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Asuntos de papás

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Christian y su hijo Thomas. Foto: Agustín Martínez.

Ayudar a las madres, brindar afecto y ver el día a día del bebé mientras crece son algunos de los beneficios que encuentran los hombres que hacen uso del medio horario para cuidar a sus hijos.

TOMER URWICZ

Cuando Christian Schemeichel (34) escuchó el primer llanto de Thomas, hace siete meses, supo que quería perderse lo menos posible de la crianza de su hijo. Aquel 24 de setiembre, mientras su mujer aún estaba convaleciente del parto por cesárea, tomó al recién nacido en sus brazos, lo calmó y no necesitó otro estímulo para saber que él también tenía un papel importante que jugar. Por eso los días siguientes ayudó lo más que pudo, acompañó a la madre, recibió las visitas y los elogios de quienes le encontraban un parecido a la criatura e intentó lustrar con orgullo su título de padre recién estrenado.

Pero todo el fervor de los primeros días siendo una familia de tres se derrumbó al volver al trabajo. Mientras su esposa ejercía la licencia por maternidad, él debía ausentarse por, al menos, ocho horas. Apenas veía al niño despierto —un recién nacido duerme unas 16 horas— y el cansancio del sueño entrecortado por las noches terminó de convencerlo de que debía tomar la decisión. En realidad fue su mujer la que lo avivó. Ella, profesora de Química en Secundaria, tenía libre los meses del verano y, por la nueva normativa, uno de los dos padres —indistintamente— puede gozar el derecho de medio horario laboral para el cuidado del bebé.

Así se convirtió en el primero en su trabajo —una empresa de tecnología de la información, aunque ahora ejerce como ingeniero en sistemas freelance— en aprovechar el beneficio de la nueva ley implementada desde noviembre de 2013. Un derecho que en el país solo usaron 198 padres, un 2,6% de las solicitudes totales ante el Banco de Previsión Social (el resto fueron mujeres).

De diciembre a febrero pasó a trabajar solo cuatro horas y las restantes ayudaba en su casa. "Es una experiencia única", dice Christian sin esconder la emoción. "Más aún en los primeros meses en que hay muchos cambios". El bebé dejó de parecerse a él, al menos en los comentarios de los allegados, que le encontraban rasgos similares a los de la madre. Comenzó a hacer muecas, a reconocer las voces y a interactuar pronunciando vocales sueltas.

Christian tuvo más tiempo para compartir con su mujer, para contemplar a su hijo y hasta pudo decir presente en las consultas médicas que son habituales en los niños tan pequeños. Lo que comenzó como una "casualidad" —gracias a que su esposa tenía libre por la docencia y le informó de la nueva normativa— terminó transformándose en una bandera. "Lo comunico a todo el mundo para que aproveche esta posibilidad". ¿Por qué? "Es una forma de estrechar el vínculo", afirma.

A su jefe directo, recuerda, "no le gustó absolutamente nada" —y eso que el 50% del salario lo paga el BPS—. Pero al resto del entorno le dio una sana envidia. Eso sí, no faltó quien lo embromara y le dijera que la crianza es asunto de mamás.

Prejuicio.

"Lo que el bebé más necesita es un cuidado que le brinde seguridad afectiva, con una figura que le dé apego", dice Gabriela Etchebehere, profesora agregada del Instituto de Psicología del Desarrollo de la Universidad de la República. "Hay estudios que demuestran la importancia de que sea un familiar cercano quien cuide al recién nacido y, es más, en lo posible que sea una tarea compartida por la pareja".

Es que aunque parezca que un bebé solo duerme, come y hace sus necesidades, los estímulos que recibe en los primeros meses son centrales para su desarrollo. Christian lo notó en un detalle: "Thomas reconoce enseguida mi voz, hasta me escucha desde otra habitación y hace un sonido para llamarme". La voz humana es uno de los primeros sonidos que un niño aprende a distinguir.

