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Armando el campamento

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Un paisaje repetido estos días por todo el país (foto: José Esteves)

Pese a una mayor tecnología, el amor a la naturaleza y la convivencia siguen siendo claves.

La piel de Alicia San Martín (64) denuncia mucho sol y poco protector. Así resignó el mediodía en la arena para quedarse en el camping El Toro de Piriápolis, custodiando siete carpas de todo tamaño y forma. Con ella quedó Valentina, de apenas ocho meses. "Ella es la nieta de un cuñado de mi hijo", explica. "¡Somos un familión!". Ellas son los dos extremos etarios de ese "familión" de 16 personas de Las Piedras. El resto de su gente se fue a la playa, a 10 cuadras, y ellas quedaron al frente de algo que se asemeja a un multicolor campamento beduino.

"Al camping hay que traer todo", dice Alicia y basta mirar a su alrededor para creerle: baños químicos, equipo de música, heladera, instrumentos de cocina y un largo etcétera. De cualquier forma, dice, lo más importante es "adaptarse a las circunstancias y revolverse". Siempre algo falta: esta vez fue ropa de abrigo y alguna noche ya lo sintió. Y hay que amar lo natural, lo agreste, lo rápido y escurridizo... "¡El otro día apareció un lagarto grande! Y un tipo de acá nos dijo que nos quedáramos tranquilos: ¡si hay lagartos es que no hay víboras!", se ríe.

En Uruguay hay 50 campings "registrados y/o en proceso de reinscripción" en el Ministerio de Turismo, según el director nacional de esa cartera, Benjamin Liberoff; el 70% está en el Este. "Esto no quiere decir que no existan otros", reconoce el jerarca. "Es una variedad (de turismo) que hay que tener en el menú, que tiene su espacio aunque los grandes movimientos se den en otro lado", agrega. Y es una variedad económica, con precios que van de cero a 300 (o más) pesos por día y por persona, dependiendo de las comodidades y servicios que ofrezca cada lugar. El verano pasado, según datos oficiales, los 23.450 visitantes al país (apenas un 2,64% del total) que se alojaron en estos hoteles de mil estrellas promediaron 7,1 días de estadía y dejaron aquí 8,6 millones de dólares (1,11% del total). En su gran mayoría, el público es uruguayo. Eso al menos es la opinión de los operadores ya que, según Liberoff, recién para la segunda mitad de este año se habrá procesado el desglose por nacionalidades. A nivel oficial, tampoco hay datos de cuánto turismo interno mueve esta modalidad.

Y es una variedad que depende, como ninguna, del clima: si el verano horrible como el de 2014 significó 13% menos de visitantes que en 2013, en el camping esa caída fue del 51%. Y si bien la tecnología hizo mucho más confortable esta forma de vacacionar, los operadores coinciden en que si no hay verdadero amor por natura ni tolerancia al prójimo, no habrá opción gasolera que valga. Si la única razón al elegir acampar es ahorrar plata, la primera araña visible a un metro, la primera lluvia fuerte, un baño demasiado concurrido o embarrado, o un vecino intratable (niño llorón de más, barra de jóvenes en plan reviente y con horarios cambiados, o veterano quisquilloso en exceso) ya bastan para huir despavoridos.

A los 17 años me fui con mi novio a Andresito. Mi abuela me dio una de esas sartenes tipo plancha, bien viejas, que no se había lavado en meses y tenía una costra formada. Al usarla se nos prendió fuego, y mi novio salió corriendo desesperado con esa cosa prendido fuego. Algunos acampantes se acercaban para ayudar y otros, directamente, nos puteaban en cuatro idiomas. ¡Casi incendiamos el lugar!" (María Daniela, comerciante, 41).

Hoy acampar es mucho más fácil y está más extendido, resume Andrés Almansa, director de Gran Aventura, desde 1996 uno de los principales comercios del ramo, que ha tenido ente sus clientes al ex y electo presidente Tabaré Vázquez. "Antes era una actividad solo para un público aventurero. Hoy hay carpas en las que uno puede estar parado". Es que hay novedades para los más quisquillosos: inodoros plásticos a 3.000 pesos, carpas tipo baño desde US$ 59 (dólares), carpas de tres dormitorios a US$ 500, gorros-linterna para la noche que se recargan con la luz solar y tienen ocho horas de autonomía por US$ 39, ollas con puerto USB que generan electricidad al calentarse y pueden recargar celulares a US$ 180... Los tiempos del sobre, la carpita y poco más ya quedaron atrás. El público se ha vuelto más exigente y eso se también se traduce en campings con piscina, zona de deportes, juegos, proveedurías, vigilancia, actividades para niños y servicio wifi.

