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Cantor que lideró, sin saberlo, una revolución

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Elvis Presley. Foto: Difusión

Hace 40 años se apagaba la voz del rock and roll.

Es lícito preguntarse, aprovechando que hoy hace 40 años de su muerte, cuál es la vigencia de Elvis Presley y lo que representó en la música y la sociedad del siglo pasado. Después de todo, la idea más próxima en el tiempo que se tiene de él es la de ese señor obeso, de patillas ennegrecidas y transpiradas, haciendo mohines a lo Sandro para señoras encantadas de estar frente a él y en Las Vegas. O la de aquel señor de traje raro, capaz de ofrecer su ayuda a Richard Nixon en su batalla contra las drogas, así de descarado con el alambique lleno pastillas en el plan cóctel que terminaría matándolo el 16 de agosto de 1977.

Es lícito, vamos, dudar de su vigencia ya que Elvis (porque es de esos a los que solo les basta con el nombre de pila) está demasiado apegado a un tiempo —como Frank Sinatra o las estrellas del cine clásico de Hollywood— premoderno.

Una buena manera de empezar a entenderlo es la reciente edición (disponible en Spotify aunque la versión física es lujosa y llena de chiches para coleccionistas) de A boy from Tupelo que reúne grabaciones entre 1953 y 1955. Allí se lo ve aún mozo pero con el carisma vocal de toda una vida.

La reedición de otro álbum triple, The 50 Greatest Hits, quizás lo coloque en el número uno de la lista Forbes de Celebridades Muertas con Mayores Ganancias, superando los 27 millones de dólares que dejó su legado musical en 2016. En eBay se rematará el piano Knabe blanco que Elvis compró en 1957 y que había sido tocado en la década de 1930 por Duke Ellington. Se calcula que el precio de venta llegará a los cinco millones de dólares.

Elvis, además, está de gira mundial con una orquesta sinfónica que acompaña lo que él canta desde una pantalla en un show presentado por su viuda, Priscilla. La serie de discos con la voz de Elvis y la instrumentación de la Royal Philarmonic Orchestra, editados recientemente, están entre sus más vendidos.

A eso hay sumar, si prefiere hablar de números, que a 40 años de su muerte factura alrededor de 30 millones de dólares al año, buena parte de eso aportada por los 600.000 turistas que visitan Graceland, su mansión (con su tumba incluida) en Memphis. Allí fue donde se lo encontró muerto hace 40 años.

Pero hay otras razones: aunque nunca hizo nada más que poner la voz y su cara de nene caprichoso, por esa causa, Elvis lideró una revolución y un saqueo.

Por un lado, nacido en uno de esos rincones pobrísimos que aún tiene el sur de Estados Unidos, se convirtió en una explosión musical y sexual que conmocionó a un país que parecía estar en la edad del pavo. Se saben los alborotos que supusieron sus meneos en televisión que dejaban en evidencia la doble intención de algunas de sus canciones. Y en el camino de pobre a millonario, despertó a una generación a una música propia, un proceso que tendría su hito mayor con la llegada de The Beatles. Elvis siempre será el primer gran nombre del rock and roll.

Criticado por ser la versión amable de una música que inventaron los negros (un mérito que nunca, dicen, les fue debidamente recompensado) y a la que pulió de su lado más salvaje o en todo caso se aprovechó incluso de eso; Elvis lideró una revolución musical basado en el sincretismo de quien se crió a ritmo de blues pero también de música country.

Como ya quedaba claro en el período que abarca A Boy from Tupelo y seguiría siendo así en sus épocas de enteritos dorados ajustados a su corpulencia y con cuello de camisa de solapas exageradas, Elvis era un enorme cantor, un tipo con el secreto de la seducción en su rango vocal. Y que 40 años después de silenciada, su música suena todavía.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Elvis Presley. Foto: Difusión

ELVIS PRESLEYFERNÁN CISNERO

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