Pero la importancia de la presencia de los padres, dice la psicóloga, va más allá de un reconocimiento o imitación —de hecho experimentos científicos que colocan al padre frente a frente con el recién nacido constatan que el bebé copia algunos movimientos del rostro—. "Cuando no se da un cuidado afectuoso, y se hace solo mecánico, puede conducir a trastornos del desarrollo, desde retardos hasta psicosis", cuenta Etchebehere. Una situación extrema en este sentido es lo que ocurre en las guerras, cuando los niños quedan sin sus familias y vivencian situaciones terribles, acota.

En países como Austria, comenta Christian quien tiene amigos allí y cuya descendencia es germana, "los dos padres pueden tomarse en simultáneo una licencia completa hasta tres años a un cierto porcentaje del sueldo".

En Uruguay, la licencia de medio horario por cuidado del recién nacido que rige para trabajadores del ámbito privado se extenderá a seis meses el año que viene, según lo que estipula la reglamentación de la ley, que estableció una instrumentación progresiva del beneficio (este año es hasta los cinco meses del bebé). Aun así, debe estudiarse cada caso concreto. Al menos eso aprendió Álvaro Camejo (42) hace un año y dos meses, cuando nació Alfonsina. Es que su mujer es médica y por horarios rotativos —sumado a las guardias— no le era conveniente hacer el uso del beneficio. Por eso él estuvo más presente en la crianza de la niña.

"Al volver al trabajo extrañé enormemente ese tiempo", reconoce este hombre que vive en Canelones y que por su condición de enfermero está acostumbrado a dormir a deshora. "Ese no era el problema, sino dejar de ayudar tanto en la casa o darme cuenta que yo también sirvo para cambiar pañales", admite.

Pero hay otro detalle. Álvaro tiene otros dos hijos —una joven de 24 y un varón de 13 años— de un matrimonio anterior. Al estar más rato en su casa pudo repartirse el tiempo y "explicarle al adolescente los cambios que estaban ocurriendo para evitar los celos".

Para él es difícil hacer una comparación entre el cuidado de Alfonsina —con licencia— y el de los otros hijos, porque "cada momento lo vivió como único y con aspectos maravillosos". Aunque entiende que el estar más presente hace que se note su utilidad. Y eso que algunos compañeros de pesca —su hobby— lo embromaban cuando debía quedarse un día libre junto a la niña en lugar de "salir con amigos".

Es una actitud que se repite. A Ismael da Rosa (34), otro de los 198 padres que hicieron uso del beneficio, sus compañeros de trabajo le recordaban: "Es verdad que ahora hacés horario de madre", cuando se retiraba a las 12 del mediodía en lugar de a las 16. Hay aspectos que una normativa no puede cambiar. "Hay cierto machismo", cuenta Ismael, "pero también hay muchos a los que emociona la novedad... ¿quién no quiere pasar más tiempo con un ser querido?".

Hombres que intentan acercarse a los niños.

No hay recetas mágicas ni una única mirada. Como todo lo referente al desarrollo de un niño, los factores que llevan a un estímulo sano tienen matices según quien los proponga. Más aún cuando algunas de las medidas encuentran choques de poder. En este caso, entre las cámaras industriales, quienes "pierden" por medio horario a un trabajador, y las organizaciones sociales que explican que así la mujer "deja de hacer malabares" para encargarse del cuidado de los recién nacidos. Lo cierto es que si bien los prejuicios siguen latentes y a la sociedad "le cuesta" aceptar que el padre tiene igual responsabilidad que la mujer sobre sus hijos, en los jardines de infantes se nota "que cuanto más presente está el padre, más fácil es el acercamiento al niño", dice la psicóloga Gabriela Etchebehere, del Instituto de Psicología del Desarrollo de la Universidad de la República. "Los padres de hoy sienten que tienen que hacer la diferencia frente a como fueron criados ellos por sus padres... intentan decir presente en el desarrollo y comprometerse".

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Christian y su hijo Thomas. Foto: Agustín Martínez.

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