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Mateo: la genialidad de un hombre niño

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Foto: Archivo El País

Lo que pasa es que nació siendo músico. Él, yo creo que en vez de llorar, cantó cuando nació (...) Creo que él no quiso nada más que la música en la vida", le dijo su expareja Nancy Charquero al musicólogo brasileño Guilherme de Alencar Pinto para su libro Razones locas.

Cuando se publicó la primera edición habían pasado sólo cuatro años de la muerte de Eduardo Mateo, y muchos de sus colegas aún hablaban de él como si estuviera vivo.

En mayo se cumplieron 25 años del fallecimiento de uno de los músicos más influyentes, sino el más, de la música uruguaya, y hoy se presentará oficialmente la cuarta edición de Razones locas (con correcciones y agregados) que hace una década no se encuentra por las librerías nacionales. Y la frase que inicia este artículo es la que más fuertemente queda dando vueltas en la cabeza una vez que se termina el libro.

La ardua tarea de digerir en seis días estas 674 páginas con la excusa de su reedición, tenía como propósito descubrir, lo más distanciada de los prejuicios y las repeticiones que fuera posible, si el aporte de Mateo a la cultura uruguaya ha sido valorado. Considerando que para cuando él murió quien escribe estas líneas todavía no había nacido, y se crió en el Uruguay que hablaba más de la locura de Mateo que de su virtuosismo, no iba a ser sencillo.

Se podría simplemente decir que si Razones locas va ya por su cuarta edición, hay avidez por conocer e interiorizarse en la vida del loco más genial, y eso de por sí es darle valor. Si León Gieco, Pedro Aznar, Milton Nascimento, Ruben Rada, Jaime Roos y tantos otros (Rossana Taddei, La Triple Nelson, Spuntone Mendaro, Perotá Chingó) versionan sus canciones, hay también una línea a la que aferrarse para ensalzarlo.

Si no puede escuchar el playlist haga click aquí

Pero lo cierto es que la trascendencia de Mateo va bastante más allá de libros, discos y covers. Lo que cautivaba a quienes lo rodeaban en una época en la que era mucho más fácil que hoy encontrarse con un artista popular en algún bar de la ciudad, era su forma de ser y su capacidad para crear desde el analfabetismo musical.

En una reciente entrevista con El País, el bajista del Cuarteto de Nos Santiago Tavella hizo referencia al "nenito": ese lugar al que el artista tiene que ir para liberarse, para abandonar al yo. En Mateo, evidentemente, no había más que ese nenito presente todo el tiempo. A lo mejor así se justificaban sus cambios de ánimo, sus conductas tantas veces reprochadas y su genialidad.

Que un hombre que no sabía leer música fuera considerado por Alencar Pinto como el mejor guitarrista de bossanova sólo detrás de Joao Gilberto, no es detalle menor. Que haya sido el precursor del candombe beat, que haya adaptado instrumentos para lograr sonidos de la música hindú sólo desde la imaginación, sin saber técnicamente cómo hacerlo, habla de una falta de barreras mentales absoluta, que de alguna manera sólo se encuentra en el mágico universo infantil.

Influencia.

En su versión 2014, Razones locas reconoce que desde la primera edición las cosas han cambiado favorablemente. Ya no es común encontrar a alguien que no conozca a Mateo, que no haya escuchado al menos alguna de sus canciones o que no sepa que "Príncipe azul" es suya. Menos común es que alguien no haya visto la foto que ilustra la portada del libro (abajo), la imagen que resume el espíritu de su bohemia más simpática.

Desde su muerte se han publicado tres nuevos álbumes —La Máquina del Tiempo / 3er. viaje, 1ª parte: Ida (Ayuí/Tacuabé, 1995), La Máquina del Tiempo / 3er. viaje, 2ª parte: Vuelta (Ayuí/Tacuabé, 1995) y El Tartamudo (2000)— entre otras reediciones y recopilaciones. En YouTube han aparecido videos y audios de actuaciones en vivo (mérito del sonidista Julio Pelossi, que por ejemplo rescató el show completo "El tango según Mateo"). En el servicio de streaming Spotify se pueden escuchar Mateo solo bien se lame (1972), Mateo y Trasante (1976), Cuerpo y Alma (1984) y Botija de mi país (1987). El colectivo Mateo X 6 (Edú Pitufo Lombardo, Ney Peraza, Mandrake Wolf, Jorge Schellemberg, Popo Romano y Martín Ibarburu) continúa haciendo sus canciones y el próximo 7 de agosto Fernando Cabrera le cantará a él y a Eduardo Darnauchans en un show en Teatro El Galpón.

Es posible que si las circunstancias de su vida hubieran sido diferentes, el legado de Mateo también sería otro. Su locura, sus "divagues" y hasta su miseria contribuyeron a la construcción de una leyenda, de un hombre que a 25 años de su muerte sigue pareciendo tan fantástico que podría ser un personaje de una novela de Gabriel García Márquez.

Por lo demás, Razones locas confirma que es él el padre de la música uruguaya como la conocemos ahora (se ve en Martín Buscaglia, Mandrake Wolf, Cabrera y hasta No Te Va Gustar); en gran parte responsable de que Rada, Roos y Hugo Fattoruso sean las figuras que son hoy. Visionario y talentoso como pocos, desde la simpleza rescató la emoción y concibió la música de una nueva manera, mezclando la bossanova con el candombe y el pop rock con una singular manera de ejecutar, que hizo llorar al propio Fattoruso por no poder seguirle el ritmo en un ensayo.

Quizás el problema fue que Mateo fue ignorado e incomprendido como artista por mucho tiempo, pero más que artista fue un maestro, y en ese sentido será valorado eternamente.

SABER MÁS

Mateo solo bien se lame

DE LA PLANTA, 1972

Es el primer disco solista de Mateo y el que mejor refleja su esencia artística. Con bases de candombe que permiten apreciar su habilidad como percusionista o arreglos de guitarra conmovedores, Mateo construyó sin saberlo (él se limitó a grabar y abandonó el proyecto, siendo Carlos Píriz el responsable del producto final) uno de los discos más importantes de la música nacional. Eso sí, transmite una melancolía infinita.

Cuerpo y alma

SONDOR, 1984

Es el segundo disco solista que, editado a 12 años del primero, refleja las influencias hindúes que el cantautor había ido adquiriendo. Aparece "Nombre de bienes", una composición rítmicamente complejísima que Mateo amortigua con un canto muy particular. Además, las letras se reparten entre juegos sonoros ("El son oro scope") y poesías delicadas y estremecedoras ("Si me vieras"). Lo acompañaron Urbano Moraes y Hugo y Osvaldo Fattoruso, entre otros músicos muy respetados en la escena.

La Mosca

ORFEO, 1990

Fue su último disco editado en vida y es, probablemente, el más extraño de su carrera. Los teclados de Hugo Jasa toman protagonismo y La mosca se vuelve un álbum de pop experimental (no se puede evitar pensar en Pink Floyd por unos cuantos de sus pasajes), espejo de una época de los espectáculos llamados "La máquina del tiempo" y de renovados intereses de Mateo, quien tuvo una curiosidad inagotable. Sorprende su ingenio y se percibe su famoso sentido del humor y su inquietud por el tiempo.

Foto: Archivo El País
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Eduardo Mateo
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