Daddy Yankee es casi un veterano ya en esto del reggeaton, un género musical que nació de la misma manera que el hip hop: un tipo rapeando sobre arreglos de otros, generalmente proporcionadas por un DJ que va mezclando distintas pistas.

Su primer éxito, "Gasolina", ya tiene casi 15 años. Se nota que tiene muchos conciertos encima. Todo está muy bien sincronizado, todo suena como si se hubiese medido minuciosamente.

Y se usa el verbo "suena" porque es lo único que le quedó a los muchos que, pagando más de 1.000 pesos, no pudieron ver nada. La producción había dispuesto que en la parte delantera del campo hubiese sillas numeradas. Y pasó lo que pasa siempre que hay sillas: la gente se para encima de ellas y no deja ver a los de atrás, que no las tenían. Es curioso que alguien haya pensado que en un concierto de reggeaton —música bailable si las hay— el público va a quedarse sentado, como si hubiese pagado por un concierto de Joan Manuel Serrat o la Orquesta Filarmónica del Sodre.

Recorriendo la parte de atrás del campo era —a veces— posible intuir que el show de Daddy Yankee es una producción esmerada. Lo que se alcanzaba a ver de a ratitos en algunas de las pantallas no-gigantes era un escenario muy bien iluminado, unas bailarinas que dominaban el perreo y al propio Daddy Yankee entre rayos, humos y fuegos artificiales, yendo de acá para allá, arengando.

No era que lo necesitara, claro. El público fue a agitar y lo hizo. Experimentado y tribunero, Daddy Yankee metía cuanto "Uruguay" pudiera en sus rimas, para que la audiencia celebrara cada mención, cosa que ésta hacía religiosamente. Allá atrás, los que se quedaron sin ver nada, se resignaron a la falta de visión y aprovechaban el comparativamente mayor espacio disponible para tirar todos los pasos posibles mientras sonaba el machacante y contagioso ritmo del puertorriqueño, que volvió a prender "los motores".

Artista: Daddy Yankee Lugar: Centro de espectáculos Landia, Parque Roosevelt. Fecha: 1° de abril.

FABIÁN MURO

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