban a quienes enfrente caminaban o corrían. "Los criticábamos y seguíamos fumando", recuerda Cynthia, de 38 años, asesora de imagen. Así, hasta que fueron padres: con la llegada de Chloe empezaron las rutinas de levantarse en la noche, el cansancio diurno y, también, la necesidad de cambiar algo para sentirse mejor. "Cuando uno tiene hijos se abre como una luz. No podemos estar mal porque esta chica nos necesita, pensamos, y empezamos a cuidarnos".

Cynthia y Diego dejaron de fumar, comenzaron lentamente a poner afuera de la dieta la hasta entonces cotidiana comida chatarra y dejaron las críticas de balcón y se sumaron, cochecito en mano, a la tribu de los caminadores. Más recientemente, ¡incluso se anotaron en crossfit! Su caso ilustra el de aquellas parejas que toman la decisión de encarar juntos cambios en sus estilos de vida, y que encuentran en el espejo del otro el refuerzo positivo para no abandonar. "La sinergia, término que significa cooperación, entre el desafío de cada uno y el empuje del vínculo, potencia los resultados", asegura Susana Mauer, psicoanalista y docente de la Maestría de Pareja y Familia del Instituto Universitario de Salud Mental.

Claro que todo proyecto compartido puede generar rispideces y más de una discusión. A veces los resultados obtenidos por uno de los integrantes de la pareja no son los esperados, o quizás a uno le va mejor que al otro, lo que genera mal humor o envidia; también es frecuente que uno de los dos se ponga en el lugar de "policía" y se arrogue el derecho a controlar o decidir por los dos. "Empezamos la dieta juntos, pero para mí se volvió áspero el día a día cuando comencé a tener mejores resultados que mi mujer. No sabía qué decirle, si comíamos lo mismo y hacíamos el mismo esfuerzo", cuenta Fernando Arregui, de 39 años.

"Que resulte positivo o no el encarar un cambio en el estilo de vida en pareja depende, en buena medida, de cómo se lleve la pareja —afirma Eduardo Drucaroff, médico psicoanalista y director del Centro Racker de la Asociación Psicoanalítica Argentina—. Puede haber una sinergia positiva o puede haber una competencia o rivalidad, que perjudique a uno de los miembros o alternativamente a uno y después a otro". Drucaroff recomienda, como paso necesario ante la idea de encarar un cambio en pareja, evaluar si efectivamente es una buena idea hacerlo de a dos.

"Hay experiencias previas que permiten a sus integrantes pensar si pueden o no encarar juntos un cambio como el que se proponen —agrega Drucaroff—. Esto es algo que ambos deben evaluar con honestidad y no autoengañarse. Es preferible admitir que hay cosas que no se pueden hacer juntos, que empezar a hacerlo con un esfuerzo desmedido. Y, por sobre todo, no idealizar el hecho de que algo va a salir mejor sí o sí por el solo hecho de que se encara de a dos".

Aspectos positivos.

En el caso de Luisa Herlax, abogada de 36 años, y su marido, Hernán Taraman, empresario de 35, ambos iniciaron juntos, hace años, una búsqueda hacia una vida más sana; en un momento, ella profundizó en los cambios por su lado, hasta que él estuvo en condiciones de ponerse a la par. "Nos conocimos en 2004 y en 2007 tomamos juntos el curso de respiración y meditación de El arte de vivir —recuerda ella—. El curso nos recopó, nos permitió incorporar cosas que hacían levantar nuestra energía y que nos permiten ver la peli diaria distinta, y a partir de ahí comenzó un proceso. Yo empecé a tomar más cursos y me hice vegetariana en 2010, pero Hernán no, seguía comiendo carne, todo normal, y la pareja funcionaba perfecto."

Al año siguiente, ambos viajaron a Berlín a una celebración de El arte de vivir y pararon en un hotel con suamis de la India. "Yo le dije: Por esta semana evitá comer carne. Él quería tomar champagne con salmón, pero terminó comiendo vegetariano toda la semana. Cuando llegamos a la Argentina yo estaba embarazada de mi primer hijo, y ahí fue él quien planteó un cambio de vida. Dijo: Basta de excesos y se hizo vegetariano; como algo natural, porque lo quiso".

Luisa concede que el día a día con costumbres y hábitos en común es ahora mucho más sencillo: "Nuestras rutinas, nuestras comidas, son compartidas. Nosotros no tomamos alcohol, meditamos todos los días, ninguno come carne; si vamos a un asado, somos los dos los que no comemos carne y eso facilita". Hernán, por su parte, advierte: "Encarar estos cambios de a dos es muy jugado, puede salir mal". O salir bien, como muestra la experiencia de esta pareja.

