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Las tribulaciones de su majestad

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Beyoncé deslumbró en el escenario con un body enriquecido con piedras. Foto: Reuters
INGLEWOOD, CA - AUGUST 24: Honoree Beyonce performs onstage during the 2014 MTV Video Music Awards at The Forum on August 24, 2014 in Inglewood, California. Michael Buckner/Getty Images/AFP == FOR NEWSPAPERS, INTERNET, TELCOS & TELEVISION USE ONLY == US-2014-MTV-VIDEO-MUSIC-AWARDS---SHOW
Michael Buckner/AFP

La artista estadounidense editó Lemonade, un álbum visual lleno de referencias sociales y personales.

Beyoncé Knowles es una reina. Junto con su esposo, Sean Carter —el rapero y empresario que atiende como Jay Z— y la princesa Blue Ivy, la hija única de la pareja, ha construido un imperio. Su feudo abarca el mundo entero y a él se llega atravesando esa tierra virtual que conforman los servicios de streaming, las redes sociales o cualquier otra plataforma que se esté por inventar. Fue así como consiguió hacer al mundo a su medida.

Los Carter-Knowles han asumido todos los deberes y derechos de cualquier aristócrata frívolo. Son, por ejemplo, perseguidos por los paparazzi que convierten cada una de sus apariciones públicas en eventos de alcance global. Y son tan poderosos como para conseguir que cierren el Louvre para tenerlo a su exclusiva disposición (lo hicieron) o salir a conquistar otros territorios tan virtuales como los de ellos.

Así, ese emprendimiento familiar que es el servicio de música en streaming Tidal, se puso a competir con reinos como Google, Spotify o Itunes en batallas en las que se les planta de igual a igual (va perdiendo... por mucho).

Son, entonces, la nueva realeza, cuyos territorios serán inmateriales pero sus beneficios apetitosos, y cuentan con millones de súbditos (los más radicales hasta tienen una denominación oficial, Beyhive). Los Carter-Knowles se manejan ante ese nivel de exposición con una soltura que pareciera innata.

Cuando alguien juega en esa categoría puede darse el capricho de sacar un disco cuando se le antoje y como se le antoje, y en el proceso generar un revuelo: Beyoncé acaba de hacerlo. Y de hacerlo a lo grande.

La semana pasada editó sorpresivamente Lemonade, su nuevo "álbum visual", un concepto que mezcla canciones con imágenes y que había inaugurado en 2013 con Beyoncé. Pero si aquel no era más que una colección de videoclips apenas ligada por un hilo que no explicitaba su intención; este es otra cosa. Es presentado como una película dirigida por Beyoncé y Khalil Joeseph (con "directores adicionales" de la talla de Jonas Akerlund y Mark Romanek) con guión y poemas de la somalí Warsan Shire. Básicamente la parte visual es una sucesión de clips separados por intermedios poéticos con estética cercana a la de un aviso caro de perfumes. Eso no quita que el conjunto termine siendo uno de las grandes obras de estos tiempos: un trabajo de hibridación musical (rock, country, rap, soul, pop) y aparente honestidad brutal. Es el mejor álbum de música negra desde el Channel Orange de Frank Ocean.

Beyoncé es una artista importante con una carrera de 20 años en la que se paseó de lo banal a lo grandioso. Comenzó con una banda de chicas (Destinys Child) y en 2002 se lanzó a una carrera solista que ya lleva seis discos (los mejores hasta ahora eran B-Day, de 2006, y Beyoncé, el de 2013). Ha vendido mucho, ganado premios importantes de la industria y lanzado canciones que incluso se escuchan en Uruguay (que, como una aldea gala, se resiste a sus encantos), como "Single Ladies", o su dueto con Shakira, "Beautiful Liar".

Lemonade —editado exclusivamente a través de Tidal y presentado simultáneamente en HBO (aunque no en América Latina)— es una experiencia multimedia a corazón abierto. Parecería referirse a las presuntas infidelidades de Jay Z, lo que queda bien explícito con contundencia en pasajes como: "si volvés a hacer esa cagada, vas a perder a tu esposa", mientras tira la alianza, o cuando le recomienda que se vaya con "Becky, la del pelo lindo", una referencia que las redes sociales han escudriñado con dedicación.

Toda esa parte es un poco exhibicionista de más, pero es parte del trabajo para estrellas de este nivel. En todo caso no es un álbum de separación como se ha dicho: de la mitad para adelante Jay Z empieza a aparecer en pinceladas mucho más amables. Quizás sea todo una ficción pero a quién le importa.

Porque por otro lado, Lemonade es un álbum sobre el empoderamiento de la mujer negra, con citas a Malcolm X (la precisa: "las mujeres negras son las personas menos respetadas de Estados Unidos") y un montón de referencias del tipo "chicas al poder". Esa parte activista también funciona muy bien y es fundamental para entender lo que hay detrás de este disco. Es un (pos)feminismo escotado a lo Beyoncé: una mujer orgullosa de su cuerpo y de su condición de esposa y madre. Tiene cosas para decir y las dice bien claro.

Lemonade es un acontecimiento cultural por lo que dice, por cómo lo dice, por cómo se vende (ya es número uno) y por el revuelo que está provocando.

En esos territorios, Beyoncé es la reina. Y nadie puede disputarle el trono.

TRES MOMENTOS DE LEMONADE.

Hold Up.

Como si volviera a nacer, saliendo de las aguas, Beyoncé toma un bate y empieza a romper autos mientras se la agarra con presumiblemente Jay Z por sus infidelidades. "¿Qué es peor, verse loca o celosa?", se pregunta en ritmo dancehall enfundada en un vestido amarillo que refiere a la diosa Oshun en una performance que, encima, cita a una instalación que realizó el artista suizo Pipi- lotti Rist en la década de 1990.

Dont Hurt...

...Yourself tiene todo lo que debe tener una canción de Jack White, uno de los invitados del disco: es un poderoso blues de riff eléctrico sampleado de una canción de Led Zeppelin. Más allá de eso, en la película es su más explícito dardo a Jay Z cuando lo amenaza con dejarlo si sigue con sus adulterios y le tira a la cámara el anillo. "Cuando me lastimás, te lastimás a vos mismo", le dice y es puro rock.

All Night

Pero el amor es más fuerte. En la penúltima canción del disco, Beyoncé decide darle una nueva oportunidad a su matrimonio. "Encontré la verdad detrás de tus mentiras", le dice y la canción (una de las mejores del disco) se convierte en una celebración del amor. En el video se ven un montón de imágenes domésticas de la pareja incluyendo su boda y una tarde de juegos con Blue Ivy.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Beyoncé deslumbró en el escenario con un body enriquecido con piedras. Foto: Reuters

BEYONCÉFERNÁN CISNERO

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