¿Público gasolero? Almansa prefiere hablar de un público inversor. Con US$ 200 uno adquiere un kit básico (carpa, colchón inflable, mochila y sobre); con mil dólares, ya se puede hablar de un excelente equipamiento. "Vos alquilás una casa y en un verano te gastaste toda la plata. Acá lo que invertís te sirve para varios años y cada vez le agregás una cosa nueva". Quien se engancha en esto, dice, no lo deja más. Según el comerciante, el acampante veraniego es predominantemente joven, tiene las costas atlánticas de Rocha entre sus preferidas (con el camping de Santa Teresa a la cabeza, que con 1.400 hectáreas, 1.600 parcelas y casi diez mil ocupantes como máximo es el más grande del país), pero también resalta Las Cañas sobre el Río Uruguay, y Piriápolis, aún en el Río de la Plata.

Para Almansa, el camping es una actividad que ha crecido mucho en el país. No maneja cifras; simplemente se basa "en el crecimiento de la competencia". En Todo Camping, donde venden y alquilan casas rodantes, los arrendamientos se duplicaron en diez años. "La gente cada vez se interesa más por esta opción. La gran ventaja que tiene es una cama-cama, que es lo que más se pide. Luego tener su propio baño, su heladera, y no tener problemas con el clima", indica Perla Frank, su dueña.

Fuimos a Mercedes al camping del Hum, en la isla frente a la ciudad. Pero era un lugar familiar y nosotros éramos unos guachos de 18,19 años que habíamos llevado vodka. Empezamos a chupar y a decir cualquier disparate a los gritos. A la media hora vino el encargado y nos echó. Nos tuvimos que ir a otro camping que quedaba cruzando el puente sobre el Río Negro. Era gratis, pero quedaba como a cuatro kilómetros y las duchas eran de agua fría. ¡Eso fue en abril! ¿Sabés lo que fue eso? Eso sí, nos tomamos todo sin drama. (Jorge, docente, 38).

El que ama acampar no concibe otra forma de vacacionar. A lo sumo le buscará confort. Ruben Landa (75) llegó a El Toro por primera vez desde Corrientes, Entre Ríos, en 1979. Llegó con su esposa, sus tres hijas chicas y su carpa en un Ford Falcon. Desde entonces, cantó presente en todos los eneros. Hoy viene con heladera, televisor, reposeras como para un regimiento, una casa rodante bien equipada y un Fiat Ducato al que bautizó "La Cachirula", con la que organiza estas verdaderas mudanzas temporales a 600 kilómetros de su casa. Hoy vino con tres de sus siete nietos; en su momento trajo a sus hijas ya mayores, a yernos y a proyectos de yerno. Él mismo construyó un horno de pan que ha puesto a disposición de sus vecinos e incluso, durante unos incendios cercanos antes de 2000, de los bomberos. "Ellos llegaban de noche, fundidos, y se ponían a churrasquear con nosotros".

"Este mundo ha cambiado mucho. Al principio a los uruguayos con una lonita les alcanzaba. Ahora se superaron". Un vecino suyo tiene una carpa de tres dormitorios, más allá otro prepara el almuerzo en un anafe, más lejos un iPod con parlantes arremete con Lucas Sugo y El Gucci. Hay alguna que otra laptop. "Pero lo realmente importante es la actitud que tengas: te tiene que gustar la naturaleza y respetar". Resalta con calidez la belleza y seguridad del lugar ("lo único que cierro es la casita rodante, ¡todo lo demás lo dejo afuera!") y le gustaría tener un "poquito más de limpieza" en los baños: "A la vaca hay que darle de comer para que siga dando leche", dice. Aún así, va a volver hasta que el cuerpo aguante.

