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En el agua y con viento

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Clases de vela en el Yacht Club de Montevideo. Foto: F. Flores.

La llegada del verano y el Mundial logrado por Dolores Moreira hacen que cada vez más chicos elijan practicar vela, deporte que genera una gran noción de independencia.

Aunque el día está nublado y a pesar de que la lluvia amenaza, Leo, Valen, Clara y Aimee llegan al Yacht Club de Montevideo para la clase de vela. Leo y Valen tienen 11 años, son franceses y empezaron a practicar hace seis meses. Clara, también de 11, se unió al grupo hace un año y está por pasar al siguiente nivel de entrenamiento. Aimee, la más chiquita, tiene 8 años y es inglesa. Como sus padres son uruguayos, cada vez que viene de vacaciones, en invierno o en verano, se integra al aprendizaje.

"Normalmente en este grupo son 10 u 11 chicos, pero los viernes muchos faltan porque se van para afuera por el fin de semana", dice Justina Pacheco, instructora del nivel Escuela del Yacht Club.

Cada uno arma su bote antes de salir al agua. Entre Leo y Valen se ayudan a cargar las velas, que son bastante más grandes que ellos. "¿Podemos salir?", pregunta ansioso Leo, pero la entrenadora les pide que esperen a que estén todos prontos y que, mientras, busquen chalecos salvavidas.

Hace poco más de diez días que Dolores Moreira salió campeona de su categoría, laser radial, en el Mundial Juvenil de Vela que se disputó en Nueva Zelanda. "Lola", que tiene 17 años, es una de las figuras de referencia para el deporte uruguayo y, por supuesto, para los chicos que practican vela. "La actuación de Lola ha sido en Paysandú un impulso para la vela. Lola está en boca de todos, los gurises van al Club a pedirle autógrafos", dice Luis Pedro Rodríguez, capitán del Yacht Club de Paysandú. "Ella, Pablo Defazio y Mariana Foglia son referentes para nosotros y para nuestros alumnos", sostiene Gonzalo Valdes, entrenador de vela del Club Náutico de Montevideo desde hace siete años. "Cuando Lola estuvo en el Club dando una rueda de prensa después de salir campeona, todos los alumnos querían saludarla y sacarse una foto con ella", cuenta Justina, y agrega que la deportista ha inspirado a muchos alumnos, no solo para empezar a entrenar, sino también para entrenar más duro.

El Mundial de Lola conjugado con el inicio de la temporada de verano, genera como resultado que el número de alumnos en muchas escuelas de vela en Uruguay aumente. Así, en el Yacht Club de Montevideo hay alrededor de 52 chicos, en el de Paysandú son más de 50 y en el Náutico hay más de 70; en todos los casos, los estudiantes se distribuyen en tres niveles: Escuela — en el caso del Yacht se divide en Escuelita y Preprincipiantes —, Principiantes y Timoneles.

Los alumnos de los tres niveles navegan en optimist, un tipo de barco pequeño que se puede utilizar hasta los 15 años.

Clara, Aimee, Leo y Valen están en Preprincipiantes. "Tuve que dividir la Escuelita en dos grupos porque eran muchos alumnos y no podía salir a navegar con todos", explica Justina mientras los chicos terminan de armar los botes y están listos para entrar al agua. Aimee va en el gomón con la entrenadora y los demás en los botes que les presta el club.

Mientras están en el agua, Justina los sigue y les da indicaciones. "Quiero que se junten con Clara así hacemos pruebas de velocidad. Orzas arriba. Leo, cazá la vela y orzá. Valen, vos también", dice a los gritos para lograr que, entre el ruido del motor del gomón y el viento, los chicos la escuchen. "Vamos a dar una vueltita afuera, pero volvemos rápido", les indica Justina y todos salen de la zona de la escollera.

En el Yacht los alumnos tienen desde cinco años en delante y utilizan optimist hasta los 15. "Después de los 15 los chicos tienen la oportunidad de decidir en qué barco navegar", explica Justina. "En Uruguay lo más común es que elijan seguir en laser, que se navega de a uno o en twenty-niner, que es de a dos". En el caso del Náutico, la opción que tienen es el windsurf. En el Yacht de Paysandú pueden optar entre laser, cadet y vaurien. Para Gonzalo, la edad ideal para empezar a entrenar "es entre los siete u ocho años".

