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"Esto de actuar no lo hago para mí"

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Marcelo Mazzarello. Foto: Ariel Colmegna

Cara conocida del cine y la televisión, su trayectoria pasa por el Parakultural, por Muñeca Brava, y por una extensa lista de productos artísticos de la más variada índole. Mañana y el domingo a las 20:00 está en el Solís, con La denuncia. Tickantel, $ 400 a $ 200.

—¿Cómo nació La denuncia?

—Nos convocaban siempre para hacer obras ambientadas en Manhattan, y con temáticas ubicadas en otros países, y queríamos hablar de algo que pase en nuestro país. Y apareció esta denuncia, de 1909, redactada por un comisario de la época, que nos pareció muy gracioso cómo estaba redactada, los personajes y el mundo que describía. Y empezamos a ensayar: durante un año estuvimos trabajando. Y apareció la idea de hacerlo con máscaras, y que los cambios fueran delante del espectador. Todo ocurre en dos planos. La obra delante, y atrás están los camarines, donde los actores, que también son de época, se preparan. El espectador entra en un viaje en el tiempo, y es testigo de todo ese universo.

—¿De qué va exactamente esa denuncia?

—Fue la denuncia de una mujer a su tercer marido: ella tiene hijos de un matrimonio anterior. Esos dos maridos anteriores se le fueron a la zafra, a la cosecha, y nunca más volvieron. Y el tercer marido, que es el personaje que yo hago, que es foguista de tren, se le fuga con una de las hijas. Y ella pide que vuelva, y que se case con una de las hijas, o con ella. Pero que vuelva, para cuidar el honor de la familia, dice ella. Todo eso es real, y por lo tanto es muy rico ir desde el teatro hacia ese mundo del Novecientos.

—¿Qué les permite, como actores, ir hacia esa época?

—Bueno, es una época muy rica para investigar. Porque luego se apoderó de la escena un naturalismo, y para sacudirlo, es ideal ir hacia esa época. El Novecientos permite muchas posibilidades de un juego físico, de voz, de esa gente que habitaba un lugar mucho más salvaje, más violento, más fuerte. Investigar en esa sociedad de 100 años atrás es bueno para el actor, y creo que también para el espectador.

—¿Para vos el humor con qué tiene que ver?

—Para mí el humor está ligado a la inteligencia, del que lo hace, y del espectador. El humor, de algún modo, genera un descubrimiento en el espectador, una forma de ver algo que no había visto de esa forma. También creo que el humor es la mejor manera de contar un drama.

—Vos tenés un tipo físico que se presta para roles muy distintos.

—Sí, no es algo que yo maneje, está dado, es como un don. Si me ponés ropa de un judío ortodoxo me va, y si me ponés el uniforme de un soldado alemán también funciona. Son roles antagónicos totales, y los dos me pueden funcionar. No sé muy bien de dónde viene eso, por eso sigo en teatro, investigando de dónde me vienen las cosas. Antes de empezar a trabajar como actor, había directores que me decían "tenés una cara interesante para cine".

—En cine, uno de tus trabajos más conocidos fue La suerte está echada, de 2005. ¿Es una película que sentís muy próxima?

—Bueno, para mí parte del fenómeno es el propio reconocimiento del público. Esto de actuar no lo hago para mí, ni lo hago solo. Es decir, lo hago para mí pero en relación a los demás. Entonces está completo cuando llega. Y La suerte está echada es de las películas en las que participé, la que más llegó a la gente. Además, tiene una temática y una forma con la que yo me identifico. La relación entre un padre y un hijo, el humor negro, y una temática nacional: tiene todas las cosas que a mí me gustan.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Marcelo Mazzarello. Foto: Ariel Colmegna

MARCELO MAZZARELLO

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