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El otro lado del espejo de la conocida historia

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Gerardo Romano con mucho para decir en "Un judío común y corriente". Foto: Difusión

Una obra que toca un tema que parece ya muy tratado, y que sin embargo aporta mucho, tiene mucho para decir. Un judío común y corriente dio su primera función montevideana el jueves pasado, ante un auditorio atento y lleno de gente.

Gerardo Romano salió a escena, y el aplauso que recibió dio cuenta de su estrecha relación con el público uruguayo, al que ha presentado numerosos espectáculos de su carrera, desde décadas atrás. Hoy y mañana se vuelve a presentar, en la Sala Nelly Goitiño, escenario que luce una buena escenografía para esta puesta en escena, de Manuel González Gil.

En principio se podía temer, ya desde el título, que la obra solamente focalizara en los pormenores del Holocausto, para transitar por un contenido tan trágico como conocido. Sin embargo, el lúcido texto de Charles Lewinsky hace mucho más que eso: se trata de una mirada desde un individuo cuyos padres padecieron los oscuros tiempos del nazismo, habiendo recibido él una educación que se enmarca en la Alemania posterior a la Segunda Guerra.

Desde esa cronología al presente, ese intelectual irónico y enardecido, irá contando las muchas facetas de su condición social, como alemán y como judío, componiendo un rico panorama de las muchas ideologías y sentimientos en juego en ese mapa político y religioso.

Luego de recibir ese aplauso de bienvenida, Romano empieza a recorrer un texto largo, complejo, que ahonda en diversos contextos culturales. El actor, a la vez, va trazando los perfiles de un personaje de carne y hueso, sobre el que pesan un padre y una madre, como le ocurre a tanta gente. El protagonista es un personaje de ficción que logra ser convincente, con su historia de amor, su desengaño amoroso, y mil rasgos más que lo tornan próximo al público. En ese aspecto, Romano fue armando ese personaje con sus complejidades, y sus muchas facetas, tanto emocionales como ideológicas.

El texto, bien servido en escena, tiene como marco material una buena escenografía, de cierto despliegue, que muestra cómo esa sala puede rendir muy bien para espectáculos de teatro. En ese entorno, el actor realiza un considerable esfuerzo actoral, para ir desarrollando los matices de un personaje que si bien es muy rico, no permite mayores variaciones a nivel de escenificación.

El espectáculo tiene un gran contenido, e invita al público a pensar una serie de temas que van más allá del judaísmo, para tratar asuntos como la aceptación del otro, desde una óptica llena de sabiduría.

Otro protagonista, menos visible, de este intenso trabajo escénico, es el director Manuel González Gil, quien ha realizado muchas presentaciones teatrales en Uruguay a lo largo de los años. En este caso, el prestigioso director vuelve a aportar alguna sorpresa a nivel de montaje, brindando una escenificación que se sostiene y progresa con intensidad. Sobre el final, y ya entre cerrados aplausos, Romano saludó especialmente al público local, y marcó la especial pertinencia de este texto en la Argentina del presente.

UN JUDÍO COMÚN Y CORRIENTE (***)

Autor: Charles Lewinsky, en versión al español de Lázaro Droznes.Dirección: Manuel González Gil. Actor: Gerardo Romano. Sala: Nelly Goitiño, hoy a las 21.00 y mañana a las 19.00. Tickantel, $ 1800, $ 1500.

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Gerardo Romano con mucho para decir en "Un judío común y corriente". Foto: Difusión

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