"Clari navega muy bien", sostiene Justina, "ya está pronta para pasar a Principiantes". Así, la entrenadora cuenta que el cambio depende del desempeño de cada alumno en las clases y en las competencias pero que por "regla deberían ser dos años en Escuela y uno en Principiantes para pasar a Timoneles". En lo que refiere a las competencias, los últimos dos niveles lo hacen juntos y se discrimina en los resultados, sostiene Gonzalo y afirma que existen regatas exclusivas para los alumnos de Escuela.

Se puede empezar a competir a partir del año de práctica. "Por lo general, las competencias son en invierno", cuenta Justina. Así, las más comunes son el Campeonato Uruguayo, el Rioplatense y las seis etapas del campeonato organizado por AUDO (Asociación Uruguaya de Optimist). De este último y del Rioplatense, salen los clasificados para el Sudamericano. En el caso del Club de Paysandú, también participan del Grand Prix del Río Uruguay, en conjunto con el Yatch Club de Entre Ríos, el Piedras Coloradas y el Náutico de Colón, el Yacht de Salto y el Náutico de Flores.

Leo se sube al gomón y ayuda a Aimee a pasar al bote. Es su turno de navegar y aunque el barco pareciera quedarle grande, la más pequeña del grupo parece una profesional. Mientras, Leo se queda parado en una esquina del gomón y ayuda a Justina a darle las indicaciones a Valen en francés para que entienda mejor.

¿Te gusta navegar, Leo?

Sí, mucho, dice con un español que tiene rastros extranjeros.

¿Y no te da miedo?

No, me gusta mucho el agua y nunca me caí.

Si bien la vela es un deporte individual, se "genera mucho compañerismo entre los alumnos y mucha responsabilidad, especialmente en el cuidado y mantenimiento de los barcos", sostiene Luis Pedro, de Paysandú. Además, "hay un conocimiento muy fuerte de otro medio, como el agua", dice Gonzalo. Con respecto al tema, Justina explica que "los alumnos generan una independencia muy grande, porque a la hora de competir, están ellos solos, su barco, el agua y el viento y toman decisiones, a veces muy complejas, en cuestión de segundos".

"Timón hacia la vela, Valen", grita Justina para intentar ayudarlo a encontrar el rumbo correcto. "Cazá la vela y mantenete así que vas bien". Valen le hace un gesto de aprobación con la mano. "Lo está haciendo bien", dice Aimee, otra vez en el gomón.

Inclusión en la náutica.

El 28 de octubre se realizó la ceremonia de bautismo de dos embarcaciones de Vela Adaptada en el Yacht Club de Montevideo. Este deporte es para personas con discapacidades físicas y juega un papel importante en la inclusión al deporte náutico. La modalidad de vela 2.4mR es una Clase Paralímpica, individual y compiten tanto hombres como mujeres; en ella, los deportistas participan solos.

A nivel mundial es la más numerosa; la eligen también personas sin discapacidad porque es de fácil aprendizaje.

Clases de vela en el Yacht Club de Montevideo. Foto: F. Flores.
Clases de vela en el Yacht Club de Montevideo. Foto: F. Flores.
Los alumnos preparan el barco para la clase de vela. foto: F. Flores
Los alumnos preparan el barco para la clase de vela. foto: F. Flores
Los chicos hacen pruebas de velocidad. Foto: F. Flores
Los chicos hacen pruebas de velocidad. Foto: F. Flores
Dolores Moreira inspira a muchos chicos a practicar vela
Dolores Moreira inspira a muchos chicos a practicar vela
Leo, Valen, Clara y Aimee preparan los barcos. Foto: F. Flores
Leo, Valen, Clara y Aimee preparan los barcos. Foto: F. Flores
Clara está por pasar de nivel de entrenamiento. Foto: F. Flores
Clara está por pasar de nivel de entrenamiento. Foto: F. Flores
Los alumnos navegan en optimist hasta los 15 años
Los alumnos navegan en optimist hasta los 15 años

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