La literatura científica, por su parte, afirma que los cambios en los estilos de vida tienen más chance de concretarse y mantenerse si se encaran en pareja. Dejar de fumar es más difícil si uno de los dos mantiene el hábito. "Dejar de fumar es una decisión, tal vez una de las más importantes de la vida, pero el hecho de que uno de la pareja fume claramente dificulta el proceso, a menos que se transforme en colaborador", explica Marta Angueira, coordinadora del Programa Nacional de Control de Tabaco del Ministerio de Salud de Argentina.

¿Qué sería colaboración? "Si la pareja fuma y no quiere cesar, hay que hacer acuerdos destinados a acompañar y sostener a quien sí quiere dejar basados en el respeto por su decisión —responde Angueira—, como mantener la casa y el auto libres de humo, no dejar los cigarrillos a la vista, organizar salidas a espacios en donde no se fume..." En otras palabras, requiere que la otra persona deje, al menos por momentos o en ciertos espacios, de fumar. Lo que también es una decisión compartida.

"A mí me ayudó mucho que no se fume en casa, ya que Matías, mi novio, había dejado de fumar algunos meses antes que yo", cuenta Victoria Abajian, de 30, artista plástica, que abandonó el cigarrillo a principios de año. "Lo más difícil es sacar el humo de la casa, en especial los cigarrillos después del almuerzo y la cena. Otro incentivo para no volver a fumar era el compromiso con Matías de que estábamos haciendo el esfuerzo juntos, y el saber que si yo volvía a fumar seguramente él también iba a caer".

"Al dejar de fumar o al realizar una dieta, el sentirse acompañado genera una sinergia positiva —retoma Drucaroff—. La persona siente que no es la única que se esfuerza o se priva de algo; se siente más comprendida, apoyada, acompañada". 

CLAVES PARA TENER EN CUENTA EN EL PROCESO

SINCERIDAD - Evaluar si aquello que se pretende hacer conviene realizarlo de a dos o en forma individual. Fundamental no autoengañarse.

NO COMPETIR - Cualquier tipo de competencia (en torno de quién baja más de peso, por ejemplo) suele conspirar contra la armonía de la pareja.

NO CONTROLAR - Autoerigirse como líder del cambio y tratar de ejercer vigilancia y control sobre el otro sólo generará respuestas negativas.

TENER CUIDADO CUANDO HAY MÁS RIVALIDAD QUE SOLIDARIDAD

Las dietas son uno de los temas más conflictivos para encarar en pareja. No todos los cuerpos responden igual a un plan alimentario para bajar peso. Hay varios factores que generan desigualdades, empezando por ser varón o ser mujer: está demostrado que la mayor masa muscular del hombre promedio hace que responda más rápido a una dieta. Si él y ella se embarcan al mismo tiempo en una dieta, es más factible que él adelgace más y más rápido. Y eso no colabora mucho que digamos.

"Toda pareja tiene aspectos donde hay más rivalidad que solidaridad. Pero si esos aspectos predominan justo en aquello que se está emprendiendo, lo que va a sobresalir es el yo pude y vos no o la envidia", dice el psicoanalista Eduardo Drucaroff.

Adriana Báez (32) admite que más de una vez quiso abandonar la dieta que realizaba con su novio, pero no porque no lograra resultados, sino porque no soportaba que él bajara mucho más rápido y con menor esfuerzo. "Y lo que menos colaboraba era el énfasis que ponía él en señalar cada kilo perdido en la balanza. Cuando yo me pesaba me decía: Ya me vas a alcanzar".

Otro gran riesgo es que alguno de sus integrantes se arrogue el rol de líder y ejerza un control de tipo policíaco sobre lo que el otro hace o deja de hacer. "Se puede liderar positivamente un cambio, pero ponerse en vigilante es odioso y suele ser molesto —distingue Drucaroff—. Además, lo único que logra es el deseo de transgresión".

"Renovar los espacios y las actividades de a dos, y abrirse a los cambios en las rutinas, oxigena a la pareja —concluye su colega Susana Mauer—. Pienso estas iniciativas como oportunidades donde el objetivo y la efectividad de lo que se proponen acercan a la pareja. ¡Y eso no es poco!".

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Cada pareja sabe si se puede embarcar en esta tarea. (Foto: Shutterstock)

SALUDLa Nación/GDA

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