En Piriápolis se da una particularidad curiosa: los dos rivales del fútbol local, Tabaré y Piriápolis FC., son responsables de dos campings muy concurridos. El de Tabaré es el del Toro, en la ladera del mismo nombre, y el Piriápolis FC se encarga del camping homónimo, frente a la terminal de buses. Pero si durante el año deportivo vuelan chispas en la cancha, en el verano están —cada uno en lo suyo— bajo la misma causa. Según autoridades de ambos clubes, una buena temporada estival financiará gran parte de sus actividades durante el resto del año. "La clave es rezar que no llueva", dice el presidente de Tabaré, Carlos Méndez. Hoy, con una buena ocupación del 70%, recuerda que en 2014, cuando el mundo pareció caerse, solo las casas rodantes aguantaron los chaparrones. Y Richard Prolo, encargado del camping del club Piriápolis, cuyos fines de semana rebosa con 1.300 personas, resume: "Menos mal que el año pasado no clasificamos a la Copa del Interior. Porque eso genera mucho gasto, y con las lluvias que hubo...". En Uruguay, hasta el fútbol del Interior se puede ver afectado por un verano lluvioso de más.

Cuando acampás, querés que todos estén en la misma: salidas, jodas, minas, comidas, economía, todo. Éramos como seis en Piriápolis, en el camping de AEBU, y preparábamos la comida. Arroz, fideos, ¿qué íbamos a hacer? Y salta uno: ¡A mi no me gusta la comida de olla! Se va al parador y se pide milanesas, chivitos y eso. Así tres días. Al cuarto día le decimos de ir a Punta del Este, que está como a 40 kilómetros, a un baile. Era chuco. Fuimos hasta allá, lo hicimos bajar primero y arrancamos. No sé cómo hizo, si caminó o hizo dedo, pero apareció al otro día ya de tarde. Se le fueron las pavadas enseguida. (Darío, mecánico, 32).

Estela Kotogián (51) y su marido vienen todos los años al camping del Piriápolis FC. Ella, "una asquerosita total de temas como compartir el baño", quedó enamorada de eso de pasar en carpa. Lo suyo no es un gran despliegue: techo, toldo y sobretecho (hecha por ella, modista). Aprendió rápido: los acampantes veteranos dicen que un sobretecho permite reducir en 6 o 7 grados la temperatura ambiente. Carecer de él, por el contrario, convierte a la carpa en un horno cuando calienta el sol. Pero no es solo el contacto con natura lo que la sedujo: es la constante cercanía de gente, tan parecida y tan distinta, con su música, rutinas, necesidades, aportes, inutilidades...

"El otro día vinieron acá enfrente unas gurisas jóvenes, de veinte años. No tenían nada de nada, ¡les terminé prestando buzos! Eran vegetarianas y no habían traído nada para cocinar. Con mi marido, que estaba haciendo un asado, le hicimos un lugar para que pusieran choclos, morrones, papas... ¡Eran divinas! Yo creo que lo mejor de todo esto es que se termina formando una familia grande, y donde vos tenés que ser tolerante, respetuoso y solidario. Porque un día a alguien le pueden faltar cosas y otro vos podés precisar de alguien".

Hablaba de un camping, podría estar refiriéndose a la vida misma. (Producción: José Estéves, Tacuarembó; Daniel Rojas, Río Negro; Víctor Rodríguez, Durazno).

LA IMPORTANCIA DEL CAMPAMENTO

Son varios los beneficios que acampar genera en los chicos, dice Florencia Sommer, directora del grupo de formación de líderes de la Agencia Judía, con vasta experiencia en organizar campamentos para niños y adolescentes. "Es salir de la euforia de la ciudad durante todo un año, estar en contacto con la naturaleza, aprender del ejemplo de un referente (de tener alguien a quien seguir) y la importancia del trabajo en equipo". Todas esas cualidades son valiosas para el futuro, ya sea en un camping o en la vida. Sí ha notado más exigencia de comodidades de padres e hijos al escoger un lugar.

VARIACIÓN DE VISITAS POR TEMPORADA

Según datos del Ministerio de Turismo, el año que más visitantes ingresados a Uruguay optaron por los campings a la hora de pasar sus vacaciones en lo que va de la última década fue 2011. En ese año, un total de 74.519 turistas "receptivos" optaron por armar la carpa en Uruguay, gastando casi 19 millones de dólares; solo durante el primer trimestre, en verano, fueron 58.278 (dejando US$ 15,3:). Según los distintos operadores de campings, los argentinos y los brasileños son la abrumadora mayoría entre los extranjeros.

