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Beatriz la princesa ociosa

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La critican por proyectar una imagen muy ligada con el ocio.

La segunda mujer en la línea de sucesión al trono británico parece haber heredado la afición de su padre por la buena vida y recibe críticas.

Ya sea disfrutando de las cálidas aguas caribeñas, esquiando en estaciones exclusivas a ambos lados del Atlántico o como espectadora en las carreras del circuito de fórmula 1, la apretada agenda social de Beatriz de York (26) contradice la imagen que la monarquía británica quiere proyectar sobre los miembros de una institución en la que imperaría la ética del trabajo por encima de un mundo de privilegios. "Otra semana, otras vacaciones para Bea", ironizó el tabloide Daily Mail al hacer recuento de las 11 escapadas de recreo que lleva acumuladas en el último medio año la primogénita del príncipe Andrés, rebautizada por los medios británicos como la nieta ociosa de Isabel II.

Esa no ha sido la única crítica. Graham Smith, líder del grupo antimonarquía de Gran Bretaña, declaraba hace unos meses al mismo periódico: "Beatriz vive por encima de sus posibilidades. Es una aprovechada. Disfruta de viviendas que pertenecen a la Corona y ella no realiza ningún trabajo para la monarquía. Su actual residencia se encuentra en el Palacio de St. James y para reformarla, los Windsor desembolsaron 200.000 euros de dinero público. No tiene ningún sentido. Debería dejar su título de Alteza Real y también el apartamento".

Poco después de la última publicación del Daily Mail, la princesa apareció en público para, según los expertos, hacer un nuevo intento por mejorar su imagen. La semana pasada visitó una escuela de Staffordshire para inaugurar una aula dedicada a alumnos que sufren dislexia, un trastorno que ella misma padece. "Es muy duro tener dislexia, pero siempre hay gente que te ayuda. En esta escuela los estudiantes estarán totalmente educados para superar el trastorno", señaló la joven. También ha confesado que la dislexia la hizo sufrir bastante de niña, en particular cuando su hermana menor, Eugenia, aprendió a leer mucho antes que ella. Más adelante, tuvo que posponer su graduación en secundaria también debido a ese problema. Ahora, es un tema totalmente superado, tanto que es una lectora voraz, admiradora de la saga de Harry Potter.

Tras el nacimiento la semana pasada de la princesa Carlota de Cambridge, hija de los príncipes Guillermo y Catalina, Beatriz ocupa el séptimo puesto en la línea sucesoria a la corona de Reino Unido.

Descrita en la página web oficial de su padre, el príncipe Andrés, como una joven profesional "que trabaja a tiempo completo en el mundo empresarial", a Beatriz, una licenciada en Historia, no se le conoce ninguna actividad laboral desde que a finales del año pasado renunciara a su breve puesto en la sede neoyorquina de Sony Pictures Television.

Adujo entonces sentirse víctima de los háckers supuestamente norcoreanos que invadieron la privacidad de la compañía —y que difundieron online los datos sobre su salario y su misma dirección— para embarcarse en un periplo vacacional que parece no tener fin.

Su calendario ha incluido, entre otros, una estancia de principios de año en la isla de St. Barts (Caribe), donde pudo disfrutar del yate del multimillonario Lakshmi Mittal; sendas visitas a las pistas de esquí de la localidad suiza de Verbier y las montañas de Aspen (Estados Unidos), un mes de marzo en el que escapó a la costa de Grecia y un abril en la cálida Florida, antes de asistir al Gran Premio de Bahrein, en el que la princesa fue fotografiada departiendo con el rey Juan Carlos. Pocos días después ya estaba en Florencia, donde asistió a unas conferencias sobre moda y se la vio saliendo de fiesta con grandes nombres de la industria.

La hija mayor del duque de York y Sarah Ferguson no cuenta con asignación en las cuentas de la reina sufragadas por el contribuyente, y se permite esos viajes gracias a la generosidad de sus padres y, sobre todo, de su novio de los últimos siete años, Dave Clark, un ejecutivo de altos vuelos en Virgin Galactic.

La insistencia de algunos medios británicos en criticar esa existencia regalada apunta en realidad a la línea de flotación del progenitor, un príncipe que habría legado a su hija su conocida afición a la buena vida, alimentada en gran medida por los contactos en las altas esferas que le ha procurado su condición de príncipe.

El segundo hijo de Isabel II ha adoptado un perfil bajo desde que su nombre apareciera citado en relación con un caso de abuso de menores en Estados Unidos en enero pasado. Un juez federal dictaminó a principios de abril que el testimonio de una mujer que asegura haber mantenido relaciones sexuales con Andrés bajo coacción cuando era menor debe ser excluido de la causa que se sigue contra uno de sus grandes amigos, el millonario americano Jeffrey Epstein, acusado de promover una red de prostitución de menores. Pero la imagen del príncipe ya estaba para entonces hecha trizas, despojado de su papel como representante especial de Reino Unido para el comercio exterior por su proclividad a utilizar los viajes oficiales con fines lúdicos como la práctica del golf. De ahí que se ganara el apodo de Air Miles Andy, en alusión a las miles de millas recorridas a costa del contribuyente.

Beatriz intenta huir ahora de la presión de unos medios que la proclaman digna heredera de su padre en esa vena viajera, y según sus allegados se plantea instalarse definitivamente en Nueva York donde en febrero realizó un curso de finanzas, con su hermana menor, Eugenia, mucho más discreta en sus actividades sociales y enrolada en una empresa de subastas de arte online. La princesa más ociosa de la corte incluso se habría decidido finalmente a buscar trabajo. EN BASE A EL PAÍS DE MADRID

Les dicen "alegres divorciados".

Se van juntos de vacaciones, justo para celebrar el año nuevo. Y cuando él es acusado de abusos sexuales, ella, lejos de distanciarse, lo defiende como "el mejor hombre del mundo". Así de particular es la relación entre el príncipe Andrés y Sarah Ferguson, que cuenta con el beneplácito de la reina Isabel, aunque los padres de la princesa Beatriz están separados desde 1996.

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