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Buen teatro que viaja por el tiempo y el amor

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Una historia de una joven mujer y un hombre, que se conocen casualmente, se enamoran, y viven juntos hasta que empiezan los problemas. Así contado podría ser tantas historias de ficción, de cine y teatro, o hasta de algún teleteatro lleno de lugares comunes.

Sin embargo, el fuerte de Constelaciones pasa por muchos otros lugares, más allá de la anécdota. O por cómo esa historia tan común en sus líneas generales, cobra nueva vida en un pequeño escenario, hasta emocionar, quizá hasta las lágrimas.

Una de las claves de su eficacia escénica consiste en lo que sería la biografía de estos dos personajes, él apicultor, ella una estudiosa de la cosmología cuántica, complejo campo de la física teórica que afortunadamente no es necesario saber para vivir desde la platea este espectáculo. Las dos profesiones de uno y otro personajes (los únicos del reparto), son básicas en la trama y en este juego amoroso que se representa en una sala chica, con el público ubicado en sillas todo alrededor de la sala.

El carácter científico que ella aporta, abre todo un planteo lógico sobre presente, futuro y pasado, sobre cálculos de probabilidades, sobre cuánto hay de azaroso en que dos personas se conozcan, se enamoren, y decidan pasar una vida juntos, o parte de ella.

Por contrapartida, el apicultor vive en su mundo de mieles y colmenas, en el que el instinto animal se transforma en regla, en comportamiento sistemático, en una belleza inescrutable de la naturaleza.

Los distintos modos de ver el mundo de cada uno de ellos son más que el motor del argumento. De hecho, el autor arma el espectáculo a partir de escenas muy breves, dificilísimas de interpretar sin error, en las que todos sucede muchas veces, de igual forma, o con leves variantes, o con enorme cambios, que conducen a una consecuencia totalmente distinta.

A estos rápidos saltos en el tiempo el espectador teatral uruguayo está de algún modo familiarizado. Los conoce de la dramaturgia de Botho Strauss, (por ejemplo en La habitación y el tiempo), de las obras de Caryl Churchill (como Anhelo de corazón), e incluso de José Sanchis Sinisterra, cuyo Perdida en los Apalaches su autor definió como un juguete cuántico. Pero en la obra de Payne, y en su versión de Denevi, lo más asombroso es cómo se conservan los elementos más emotivos, en medio de esos planteos formales y de temática científica.

En ese punto, el par de actores es otro puntal que hace que este trabajo escénico destaque del conjunto de la cartelera. A Armand Ugon se lo ha visto salir airoso de muchísimos papeles, y aquí vuelve a componer un personaje lleno de vida. A su lado, asombra también el desempeño de Scottini, actriz de voz muy interesante, llena de matices y tonos. En ese aspecto, pese a su esmerada escenificación, el espectáculo podría ser también disfrutable, solo con ser escuchado, asunto que lo inscribe en la antigua tradición del teatro bien dicho, agradable al oído.

Telón rojo es una sala informal que vale la pena visitar, especialmente para ver un espectáculo como Constelaciones. El antiguo y noble edificio del Centro (Soriano 1274) tiene algo de centro cultural distendido, con libros por todas partes, y gente que va de una habitación a otra. La salita donde se desarrolla la obra (cálida, con un hermoso lambriz), le va perfectamente al espectáculo, cuya aparente sencillez en el montaje hace que el espectador viva una experiencia de teatro directo, viendo la cara de los otros espectadores.

Denevi acaba de recibir el Premio Escena por este trabajo, que remata un año especialmente fructífero para el director, que también hizo Arcadia, de Tom Stoppard, en Sala Verdi, donde también puso en escena un texto lleno de cruces temporales y de sentidos. Veremos qué pasa en la entrega de los Premios Florencio.

Constelaciones [****]

Autor: Nick Payne. Dirección: Jorge Denevi. Actores: Leticia Scottini, Álvaro Armand Ugon. Iluminación: Eduardo Guerrero. Ambientación sonora: Alfredo Leirós. Sala: Telón Rojo. Funciones: sábados a las 21.00 y a las 23.00, y domingos a las 19.30 y 21.30.

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