Por el contrario, en ese mismo período de tiempo el año que menos atrajo turistas del exterior a los campings fue 2007: 18.815 en los doce meses.

Es una modalidad turística donde —por consecuencia del clima y el contexto económico regional— los números varían notoriamente de una temporada a otra: del excelente verano 2011 se vivió una baja sensible en 2012, donde solo llegaron 40.984 campamentistas del extranjero, número que trepó a 47.834 el año pasado.

CAMPONG Y SLOTS: MENDIGOS, PRÍNCIPES Y MENDIGOS OTRA VEZ

Un grupo de jóvenes de Fray Bentos fue a acampar a Las Cañas. Ninguno tenía grandes conocimientos de cocina ni de racionalizar los comestibles. Fue así, que uno de ellos, viendo que los fideos que estaba preparando serían insuficientes para satisfacer las necesidades de la "barra", optó por la infeliz idea de agregarle arroz a la olla. El resultado: un sancocho incomible que fue a parar al tacho de basura.

Cuando el hambre se hizo inosportable, jugados al todo o nada, resolvieron "rifarse" las pocas monedas que quedaban en la sala de slots que funcionaba por aquel entonces en Las Cañas. Perder era el retorno obligado. La suerte quiso ese día que el Flaco (hoy médico), el timbero de la barra, tuviera una noche inspirada. Los slots los favorecieron con algo así como 20 mil pesos de hoy.

El festejo tuvo de todo, no faltó nada ni nadie. La "parranda" duró un día y poco más que eso. Con la salida del sol, la realidad volvió a ser la de los bolsillos vacíos. En cuestión de horas pasaron de ser "príncipes a mendigos". La suerte estaba echada y el retorno también. "Que nos quiten lo bailado" fue la frase consuelo. (Daniel Rojas, corresponsal de El País en Fray Bentos)

"SIN ALARMISMO"

BOMBEROS HABILITA A POCOS

Hay dos cosas que enorgullecen particularmente a Richard Prolo del camping a su cargo, el del Piriápolis F.C. Uno es el estado de sus baños, a los que invita a recorrer al visitante; el otro es el certificado del Departamento de Bomberos, vigente hasta noviembre de 2015, que establece que ahí se cumplen las normas de seguridad, que también muestra.

Según el comisario Martín Bogao, director del Departamento I de Bomberos, de Control, Prevención y Certificación, de acuerdo a la información sistematizada con la que cuentan (hay otra base de datos similar aún en papel y no informatizada), solo un camping logró la habilitación y otros 27 están en ese mismo proceso en Uruguay. Eso no les impide abrir sus puertas, ya que la última palabra, dice, la tienen las respectivas intendencias o el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. "La potestad a la hora de clausurar o multar es de las intendencias", resume.

Las catorce medidas para la habilitación de Bomberos están incluidas en el decreto 260 del año 2013, y son una actualización del decreto 111 de 1987. Estas incluyen la existencia de una franja perimetral de seguridad de 20 metros, si el predio es lindero a zonas arboladas o carreteras, que los distintos sectores estén perfectamente delimitados, que la zona de carpas esté dividida en parcelas, que si no hay fuentes de agua en un radio de tres kilómetros el predio cuente con un depósito con el fin de abastecer a los bomberos de al menos 25 metros cúbicos o que el lugar tenga un plan de evacuación rápida.

"La mayoría de los campings de Uruguay no se ajustan a esas normas", subraya Bogao.

Sin embargo, el jerarca de Bomberos rechaza todo alarmismo o la consideración de que se trate de lugares peligrosos. "Hay dos cosas: una es la habilitación y otra es el control que siempre hacemos. La estadística no refleja que los incendios suelan comenzar en un camping". La mayoría de los siniestros estivales, agrega, surgen a través de quemas supuestamente "controladas", fuera de estos predios, que se salen de control. "Los incendios normalmente no comienzan en los campings", reitera Bogao. La conducta de los acampantes, y la higiene que se practique en el lugar, es fundamental para ello.

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Un paisaje repetido estos días por todo el país (foto: José Esteves)

VERANO NATURALLEONEL GARCÍA

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